¿Cómo empezar a hablar de ti, pequeño Timi? Siempre
serás nuestro pequeño, bonito y dulce Timi. Una bolita asustadiza que nos
enamoró en el albergue, con sus ojitos dorados y esa cara de plata tan llena de
inocencia y bondad. Tenías mucho miedo de todo pero poco a poco fuiste
confiando, te diste cuenta de que tus nuevos dueños te iban a querer mucho y
que sin casi conocerte ya lo hacían.
Tu también empezaste a querernos muy
rápido, y después de un periodo de adaptación empezaste a ser el cachorro feliz
que eras. Saltabas como un canguro, disparatado, divertido, jugando con la
tierra, a escarbar, a ser el más veloz, mordiendo todo aquello que encontrabas
a tu paso. Te hiciste un hueco en el sofá, al lado de la ventana, tu lugar
favorito, y desde allí nos sonreías y te alegrabas cuando nos veías llegar. Los
perros sonríen también, tú lo hacías y siempre te recordaré así, pero también
con pena, con mucha pena por este tiempo tan fugaz. No es justo. No tenía que
suceder así. Te queríamos en casa, como lo estuvieron Brown, Homer y Pancho;
muchos años de felicidad y juegos. Pero apenas fueron tres meses y medio, y
cuánta impotencia saber que ya no estarás más. No imaginaba mi vida sin un
peludo, porque el vacío de Pancho fue demasiado, y ahora tú también y de una
forma tan cruel nos dejas así… ¿cómo voy a superar esto de nuevo? ¿Cómo, si ya
no puedo pensar en adoptar otra mascota…? ¿Para pasar de nuevo por este dolor?
Pero qué dolor pensar que ya no vaya a tener otro ángel como lo fuiste tú, como
los fueron mis otros perros bonitos. Sé que os necesito, vosotros sois luz, una
luz única que da significado a la palabra amor, pero ahora tengo una herida en
mi corazón y no sé si llegará a curarse. Siento dolor, rabia, impotencia,
tristeza… y necesito aliviar ese dolor, calmar esa rabia, apagar la impotencia
y superar esta tristeza para poder pensar en acoger otra alma pura como la
tuya. Timi, tú fuiste una alegría. Ojalá mis alegrías fueran tan duraderas como
lo son las tristezas, porque a veces pienso que mi vida esta descompensada, que
la balanza se inclina más al lado feo, y que lo bueno siempre resulta efímero
frente a lo malo que, por alguna razón, se instala, se queda, obligándome a
convivir con ello. No quiero pensar así, ya sé que hay que buscar lo bello,
pero es tan difícil encontrarlo en días
como hoy… Te quiero, te lo decía cada día porque es verdad, quererte fue
instantáneo y muy fácil. Te voy a extrañar mucho, pequeño Timi. Se lo dije a
Pancho en su despedida, y a ti con más razón, me han faltado días, semanas y
meses porque no gasté todo el amor que tenía para darte. Espero que desde ese
lugar bonito a donde van las almas como la tuya te hayas encontrado con Pancho,
Homer y Brown, seguro que ellos te cuidarán como lo hicimos nosotros.