Somos pelo. Ya desde antes de nacer tenemos
pelo. Es un vello fino y aterciopelado que nos protege en el útero y que actúa
como aislante térmico. Tiene un nombre muy expresivo, lanugo, y desaparece a
las 40 semanas de edad gestacional. Esta “lanita” puede aparecer también a las
personas adultas que sufren anorexia como una protección térmica ante la
pérdida brusca de grasa.
Esencialmente
somos unos seres peludos. Podemos renegar de ello pero si observamos
detenidamente nuestra piel nos daremos cuenta de que estamos cubiertos por
finos cabellos. Cuando llegamos a la pubertad
aparece otro tipo de pelo, el pelo androgénico. Dependiendo de los
niveles de andrógenos este pelo se transforma en pelo terminal en diferentes
partes del cuerpo; vello púbico y axilar en los dos sexos. En los hombres
además está el vello facial, el pectoral, el abdominal, el vello de las piernas
y brazos, y el vello de los pies. En las mujeres únicamente suelen presentar
vello más o menos visible en piernas, brazos y pies.
Es
aquí, con el llamado pelo terminal, cuando comienza nuestra tortura. Lo mismo
da si eres hombre o mujer, los cánones actuales mandan y depilarse para lucir
bien es un requisito. No tener pelo en las zonas antes descritas se relaciona a
la limpieza. La femineidad se asocia a la suavidad, a la tersura de la piel,
así que presentar pelo en zonas donde por nuestro sexo no es habitual tenerlo
puede crearnos un trauma importante.
Ahora
que el sol comienza a salir tímidamente de su hibernación y en nuestro
horizonte está más próximo el verano, eliminar nuestro vello vuelve a
convertirse en una preocupación.
Pero,
¿cuándo comenzó esto de la depilación?
Aunque
suene increíble tenemos que remontarnos muchos siglos atrás y detenernos en el
Antiguo Egipto.
Los
egipcios (3000 a.c.) tenían un elevado concepto de la Estética, la higiene y se
depilaban todo el cuerpo. Las mujeres usaban cremas depilatorias hechas con la
sangre de animales, tortugas, gusanos o la grasa de hipopótamo. En el papiro de
Eber (1500 a.C.) se cuenta que las mujeres usaban ceras que se hacían con
azúcar, agua, limón, aceite y miel ó sicomoro (árbol sagrado), goma y pepino. También
usaban cuchillas hechas con afiladas conchas de tortuga.
Los
hombres usaban navajas de silex, de cobre y de hierro y solían depilarse todo
el cuerpo. Los sacerdotes y sacerdotisas egipcias no podían entrar a los templos
sin cumplir con este ritual. Se aplicaba tanto para los sacerdotes como para
las sacerdotisas.
Entre
los romanos el cuidado del vello púbico era concienzudo. Se solía erradicar ya
desde la adolescencia, bien en privado o también en los baños públicos. Las
Romanas también lo hacían para estar bellas y comenzaban a depilarse el vello
púbico en la adolescencia cuando empezaba a aparecer. Usaban pinzas, llamadas
"volsella", "dropax" y ceras a base de resinas y brea
llamada "philotrum". En los baños públicos había cuartos para la
depilación. Existían esclavos especializados, "alipilarius" que
depilaban en los prostíbulos el vello púbico de las cortesanas.
Los
griegos consideraban que un cuerpo depilado era el ideal de belleza, juventud e
inocencia. Los artistas griegos realizaron bellas esculturas donde sobresalía el
gusto de la época. En ellas aparecen modelos, tanto masculinos como femeninos,
perfectamente depilados.
Era
usual en Grecia antigua la depilación del vello púbico, señal de distinción y
de rango social, por ello, se practicaba en las clases sociales altas. Usaban
la vela para quemar los vellos, abrasivos como la piedra pómez, ceras hechas
con sangre de animal, resinas, cenizas y minerales. Las hetairas usaban una crema
depilatoria llamada "dropax" pasta compuesta de vinagre y tierra de
Chipre.
En
la Edad Media aparecieron las primeras tijeras depilatorias fabricadas con las
quijadas de un pez, la palometa. Pero durante esta época las mujeres elaboraban
pastas que contenían arsénico, azufre y cal viva (oropimente) para usarlas en
la depilación. Hacían desaparecer el vello de las cejas, las sienes y la parte
más anterior del cabello. De esa forma solían ensanchar la frente y parecer más
bellas para los hombres de su época
Musulmanas,
judías y turcas cuidan especialmente la depilación. Según el Sunnah, las
mujeres musulmanas deben depilarse para mantener su cuerpo limpio. Para ello utilizaban
la técnica del hilo en las axilas y el pubis. Esta práctica se extendió a la
India, África y a otras regiones bajo influencia del Islam.
Los
turcos consideraban pecaminoso que una mujer dejara crecer el vello en sus
partes íntimas, razón por la cual los Baños Públicos tenían cuartos especiales,
llamados "hamams", donde las damas se depilaban, hoy todavía existen.
Muchos
pueblos de América afeitaban distintas partes de su cuerpo. Los Aborígenes
Argentinos que se depilaban eran los Puelches, Guenaken, Tehuelches, Araucanos
y los Avipones. Estos últimos fueron llamados "frentones" por los
españoles porque se depilaban el vello del rostro hasta la mitad de la cabeza,
incluidas las cejas y pestañas.
Pero
el hito en el mundo de la depilación llegó en la segunda mitad del siglo XVIII.
La invención por un barbero francés, Jean Jacques Perret, de la primera
maquinilla de afeitar con cuchilla revolucionó a occidente, consiguiendo hacer
que esta práctica fuera menos complicada y más placentera tanto para hombres
como para mujeres.
Hubo
que esperar hasta el siglo XX para que apareciera la primera maquinilla de
afeitar con hoja intercambiable fabricada por Gillette. Solo unos años después,
se populariza la utilización de la cera de abeja, de la resina y de la parafina
para fines depilatorios.
Durante
los años treinta del siglo pasado se produce otra invención que, junto a la
utilización de ropas que dejaban el cuerpo cada vez más al descubierto, dará un
nuevo impulso al mundo de la depilación. Se trata de la maquinilla de afeitar
eléctrica. Su fácil manejo hace que se implante sin ningún tipo de problemas en
el mundo del aseo y del cuidado personal. También comienzan a popularizarse
cada vez más, tanto la depilación eléctrica como las nuevas y cada vez más
eficaces cremas depilatorias, hasta llegar a la actualidad, donde el láser y
otras nuevas técnicas, ya muy sofisticadas y en algunos casos indoloras, van
haciendo cada vez más populares.
Más
En
el Renacimiento los artistas retrataron a mujeres con poco o nada de vello
púbico, como se ve en los cuadros: "Tres Gracias" de Rubens y
"Nacimiento de Venus" de Boticcelli. El hábito depilatorio cayó en
desuso después de que Catalina de Medici, entonces Reina de Francia, prohibiera
a las mujeres en gestación y a sus damas extraer su vello púbico.
El
cristianismo atacó duramente el acto de la depilación que asociaba a rituales
paganos. En los países con marcada religiosidad la depilación se redujo a su
mínima expresión; fue el caso de España, Francia, Italia, Alemania y Gran
Bretaña.
La
depilación por electrólisis se inició hace más de 100 años, gracias al
oftalmólogo Charles Michael. “Conectó una aguja con cable eléctrico a una
batería seca, lo insertó durante varios minutos de una pestaña encarnada,
destruyó el folículo y el pelo nunca volvió a crecer”
En
mayo de 1915 un anuncio publicado en la revista Harper’s Bazaar se dirigía
básicamente a lectoras de la alta sociedad norteamericana. En él aparecía la fotografía de una joven,
con los brazos en alto y descubiertos, con el lema:
“La
moda para el verano y el baile moderno se combinan para hacer necesaria la
eliminación del molesto vello”
A
partir de ahí, comenzaron a aparecer más campañas y diferentes productos para
imponer la depilación de las axilas entre las mujeres.
En
1982 un artículo escrito por Christine Hope en el Journal of American Culture,
"Cabello caucásico, cuerpo femenino y la cultura estadounidense", reveló
que el acto moderno de afeitarse debajo de los brazos y las piernas fue una habilidosa
campaña de marketing para vender maquinillas de afeitar, esto se dio a conocer
como La Gran Campaña de las Axilas.
Durante
la Segunda Guerra Mundial la escasez de medias de seda dejó al descubierto y sin disimular el vello en las
piernas de muchas mujeres. El auge en la moda de las “chicas pin-up” a través de la fotografía realizada a la
actriz Betty Grable, fue un importante desencadenante para que miles de mujeres
quisieran imitarla comenzando a depilarse las piernas.
Hay
zonas geográficas donde las mujeres son lampiñas, no tienen vello púbico, ni
apenas vello en otras partes del cuerpo. Lo mismo sucede con los hombres, por
ejemplo entre ciertas tribus indias de Norteamérica, o en zonas de extremo
oriente.
En
1960 Harold Maiman patenta el láser rubí para usarse en tratamientos
dermatológicos; la génesis de la depilación por láser actual.
8
de cada 10 hombres españoles afirma haberse depilado alguna vez el pelo del
cuerpo. Por comunidades los que más se depilan son los canarios seguidos de los
navarros.
En
Europa 77 millones de mujeres se depilan. En España la cifra anda sobre 12
millones.
Es
un falso mito que depilarse con cuchilla haga que salgan más pelos y más
oscuros.
En
los climas cálidos el pelo crece más deprisa.
Nuestro
pelo puede contener restos de distintos elementos, incluyendo el oro.
Un
hombre va a pasar 5 meses de su vida afeitándose. Pero si no lo hace, su barba
podría llegar a medir 9 metros.
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Hans Steininger tenía un récord Guiness: poseía la barba más larga de la historia, 1,40 metros. Lo irónico del caso es que fue su propia barba la que acabó con su vida. Un día hubo un incendio y al huir precipitadamente tropezó con ella, rompiéndose el cuello y muriendo en el acto. |
Un
estudio publicado en el British Medical Journal y coordinado por el dermatólogo
Francois Desruelles, del Hospital Alpe Maritimes de Francia, alerta de que la
popular “Depilación Brasileña” aumenta
el riesgo de infecciones de transmisión sexual.
Los
humanos estamos destinados a perder el vello porque el recalentamiento del
planeta llevará al Homo Sapiens a prescindir de esta capa aislante de frío.
Esto sucederá dentro de millones de años, mientras tanto seguiremos
depilándonos como desde los inicios de la humanidad.
Fuentes: Ya esta el listo que todo lo sabe,20 minutos, Imujer, Monografias, Curiosidad infinita.
Imágenes:
Google.