Antes de empezar…
¿Qué son los aditivos alimentarios?
Un aditivo alimentario es una
sustancia que, ni es un alimento ni posee valor nutritivo, y que se agrega a los alimentos y bebidas para
modificar sus caracteres organolépticos y facilitar o mejorar su proceso de
elaboración o conservación.
Los aditivos más usados son la
sal (cloruro sódico), que no es considerado en general como un aditivo, los
mono y diglicéridos (emulsionantes), el caramelo (colorante), el ácido cítrico
(secuestrante y acidificante), el ácido acético (acidificante y conservante),
el bicarbonato sódico (para las levaduras químicas), el ácido fosfórico y el glutamato
sódico (potenciador del sabor).
Las principales funciones de los aditivos alimentarios son:
Asegurar la seguridad y la
salubridad.
Aumentar la estabilidad del
producto.
Hacer posible la
disponibilidad de alimentos fuera de óxido de carbono.
Asegurar o mantener el valor
nutritivo del alimento.
Potenciar la aceptación del
consumidor.
Ayudar a la fabricación,
transformación, preparación, transporte y almacenamiento del alimento.
Dar homogeneidad al producto.
Existen categorías de aditivos por su uso en la industria alimentaria,
entre ellas tenemos:
Aromatizantes
Colorantes
Conservantes
Antioxidantes
Acidulantes
Edulcorantes
Espesantes
Derivados del almidón. Tienen
como base para su elaboración el almidón.
Saborizantes
Emulsionantes
Los más nocivos son los
químicos y sintéticos. Hay más de 6000 aditivos en el mercado, y todos son
blancos, lo que hace imposible reconocerlos.
Nuevas enfermedades y alergias por el uso de aditivos químicos y
sintéticos. Sensibilidad química múltiple (SQM)
Debido al uso cada vez más
generalizado de químicos se están dando nuevos casos de alergias. Aunque por
suerte la mayoría suelen ser casos leves estos provocan muchas molestias como
irritación en la piel, ojos y mucosa nasal. La mayoría de estas alergias se dan
por el uso de productos cosméticos.
Desde el 2004 se ha venido alertando del uso de parabenos en
cosméticos, fármacos y alimentos por su perjuicio para la salud humana, sin
embargo se ha demostrando que su utilización en pequeñas cantidades sobre
pieles sanas no genera ningún daño.
Existen muchos tipos de
parabenos, y no todos pueden ser utilizados para consumo, pero muchos de ellos
pueden ser empleados bajo supervisión, y con ciertos límites, sin que supongan
riesgo para la salud. Es el caso de
las formas de etil- y metil- que se consideran parabenos seguros por la ley.
Otras formas como el propil- y butil- también se pueden emplear. Sin embargo
existen parabenos que son perjudiciales para la salud y que están prohibidos
como las formas de benzil-, pentil-, isopropil-, isobutil- y fenilparabeno. En
el caso del benzilparaben, su uso no está permitido pues se le ha descrito
capacidad de provocar cáncer.
La sensibilidad química múltiple
es el nombre dado al síndrome en el cual una víctima experimenta múltiples síntomas
por la exposición a cantidades mínimas de productos químicos diarios. Actualmente
no hay definición oficialmente reconocida para la sensibilidad química
múltiple. Esto es debido al hecho que se sabe muy poco sobre él, especialmente sobre
los mecanismos implicados con el inicio de síntomas. (Para saber más sobre la
sensibilidad química múltiple)
Los aditivos alimentarios más perjudiciales
En la industria alimentaria se
conoce con las siglas E954. La sacarina es uno de los edulcorantes sintéticos
más antiguos. Se descubrió en 1879 y se prohibió en noviembre de 2014. Se usaba
para engordar a los cerdos. Diversos estudios demostraron que provocaba cáncer
de vejiga a ratas de laboratorio. A pesar de eso se sigue encontrando en el
mercado. Es cancerígena.
Otro edulcorante artificial
bajo sospecha es el Aspartamo, E951. Se le conoce también como NutraSweet y
Equal, y a menudo se encuentra en los alimentos etiquetados como “dieta” o “sin
azúcar”. Se cree que es cancerígeno y acumula más informes negativos que todos
los demás alimentos. Afecta la inteligencia y la memoria a corto plazo, y se
cree origina una amplia variedad de enfermedades incluyendo tumores cerebrales,
enfermedades como el linfoma, diabetes, esclerosis múltiple, la fatiga de
Parkinson, el Alzheimer, la fibromialgia, trastornos emocionales como los
ataques de depresión y ansiedad, mareos, dolores de cabeza, náuseas, confusión
mental, migrañas y convulsiones. Se le considera el veneno más potente que
consumimos hoy en día.
Glutamato monosódico, E621,
conocido también como el aditivo “umami” o sabor metálico. Es una neurotoxina,
daña el sistema nervioso y sobre estimula a las neuronas llevándolas a un
estado de agotamiento, y algunas de ellas eventualmente morirán como
consecuencia de esta estimulación artificial. Además, consumir alimentos con este
aditivo hace que los niveles de glutamato en la sangre sean más altos de lo que
deberían ser, y si estos niveles se mantienen así, el glutamato se filtra al
cerebro causando y contribuyendo a malestares físicos. El consumo de este
aditivo se asocia a efectos secundarios tales como mareo, nausea, sudación,
debilitamiento, taquicardia y dolor de pecho, entre otros. Se encuentra en:
comida china (Síndrome de restaurante chino) muchos aperitivos, patatas fritas,
galletas, condimentos, la mayoría de los productos de sopa Campbell, comidas
congeladas, carnes frías. A veces es difícil localizarlo ya que cada seis meses
cambia de nombre. Trazas de soja o Extracto de leche son algunos de ellos.
E104 Amarillo de quinoleína.
Es muy peligroso. Además de cancerígeno, puede producir hiperactividad o
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños.
E102 Tartracina. Este colorante
alimentario se extrae del petróleo. Está prohibido en muchos países menos en España.
E133 Azul brillante. Se
obtiene del petróleo. Podemos encontrarlo en chicles, caramelos, helados, queso
azul, conservas y helados, y en productos cosméticos. Se acumula en los riñones
y vasos linfáticos. Puede causar hiperactividad en los niños. En grandes dosis
es un liberador de histamina y puede aumentar los efectos del asma y producir
eczema, urticaria e insomnio. A largo plazo puede resultar cancerígeno.
E221 Sulfito de sodio. Conservante
utilizado en la elaboración del vino y otros alimentos procesados. Según la
FDA, aproximadamente uno de cada 100 personas es sensible a los sulfitos en los
alimentos. La mayoría de estos individuos son asmáticos, lo que sugiere un
vínculo entre el asma y los sulfitos. Las personas que son sensibles al sulfito
pueden experimentar dolores de cabeza, problemas respiratorios y erupciones
cutáneas. En los casos graves, a los sulfitos pueden causar la muerte por el
cierre de la vía aérea por completo, dando lugar a un paro cardíaco. Se encuentra
en: El vino y frutos secos.
Nitrato de sodio (o nitrito de
sodio) se usa como conservante, colorante y saborizante en tocino, jamón,
perros calientes, embutidos, carne en conserva, el pescado ahumado y otras
carnes procesadas. Es altamente cancerígeno una vez que entra en el sistema
digestivo humano. El nitrito de sodio es ampliamente considerado como un
ingrediente tóxico, y el USDA en realidad trató de prohibir este aditivo en la
década de 1970, pero fue vetado por los fabricantes de alimentos que se
quejaron de que no tenía otra alternativa para la conservación de los productos
envasados en carne. Se sigue usando en la actualidad porque es un fijador de color, y hace que las
carnes muertas parezcan frescas y vibrantes. Se encuentra en: salchichas,
tocino, jamón, fiambres, embutidos, carne en conserva, pescado ahumado o
cualquier otro tipo de carne procesada.
Sería imposible abarcar todos
los aditivos perjudiciales, pero también hay que tener especial cuidado con:
E320, E220, E124: se prohibió en 1990. Se demostró que causa cáncer de tiroides.
Productos bajo sospecha
Enjuagues bucales. Algunos estudios demuestran que un enjuague con
un 25% de alcohol aumenta las posibilidades de padecer cáncer de boca hasta en un
60% en los hombres y un 90% en el caso de las mujeres. Listerine es un enjuague
bucal es más alcohólico que la cerveza, el vino o la ginebra, tiene un 21,6% de
alcohol, como indica su etiqueta.
Cerveza. La calidad de la cerveza dependerá tanto de la calidad de
sus cereales como del proceso de malteo; sin embargo hay algunas de estas
bebidas que contienen ingredientes nocivos para la salud. Entre ellos están el
jarabe de maíz OGM (organismo genéticamente modificado), maíz OGM, vejiga de
pescado, propilenglicol, glutamato monosódico, colorantes, tintes a base de
insectos, carragenina, bisfenol A, y más. Budweiser y Corona son unas de las
cervezas más populares pero contienen maíz genéticamente modificado.
Jabones de ducha y champús para bebés. La marca Johnson & Johnson decidió retirar de sus productos una lista
de componentes químicos de dudosa fiabilidad. Durante años, esta y otras
grandes empresas de su sector han sido criticadas por grupos de consumidores y
ecologistas que les reprochaban el uso de elementos químicos dañinos tanto para
quienes los emplean, como para el medio ambiente.
Pastas de dientes. El Fluoruro de Sodio, el Fluosilicato de Sodio,
y el Ácido Fluosilíceo, todos usados en clínicas dentales, en pastas de
dientes, y en el agua potable de algunos países, son sustancias tóxicas de
desecho creadas en el proceso de fabricación de la industria de fertilizantes,
de acero, nuclear, y de aluminio. Estas sustancias artificiales no deben ser
confundidas con el elemento Flúor que ocurre naturalmente. Una de los dentífricos más vendidos, Colgate Total, se encuentra
bajo sospecha por uno de sus componentes activos denominado triclosán, que ha
sido retirado ya de cientos de productos por ser posiblemente cancerígeno
Nosotros, los consumidores,
debemos ser responsables a la hora de decidir qué vamos a consumir. Es muy
importante leer detenidamente las etiquetas de los productos y no dejarnos
engañar. De esta forma lograremos cambios muy positivos en nuestra salud y en
nuestro bienestar, elegiendo alimentos naturales y evitando los que contienen
conservantes, productos químicos, sabores artificiales o colorantes
artificiales.