La estatuilla es de bronce bañado en oro, mide 34,3 cm de alto y pesa 4 kg. Fue realizada por el escultor estadounidense George Stanley a partir de los bocetos del director artístico Cedric Gibbons.
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27 de febrero de 2011
La estatuilla es de bronce bañado en oro, mide 34,3 cm de alto y pesa 4 kg. Fue realizada por el escultor estadounidense George Stanley a partir de los bocetos del director artístico Cedric Gibbons.
24 de febrero de 2011
22 de febrero de 2011
Extra Cine
Enredados
Entre los elementos imprescindibles que no pueden faltar en toda película Disney que se precie, están:
1- Para empezar, la muchacha, buena, dulce, bondadosa y guapa, con mil y una virtudes pero sometida y encerrada por una malvada bruja vanidosa y manipuladora; una bruja, por cierto, con un parecido más que sospechoso a Cher, y que protagoniza uno de los números musicales más destacables.
2- Para continuar el malo, o los malos, que aquí están encabezados por la bruja, de la que ya os hablé un poco, y dos ladrones con muy mala uva que han sido traicionados por el galán protagonista, de quien querrán vengarse a toda costa.
3- El galán protagonista, que en esta ocasión se presenta en la piel de un ladrón insolente y engreído pero con buen fondo.
4- Las canciones; muy azucaradas y repipis, aunque lleven el sello Alan Menken, el responsable de BSO como La Sirenita y Pocahontas.
Las canciones principales están interpretadas por Mandy Moore, que también pone su voz a Rapunzel en la versión original.
5- El apartado aventura queda cubierto gracias, sobre todo, al juego que da tener una melena de veintiún metros.
Enredados es la versión Disney del clásico cuento de los hermanos Grimm, pasada por un filtro de caramelo para llegar a todos los públicos. Pero te gustará si te gustan las películas infantiles con mucho humor y escenas de cuentos de hadas: a destacar la escena de los farolillos chinos, mi favorita. 6.3
El discurso del rey
El discurso del rey es una de esas películas con una sobriedad y rotundidad apabullante, en la que resalta sin lugar a dudas su estupendo guión, que construye una historia de superación personal muy bien llevada. Buenas interpretaciones, en especial la del actor principal, Colin Firth, quien soporta toda la carga de la película. Sin olvidar a Geoffrey Rush, magnifico en su papel, y a la altura de Colin Firth en este duelo interpretativo. Personalmente me pareció una película muy buena, muy inglesa, con una ambientación estupenda y nada aburrida. Así que no puedo dejar de recomendarla. 7.5
Amor y otras drogas
Tengo el corazón dividido con esta película, y es por eso que tengo dos opiniones muy enfrentadas con respecto a ella. Por un lado, me gustó la historia de amor, aunque no sea perfecta y esté cargada de tópicos. Pero por otro lado algo me chirría. Creo que se debe a que hay cosas metidas con calzador que no pegan ni con cola; por ejemplo, el hermano del protagonista. Típico y tópico personaje bufón, cuya misión es hacer “reír”, aunque no lo consiga. Algo que en cambio no desafina es la forma prudente y nada efectista con que se trata el tema del Parkinson; enfermedad que sufre la protagonista, y que da a Anne Hathaway la oportunidad de demostrar lo buena actriz que es. En líneas generales es fresca y ágil. Se desarrolla bien aunque se tocan temas tan distintos que hace que su intensidad suba y baje demasiado rápido. Quizás esto es lo que hace que no sea del todo buena; esa sensación de estar en una noria, unas veces abajo y al plano siguiente arriba sin darte tiempo de asimilar nada. Por ejemplo la escena de la fiesta de pijamas es algo que, personalmente, me pareció que sobraba totalmente, y más que vaya inmediatamente después de la escena más “dramática” de la película.
Amor y otras drogas es una historia real, la de Jamie Reidy, un vendedor de Pfizer (empresa farmaceútica que puso a la venta la Viagra) que sacó a la luz algunas de las prácticas de las compañías farmacéuticas. Y aunque en la película se hable de la Viagra y se haga crítica del negocio de las farmacéuticas, en realidad se hace de una forma muy ligera. El verdadero argumento de la película es la historia de amor.
A mi me recordó a películas como Elegir un amor, Otoño en New York y Noviembre dulce. 6
Blue Valentine
Esta no es una película fácil de ver. Hay demasiadas emociones de por medio para que resulte agradable. En cada fotograma, en cada escena, se respira desesperanza, sueños frustrados, dolor y desamor. Hay un pozo de tristeza que inunda toda la película, que se siente y se respira y llega muy adentro; y que permanece ahí, latente, punzante, hasta el final. No es que la historia sea novedosa; los problemas de un matrimonio joven que ha llegado al punto de sentirse prisioneros el uno con el otro, es algo que hemos visto en el cine de muchas maneras. En Blue Valentine lo que resalta es la manera de contar esa historia. Una manera poco habitual, y que te descoloca. Aunque la labor de los actores es bastante buena, el ritmo es algo lento en algunos tramos, y puede resultar confusa. Aunque me gustó, no me apasionó; demasiada intensidad. 6.8
20 de febrero de 2011
Sandrine Estrade Boulet
Si te has quedado con ganas de más no puedes perderte su blog y su página web.
18 de febrero de 2011
6 de febrero de 2011
Trescientas vo(e)ces
Hemos cambiado en este tiempo. Tu, querido lector, mutando, transformándote, creciendo. Muchos, como tú, se han acercado y se han quedado. Otros estuvieron de paso. Cuando te vas me invade la melancolía. Me pregunto por qué no te quedas más tiempo, si te aburres, si pasó algo para que tan de repente tu interés desapareciera. Cuando vienes es como si abrieran las ventanas. La luz llega y me siento feliz por poder compartir contigo aquello que me gusta, mis aficiones, lo que me preocupa, lo que leo, escucho o veo. Siento tu conexión y me da fuerzas para seguir.
Nunca hablamos de nuestras vidas. No subimos al desván para eso, aunque implícitamente esté en todo lo que nos contamos; aunque algunas veces me haya sentido tentada de hacerlo.
Has cambiado, pero yo también. Es curioso, porque en el día a día no soy conciente pero cuando echo la vista atrás me doy cuenta. Pequeños e insignificantes cambios, que cuando los uno pesan. Creo que así es la vida. Hay quien dice que no se cambia, pero yo opino que no dejamos de hacerlo. Que es bueno cambiar. Y necesario.
Por eso no te voy a pedir que no cambies, que no te canses o te aburras, que no desaparezcas. Sólo que vuelvas cuando te apetezca, si te apetece. Tampoco yo puedo prometer que no cambiaré, que no me cansaré o que no desapareceré. Pero sí que mientras siga significando algo para mi, aquí estaré, compartiendo contigo esas pequeñas cosas que hacen nuestra vida un poquito mejor.
4 de febrero de 2011
Provocación
—Se lo dije, pero usted insistió. ¡Demasiada fe ha puesto en estas bestias!
—¡Si hace un segundo todo estaba en paz!
—Hasta que entró Severiano con la tropa. Sólo le ha faltado traer antorchas para prender fuego. Pero no se preocupe que ya se las apañaran para hacer de las suyas. Por lo pronto cuando he ido a poner orden me ha cogido de la chaqueta de muy malos modos y me ha retado a intentarlo. Como comprenderá no voy a poner en juego mi cuello por algo que ya se venía venir. Este lugar no está preparado para estas cosas. Mucho progreso, muchos tiempos modernos, pero no dejamos de ser unos paletos que se escandalizan a la mínima. Y añádale a eso las ganas de bulla que tiene el amigo. Le ha faltado tiempo para liarla. Así están las cosas —y se dejó caer en la silla frotándose el cuello— o sale usted conmigo o llamamos a los bomberos por lo que pueda pasar. Pero yo solo no vuelvo.
—Venga, razonaremos con ellos.
“¡Qué poca vergüenza!” ”¡Donde pueden verlo los niños!” “¡A saber qué clase de pervertido ha pintado tamaña vulgaridad!”.
Cuando me abrí paso hasta la pared donde colgaba el cuadro, Severiano, dos metros de fibra y músculo, me frenó poniendo de barrera su brazo.
—¿Es usted el responsable de esto? —escupió con asco.
—Sí —dije, empujando aquella mole de acero para colocarme delante del cuadro que tanto revuelo había provocado—. ¿Hay algún problema?
—Puede haberlo si no quita eso de una santa vez.
—No va a poder ser.
—¿Y eso por qué?
—La exposición permanecerá abierta al público hasta el cuatro de abril. Así se ha acordado con los artistas que han cedidos sus obras y reproducciones.
—Eso si tiene obras para colgar.
—¿Qué quiere decir?
—Que no vamos a tolerar ciertas cosas en este pueblo. Usted será de la capital, pero esto no es Madrid, ni Barcelona, y aquí nos regimos por otras normas.
—Me parece muy bien, pero este es mi museo, ¿lo comprende? Si no le gusta lo que ve ahí tiene la puerta.
Una vez en su despacho intenté disculparme pero él me cortó.
—Cuando me dijo que iba a organizar una exposición con reproducciones de grandes artistas pensé que se refería a cuadros como Los Geranios de Van Gogh, las Meninas de Picasso o la Monalisa de Velazquez, pero esto ha sobrepasado los límites de lo aceptable. ¿Cómo se le ocurre colgar la imagen de un…de unos…de…
—Creí que a estas alturas de los años setenta las cosas se iban a entender de otra forma. No es la primera vez que colgamos cuadros de desnudos.
—Sin embargo esto es otra cosa, es pornográfico, obsceno, es…ofensivo.
—Esa fue la idea del artista.
—¿Provocar? ¿Y eso es arte? Quizás dentro de treinta años todo se entienda de otra forma, y hasta nos hagan creer que una pintada en una pared es una muestra de talento, pero hoy por hoy no. Una mujer del pueblo vino a contarme, totalmente escandalizada, que su hijo se había escapado de clase para ver la exposición que montamos. No lo entendí hasta que vi, hace unos minutos, el cuadro y…
—La vagina. Llámelo por su nombre. No es estético pero el arte no…
—Sí, todo lo que usted quiera pero tengo que despedirlo. Es un milagro que no haya ocurrido nada más grave a pesar de la nueva cara que le han hecho.
—¿Y puedo preguntar por qué?
—¿Pero aún tiene la cara de preguntarlo?
—¡Es qué no comprendo el motivo!
Él suspiró mirándome atentamente.
—Después de lo ocurrido la gente quiere ver la cabeza de alguien sobre una bandeja, y no va a ser la mía. Bastante hago con poner el dinero, el local y permitir todas sus chifladuras. Pero esta ha sido la última. Mañana mismo busco un sustituto que se haga cargo de la sala.
—Si esa es su decisión no tengo nada que decir —dije poniéndome en pie—, pero yo sólo quería traer un poco de cultura y…
—Provocación. Ya; no se me haga el mártir.
—Sólo una última cosa, ¿no quiere saber cuanta gente visitó la exposición hoy?
—¿Cuánta?
—250.
—¿250 visitantes?
—Y eso que, por motivos obvios, cerramos una hora antes.
—Pero si…
—Y todos han pagado entrada. La semana pasada tuvimos suerte de que nos visitaran ocho.
—¡250 visitantes y todos han pagado entrada!
—Es una verdadera pena que haya que suspender la exposición. Supongo que las madres de la asociación de vecinos se alegrarán de saber que por fin hay hueco para sus tapices de punto de cruz con imágenes de la semana santa.
—Un momento.
—¿Si?
—Bueno, no…no vamos a precipitarnos. Estamos en pleno s. XX y las cosas no pueden resolverse en caliente. Mañana será otro día y…
—Y contrataremos a más seguridad.
—Y subiremos el precio de la entrada. No podemos arriesgarnos a que unos energúmenos…
—Y será un éxito. Hoy no ha podido ir mejor.
—Y por fin podremos sacarle rentabilidad a este lugar…
—Porque no hay nada como la provocación…
—Provocación… Me empieza a gustar la palabra.
PD: El cuadro al que se hace referencia en el relato es "El origen del mundo", de Gustave Courbet. Dicho cuadro escandalizó durante años a gran parte de la sociedad por considerarlo pornográfico, tanto así que durante años permaneció oculto. Desde 1995 se expone en el museo de Orsay. Pero inicialmente, cuando empezó a exhibirse, se tuvo que colocar una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público.
Imagen: Franklin McMahon.