España es el segundo país más ruidoso del mundo, por
detrás de Japón. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) exponerse a un
nivel de decibelios superior a 55 dB es
contraproducente y puede resultar dañino para la salud. En nuestro día a día estamos
expuestos a unos niveles de ruido muy superiores a ese, pues ya sólo andar por
una calle con tráfico nos lleva a los 75 dB.
Con el tiempo el silencio se ha convertido en un lujo.
Nos hemos acostumbrado al ruido, es algo marcado en el ADN de los españoles, una
característica que nos ha hecho famosos en el mundo. La acreditada
idiosincrasia española. Hablamos alto, reímos alto, somos alborotadores por
naturaleza y allá donde vayamos nos hacemos notar. Y aunque esto no tiene que ser del todo malo,
un exceso de ruido lleva acarreados algunos problemas graves como dificultades
en el habla y problemas de concentración en los niños, dolores de cabeza,
irritabilidad, insomnio, pérdida auditiva e incluso alteraciones psicológicas,
digestivas y de la presión arterial.
Un exceso de ruido se lleva también la capacidad de
imaginar, pues casi todas las actividades creativas necesitan de un ambiente
propicio.
Aún así le tememos al silencio. Pues los hay que
duelen, que son como una bofetada sin manos, sobre todo en el terreno sentimental.
A veces hay silencios cobardes, otros que son un escudo para quienes sufren
violencia de género pero no se atreven a confesarlo, o para quienes están
siendo acosados en el colegio. Son pocos los que se atreven a silenciar sus teléfonos
móviles, esclavos de la tecnología que nos impide estar un día entero con
nosotros mismos. Para algunos el silencio es incómodo, y a otros les hace sentir
solos. Sin embargo se ha comprobado que
el silencio es necesario para nuestro cerebro pues un exceso de estímulos puede
dejar sin recursos a la corteza prefrontal, la que se encarga del razonamiento.
Si hace unas semanas hablábamos del beneficio mágico
de la música, hoy no podemos obviar el del silencio; se ha demostrado que dos
horas de silencio al día favorecen la creación de nuevas células en el
hipocampo. El silencio repara nuestro cerebro y nos hace sentir regenerados y
con las pilas cargadas.
Por eso, búscalo y disfrútalo. El silencio te ayudará a conocerte
a ti mismo.