Thriller político ambientado en los años
70 sobre un agente del FBI que investiga un caso en el que aparecen implicados
algunos miembros del Congreso. El brillante estafador Irving Rosenfeld (Christian
Bale) y su socia y amante, la seductora Sydney Prosser (Amy Adams) tienen que
trabajar para el impetuoso agente del FBI Richie DiMaso (Bradley Cooper), que
los obliga a infiltrarse en el peligroso mundo de los corredores de bolsa de
Jersey.
Los
actores están muy bien, sobre todo las chicas, pero esta no es una película
brillante, aunque si buena y medianamente interesante. Su punto fuerte son las
actuaciones del cuarteto protagonista que hacen a sus personajes tremendamente
carismáticos, aunque con ayuda de la caracterización en los casos de Christian
Bale y Bradley Cooper; ambos luciendo melenas frikis para darles ese aire
patético que pedían sus histriónicos y exagerados personajes (Destaca en este
apartado la cabeza permanentada y los bigudíes de Bradley). Aunque a decir
verdad todos los personajes, hasta los más secundarios, están bien definidos.
La
ambientación setentera está bastante lograda, sobre todo gracias al vestuario y
la música. La banda sonora complementa a la perfección, con temazos de la
época; suenan entre otros: Tom Jones, Donna Summer y los Bee Gees. Tiene un punto de humor negro que le da un toque
de pimienta, aunque en general su trama policíaca de corrupción, estafadores y gánsteres es bastante light.
Salvo en la escena que aparece Robert De Niro y el tenso diálogo en árabe que
se marca. De Niro sale pocos minutos pero sin embargo su personaje consigue
crear más expectación que cualquier otro; es el único personaje al que se le ve
verdaderamente peligroso, un mafioso auténtico.
Sin
embargo la trama se detiene demasiado en cosas accesorias y el interés se va
perdiendo aunque va remontando hacia ese
final que, aunque previsible, es lo que suma puntos a la película; eso y la
relación entre los personajes, y esa sensación de que nada es lo que parece,
que todos intentan ocultar algo, o fingir algo; esa ambigüedad de los
personajes que los guionistas han sabido explotar con mucho arte en la
película. Aunque lo que le achaco es que no consigue crear ni situaciones ni
escenas muy perdurables.
Aún
así American Hustle (La gran estafa americana) es una de las grandes favoritas de
los premios Oscar del próximo 2 de marzo, con 10 nominaciones en las categorías
de mejor director, mejor película, mejor actor y actor de reparto, mejor actriz
y actriz de reparto, mejor guión original, mejor diseño de producción, mejor
vestuario y mejor montaje. Es junto a Gravity, con 10 nominaciones también, la
película más nominada.
Resultona.
6.7
Saving Mr. Banks (Al
encuentro de Mr. Banks)
Durante catorce años, Walt Disney (Tom
Hanks) intentó sin descanso que la escritora australiana P.L. Travers (Emma
Thompson) le cediera los derechos cinematográficos de su primera y más popular
novela, 'Mary Poppins', que finalmente fue llevada a la gran pantalla en 1964.
Soy
renuente a ver películas que tratan sobre personajes reales, los llamados
biopic. Pero en este caso, aunque la película de la que hablamos trata sobre
personas reales que existieron y se hicieron famosas, la historia no se centra en
sus vidas sino en sus obras, más concretamente en la odisea que fue para Walt
Disney conseguir los derechos para llevar a la pantalla grande la novela “Mary
Poppins” de la escritora P. L. Travers. Tanto se hizo de rogar la autora que
Walt se lo tomó como un reto personal y no paró hasta que consiguió roer ese
duro hueso.
Lo
consiguió veinte años después de proponérselo y con un cuantioso cheque de por
medio. Pero a pesar de la aprobación de
la escritora, el proceso para adaptar la novela no fue un camino de rosas. P.
L. Travers tenía muchas condiciones y
exigencias. Por lo visto era una de esas personas de armas tomar, huraña e
intratable, y los dos, Disney y Travers, chocaban constantemente; él le llegó
incluso a prohibir la entrada a sus estudios.
El
resultado final no gustó a la autora que durante el resto de sus días renegó
fervientemente de la versión cinematográfica de su “Mary Poppins”, cerrando
categóricamente las puertas a una posible
segunda parte.
La
película traza dos líneas argumentales. Una en la que se relata mediante flashbacks
la dura infancia de la escritora en Australia y todas las traumáticas vivencias
que fueron el germen que hizo crecer “Mary Poppins” en su imaginación. Y otra
que muestra la tensa relación que Walt Disney y su equipo tuvieron con ella. Todo
ello endulzado convenientemente en este retrato autocomplaciente que firma
Disney hablando de los entresijos de Disney. Las aristas de la historia se han
limado cuidadosamente para resaltar sólo las anécdotas más divertidas o
emotivas. Se ha rebajado la acidez, e incluso en los momentos más tensos la
sensación que permanece no es tan amarga como podría ser; esta es una película
para todos los púbicos.
Si
tuviera que describir la película en unas cuantas palabras diría que es
chispeante, ágil, divertida y mágica; merito de su estupendo guión y de la
química de los actores protagonistas. Imposible no mencionar a Emma Thompson,
que se sale; sencillamente está genial. Por ella y por Tom Hanks ya vale la
pena ver la película, pero es que a parte de los actores la cinta tiene más
virtudes que hacen que valga la pena su visionado; una ambientación muy buena, una
preciosa fotografía, unos secundarios notables, una destacable interpretación
de Colin Farrell, y por supuesto la música.
La
disfruté mucho y por eso la recomiendo. Muy buena. 7.7
La
película sólo ha obtenido una nominación a los premios Oscar, a mejor banda
sonora. Incomprensiblemente Emma no ha sido nominada ni tampoco su compañero
Tom Hanks a pesar del genial trabajo que hace en “Capitán Phillips”.
La ladrona de libros
Narra la historia de una animosa y
valerosa jovencita llamada Liesel, que transforma las vidas de todas las
personas de su entorno cuando la envían a vivir con una familia de acogida en
la Alemania de la II Guerra Mundial. Para Liesel, el poder de las palabras y de
la imaginación se convierte en una forma de escapar de los tumultuosos eventos
que la rodean, tanto a ella como a toda la gente que conoce y quiere.
Cómo
no hacer una adaptación cinematográfica de un libro:
Sólo
basta con quitar, despojar y sustraer todo lo que le hacía original y distinto
y quedarse con lo más convencional y manido. Eso sí, subrayando los instantes
emotivos y lacrimógenos en un intento de apelar a nuestro sentimentalismo.
Leí
el libro por la película. Cuando vi el tráiler me llamó la atención, y cuando supe
que se basaba en un libro lo busqué en la biblioteca. Tuve la suerte de
encontrarlo. Quería ver la película sin
más influencia que la que yo misma había sacado de la lectura. El libro no me
entusiasmó demasiado, tengo que admitirlo, aunque tiene algunas virtudes.
La
historia de Markus Zusak, autor de la novela,
tiene un planteamiento original, pues la narradora es la propia muerte
en el contexto histórico de la segunda guerra mundial. A pesar de lo que pueda
parecer, no hay nada gratuito en el libro, no recurre a la pena. Es un libro
que habla de guerra, muerte, nazis y judíos pero desde una perspectiva más
superficial, menos cruda. Se intuye el horror, el horror que sobrevuela y
acecha, pero sin ser éste el tema principal del libro.
En
la novela de Zusak encontré muchas referencias a otros libros. En algunos
momentos me recordó a “El principito” de Exupéry, aunque sin llegar a la
calidad de esta obra, pero el tono o los dibujos de Max pueden evocarlo ligeramente. Y también en algo
a “El niño con el pijama de rayas”.
No
voy a decir que la esencia del libro no esté en la película, está, pero le han sustraído
el alma. Lo peor es que las personalidades de los personajes se han simplificado
mucho. El personaje de Max es el peor parado, seguido del de Liesel.
Ella es la ladrona de libros y sin embargo esto no se ha plasmado bien. No se
percibe el amor a los libros como si se
notaba en la novela. Además algunas
situaciones se resuelven demasiado rápido, torpemente, como cuando Hans, el
padre adoptivo de Liesel, es reclutado a modo de castigo para ir a la guerra. Lo
más decepcionante es que lo que hacía especial la relación entre Max y Liesel lo
han borrado de un plumazo en la película; su regalo, sus charlas, su pasión
compartida por las palabras… sobre todo las palabras.
Hay
muchas cosas que están bien, se nota el esfuerzo y el dinero invertido. La
fotografía, el vestuario, los decorados, la banda sonora, y los actores, pero
no puedo dejar de sentir que todo eso se desaprovecha, y que el resultado final
podría haber sido mucho mejor. Se queda en zona segura, en lo que sabe que como
espectadores va a revolvernos (ese final), pero al no arriesgar lo que podía
ser una historia memorable se queda en sosa. 6
Por
cierto, su banda sonora, obra de John Williams, está nominada al Oscar.
El lobo de Walt Street
Empezando por el sueño americano hasta
llegar a la codicia corporativa a finales de los ochenta, Jordan Belfort pasa
de las acciones especulativas y la honradez al lanzamiento indiscriminado de
empresas en bolsa y a la corrupción. Su enorme éxito y fortuna cuando tenía
poco más de veinte años como fundador de la agencia bursátil Belfort le valió
el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero, poder, mujeres, drogas… las
tentaciones abundaban y el temor a la ley era irrelevante. Jordan y su manada
de lobos consideraban que la discreción era una cualidad anticuada, nunca se
conformaban con lo que tenían.
El
lobo de Walt Street es la película más exagerada, ruidosa, frenética y loca que
he visto en años.
Scorsese
no podía hacerla de otra manera si quería plasmar fielmente la intensa vida de Jordan
Belfort, ex broker y toda una joyita, que durante los años noventa se dedicó a estafar a multitud de incautos
seducidos por el dinero fácil. Belfort
fue un tiburón despiadado con mucha
labia y un sorprendente don para embaucar. Con lo robado a sus victimas, que
fueron muchas, unas 1513 personas, llevó una vida de total descontrol, de
juerga en juerga, drogado hasta las cejas las veinticuatro horas del día y sin
ningún freno. No fue discreto precisamente. Ni él ni las casi 1000 hienas que
agregó a su manada. El olor del dinero fresco les volvía locos, y legendarias
eran las orgías y fiestas que esta piara de cerdos se daban a modo de homenaje día
sí día también.
Belfort
quería hacerse rico y poco le importaba conseguirlo engañando. Tampoco le
importaba mucho ser pillado, como le ocurrió. Porque Belfort fue a la cárcel, y
además fue condenado a indemnizar a sus estafados con 110 millones de dólares.
Sin embargo sólo permaneció 22 meses en la cárcel y de la cuantiosa suma con la
que debía recompensar a sus victimas sólo ha devuelto 10 millones. Y eso desde
2003, año en que salió la sentencia.
No
es de extrañar que una historia tan jugosa como esta, una historia que el
propio Belfort reprodujo en dos libros autobiográficos que le reportaron muchos
beneficios, tentara a Martin Scorsese.
Y
su apuesta no le ha salido nada mal. Por lo pronto la película está dando mucho
que hablar. Está nominada en la categoría de mejor película, y su actor
principal, Leonardo DiCaprio puede llevarse un Oscar a mejor actor como todo indica;
ya se llevó el Globo de Oro. Martin Scorsese también podría conseguir uno a mejor
director. Jonah Hill, otro a mejor actor secundario, e incluso redondear la noche
llevándose un quinto Oscar en la categoría de mejor guión adaptado.
No
sé si el 2 de Marzo será la noche Martin Scorsese y El lobo de Walt Street pero
vaya pelotazo. Esta claro que lo polémico siempre vende. A mi personalmente las
tres horas que dura la película me parecieron una pasada, de la raya y de rayas.
Pero para pasada todo lo que se ve sin censura en la película. Película a veces
vulgar, a veces escatológica, a veces grotesca, y casi siempre pasada de
revoluciones. No es para todos los públicos, está claro. Y te diría que es difícil
de llevar porque este fiestón continuo agota y aburre por reiterativo. Además muchas
escenas resultan ofensivas.
Al
final de todo no queda claro si es malo ser como este persuasivo lobo sin
escrúpulos con maneras de telepredicador o si es mejor conducirse por la vida
siendo honrado, porque la escena del agente del FBI volviendo en metro a su
casa lo deja en el aire y nos da qué pensar, ciertamente. La postura del
director en todo caso parece desvelarse precisamente en esta escena clave, al
menos esta es la interpretación que yo saco. 6