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14 de marzo de 2009

¡Vivan los Fraggle Rock!

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Hace mucho tiempo que quería hablar de mi infancia. Los nostálgicos como yo, los que aprendieron la diferencia de izquierda y derecha viendo Barrio Sésamo me entenderán.
Somos la generación que jugó en la calle porque no existía Internet; la que estaba enganchada a la programación infantil; la que no contaba los días en horas porque el tiempo no existía: un día era una aventura, una oportunidad
para crear, para aprender, para disfrutar…
¿Cómo no añorar aquellos tiempos pasados?






"Vamos a jugar!
Tus problemas déjalos,
para disfrutar,
ven a Fraguel Rock!"








Casi no recuerdo el argumento de esta serie, pero incomprensiblemente me sé al dedillo la melodía de la cabecera. Sentada frente a la televisión, ensimismada en el pequeño mundo de los Fraguel, no veía marionetas, eran Gobo, Musy, Rossi, Bombo y Dudo. Pero también estaban los Goris (los trolls gigantes) y las criaturas del mundo exterior: el perro Sprocket y su dueño, Doc. Eran reales y divertidos, y me fascinaban.

Por aquel entonces no sabía quién era Jim Henson, aunque los buenos momentos de mi infancia se los debo a él. Él fue el padre, el creador de los Fraguel (o Fragel), de Barrio Sésamo, de Cristal Oscuro o los teleñecos entres otros; sin olvidar la fabulosa serie “El cuentacuentos”.

Fraguel Rock es un lugar maravilloso excavado en la roca…

En este lugar maravilloso conviven diferentes tipos de criaturas. Jim Henson ideó este mundo como un complejo sistema de relaciones simbióticas en la que cada grupo ignoraba lo interrelacionados que estaban entre si y lo mucho que se necesitaban mutuamente. La serie mostraba así aspectos serios como los prejuicios, la espiritualidad, la identidad personal, el medio ambiente, y los conflictos sociales. Como en los cuentos, cada episodio contaba con una moraleja y ensalzaba valores como la amistad y el respeto por la diferencia.

Entre los Fraguel destacaban Gobo, Musi, Rosi, Dudo y Bombo, todos ellos amigos y con personalidades específicas.

Gobo es el líder, el práctico, y casi un explorador. Musi es muy espiritual y artística, tranquila y contemplativa. Rosi, por el contrario, es exuberante y atlética; es una de las mejores nadadoras entre los Fraggles. Dudo es nervioso y patológicamente indeciso, aunque nada cobarde cuando el momento lo requiere. El rasgo principal de Bombo es la depresión y preocupación, y su pasatiempo favorito es lavar calcetines.

Gobo tiene un tío viajero, el valiente tío Matt, que le manda cartas desde diferentes ciudades del planeta Tierra. Los fraguels tienen gran pánico a enfrentarse al mundo exterior por eso admiran a Matt y les encanta escuchar las mil y una aventuras que les cuenta de sus viajes.

Pero para conseguir sus cartas tienen que subir a la superficie ya que las postales llegan a casa de Doc, el único humano de la serie. Pero el miedo no detendrá a los fraguels que se enfrentarán a Sprocket, el perro de Doc, que es el único que sabe de la existencia de estos seres alocados y les provoca algún que otro problemilla.

Los fraguel cuentan con la ayuda de la señora Montaña de Basura, que vive en el jardín, siempre rodeada de ratas, a la que acuden siempre que tienen dudas sobre algo. Para ellos es una importante fuente de sabiduría.

Los curris se pasan todo el día construyendo galerías que servirán de comida para los Fraguel.


Además, el estanque de los fraguel comunica con el pozo de los goris, unos seres enormes que intentan por todos los medios hacerles la vida imposible y dominar el mundo de las galerías bajo tierra.



5 comentarios:

Ana Bohemia dijo...

¡Que monos! No es que recuerde demasiado esta serie pero al igual que tú la música del inicio me sale al dedillo casi sola.
Las marionetas son graciosas pero reconozco que en general me espantan, me da la sensación de que tienen vida propia, un poco como los sueños góticos de Zafón, salvando las distancias claro.
Tu nuevo diseño me gusta, es mas fresco.
Besitos :)

Ágape dijo...

He llegado casi,casi,de puntillas a tu blog y me ha emociando reencontrarme con mi infancia. Cierro los ojos y también escucho la misma canción;vienen después espinete y don pimpón,la montaña rusa y la melodía que identificaba mis meriendas,los conejitos y demás animalitos del bosque de La aldea del Arce.........Me descubro de nuevo escondida en la dispensa-trastero de mi abuela, persiguiendo quién sabe qué tesoros;patinando sobre gamuzas en el suelo de mi habitación recién encerado;veo de nuevo a mi abuelo en la cocina,al calor del carbón,escuchando "el parte" y a mi abuela cosiendo y bordando pececitos en nuestros vestidos.
Será que me hago mayor o será que los niños de hoy en día han dejado de creer en la magia que aporta la inocencia ?
Gracias por esta maravillosa oportunidad para recordar.

Miguel Schweiz dijo...

Oh no... acabo de poner un comentario largo... Voa poner esto a ver si llega o sigo con los mismo.

Miguel Schweiz dijo...

Pues sí llegó... tendré que volver a recordar lo que puse antes:

Te decía: ¡Por fin! ¡Por fin puedo comunicarme contigo! Es que quería dejarte unas palabritas en "Inspiración" y nada, luego lo que has puesto del día de la muejer, excelentes ilustraciones. Y ahora esto. Yo pienso, al observar, que somos de ls pocos animales que seguimos jugando siempre. Por eso, crear, aprender, disfrutar es algo que aunque cambie de forma y de objetivos, permanece y es lo que hace divertida la vida ¿O no?

Muchos besos Raquel...

Raquel dijo...

¿Te espantan las marionetas; esos muñecos tan graciosos de tela, ojitos de boton y pelo de lana? A mi lo que me aterra son los muñecos de los ventrilocuos, realmente espantosos.
Besitos Ana :)


Hola Ágape, bienvenida a mi blog.
Yo creo que un poco de las dos cosas: nos hacemos mayores y echamos en falta aquella inocencia en los niños de hoy. A mi también me ha emocionado leerte, y recordar la montaña rusa de espinete, las meriendas frente a la tele o la figura de la abuela en la cocina preparando los bocadillos. ¡Qué tiempos tan maravillosos!
Un saludo, y gracias por la visita.


Jugar y seguir emocionándonos con las cosas pequeñas es lo que mantiene vivo al niño que fuímos. Jugar de otra manera, pero sin perder la esencia del juego, tratando sobre todo de divertirnos. Yo creo que sí, que a pesar de los años que tengamos, nunca hay que dejar de jugar.
Un beso, Miguel :)

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