SALA
DE
LECTURA
* Viajes por el Scriptorium (Paul Auster)
Un hombre mayor está encerrado en una habitación, sentado en una cama. No recuerda quién es ni qué está haciendo allí.
Los pocos objetos que hay tienen una etiqueta con su nombre.
Sobre un escritorio ve una pila de fotografías y otras de papeles cuya importancia no es capaz de descifrar. Ignora que está siendo vigilado: lo que leemos es el informe de los movimientos de este amnésico personaje al que llaman Mr. Blank y de las sucesivas visitas que irá recibiendo a lo largo del día. Una serie de enigmáticos personajes relacionados de algún modo con su pasado pretenden ajustar cuentas con él. Se sienten agraviados y ahora reclaman justicia.
A pesar de todo, otros le muestran su gratitud, como la mujer que se encarga de cuidarle, Anna (a quien está especialmente unido pese a haberle hecho algo terrible que no logra recordar). Cada visita proporcionará nuevas pistas sobre la identidad y el oscuro pasado de Mr. Blank. Aunque le resultan vagamente familiares, no recuerda exactamente qué le liga a esas criaturas resentidas, pero sí se intuye responsable, o directamente culpable, de su destino: "Piensa que son los agentes a quienes ha enviado de misión a lo largo de los años, y tal como ocurrió con Anna, quizá algunos, muchos de ellos, o todos en general no salieron muy bien parados".
¿Quién es realmente Mr. Blank? ¿Cuál es su relación con esos personajes que lo tienen encerrado? ¿De qué lo acusan? Uno de los misteriosos manuscritos que hay entre los papeles del escritorio encierra la clave de su situación actual. La novela deviene entonces una inquietante mise en abyme en la que resuenan ecos de las principales obras de Paul Auster y pasa a ser una pieza central e imprescindible en el complejo puzzle metaliterario del escritor neoyorquino. Viajes por el Scriptorium es, en definitiva, una enigmática y fascinante reflexión puramente austeriana sobre las inextricables relaciones entre lenguaje, memoria e identidad.
Los pocos objetos que hay tienen una etiqueta con su nombre.
Sobre un escritorio ve una pila de fotografías y otras de papeles cuya importancia no es capaz de descifrar. Ignora que está siendo vigilado: lo que leemos es el informe de los movimientos de este amnésico personaje al que llaman Mr. Blank y de las sucesivas visitas que irá recibiendo a lo largo del día. Una serie de enigmáticos personajes relacionados de algún modo con su pasado pretenden ajustar cuentas con él. Se sienten agraviados y ahora reclaman justicia.
A pesar de todo, otros le muestran su gratitud, como la mujer que se encarga de cuidarle, Anna (a quien está especialmente unido pese a haberle hecho algo terrible que no logra recordar). Cada visita proporcionará nuevas pistas sobre la identidad y el oscuro pasado de Mr. Blank. Aunque le resultan vagamente familiares, no recuerda exactamente qué le liga a esas criaturas resentidas, pero sí se intuye responsable, o directamente culpable, de su destino: "Piensa que son los agentes a quienes ha enviado de misión a lo largo de los años, y tal como ocurrió con Anna, quizá algunos, muchos de ellos, o todos en general no salieron muy bien parados".
¿Quién es realmente Mr. Blank? ¿Cuál es su relación con esos personajes que lo tienen encerrado? ¿De qué lo acusan? Uno de los misteriosos manuscritos que hay entre los papeles del escritorio encierra la clave de su situación actual. La novela deviene entonces una inquietante mise en abyme en la que resuenan ecos de las principales obras de Paul Auster y pasa a ser una pieza central e imprescindible en el complejo puzzle metaliterario del escritor neoyorquino. Viajes por el Scriptorium es, en definitiva, una enigmática y fascinante reflexión puramente austeriana sobre las inextricables relaciones entre lenguaje, memoria e identidad.
Decepción. Eso es lo que sentí al cerrar el libro de Paul Auster. Me aburrí, la historia no me enganchó, no conecté en ningún momento con los personajes, y mucho menos con Mister Blank. La intriga del inicio, con una introducción que me llevó a pensar que disfrutaría desentrañando el misterio, se diluyó apenas en unas páginas. Y es que la historia, estrafalaria y caótica, no se sustenta y renquea hasta el final. Tengo la sensación de que fue escrita con desgana, sin la intención de hacer una obra, si no grande al menos digna. Al terminarla recordé con cierta nostalgia a Unamuno, y su “Niebla”.
Es una pena, porque me habían hablado muy bien de Paul Auster y tenía curiosidad por leer algo suyo, pero esta mala elección me ha echado para atrás. Dudo que, con lo mal que están las cosas, vuelva a invertir un solo euro en su obra aunque esta decisión esté motivada por el cabreo que da gastar dinero en un producto que no cumple con las expectativas. Reconozco al menos que está bien escrita, pero algunas escenas me han parecido obscenas, patéticas y claustrofóbicas. “Viajes por el Scriptorium” no me ha convencido.
8 comentarios:
Raquel, corazón, gracias a tu opinión que me parece muy válida, evitaré leerlo.
Deberías de leer el blog de un compañero nuestro que lo tengo en mis enlaces y se llama Fede, porque te gustaría intercambiar opiniones con él. Sé que congeniaríais porque teneis los mismos gustos y al igual que tú es una persona estupenda.
Gracias por la reseña :)
Mil besos y mil rosas.
Pues como me fío de ti, y como tengo una pila de libros sin leer, voy a borrarlo de la lista por ahora, porque tampoco me ha generado mucho interés. Abrazos
Lo estoy empezando a leer, hay que ller los libros tanto recomendados como no recomendados, así cada uno se forma una opinión, porque como nadie es igual a nadie puede que a mí me acabe gustando. Tengo la sensación de que no, pero no voy a rendirme en la página 80. En fin, a veces prefiero otra lectura como mas de humor, de aventura, pero para ser un lector completo hay que leer de todo.
Besos:)
a mí en cambio sí me gustó. Paul Auster me gusta en general. Y todo su mundo de personajes que saltan de novela a novela definen su obra como un todo. Más allá del misterio que encierra la historia de Mr Blank, me gustó volver a pasearme por todos esos personajes en esa nueva perspectiva.
Hay opiniones para todo. Me encanta esa diversidad:)
Salud!
Me ha picado el gusanillo. Ay, sí, lo sé, que tu intención es advertirnos y que no perdamos el tiempo, pero......... Lo tengo que intentar !!!!!!!!
Un gran abrazo
Malena, anoto tu recomendación, me gusta conocer gente que comparte gustos.
Muchos besos.
Ligia, un abrazo.
Ana, tienes razón. Yo solo doy mi opinión, pero cada uno es un mundo y para gustos colores. No te creas, muhcas veces me he fiado de una recomendación y me ha defraudado, así que lo mejor es hacer caso al instinto; si te motiva bien, pero si no, lo mejor es pasar a otra cosa.
Un beso.
Si, No Surrender, lo bueno es la diverdidad. Creo que para comprender el libro un poco mejor tendría que haber empezado por otros libros de su obra, pero ya es tarde.
Saludos.
Y haces muy bien, Ágape. Para gustos...ya sabes.
Un abrazo.
Yo estoy contigo Raquel; hay escritores como éste que se le dio demasiada publicidad, ha sido durante tiempo el símbolo de los "progues" esos que aunque no entiendan ni J, piensan que quedan estupendamente hablando de estos mitos y haciéndose los entendidos.
Por lo tanto desmitificando a Auster, que escribió cosas estupendas (sobre todo las primeras) y otras no sólo apurado como dices, ni siquiera las escribió él, ya que es uno de los que han usado "negros", dada la demanda editorial y la falta de tiempo que fue creando la mitificación y propaganda de su nombre.
O sea que nos queda la duda si éste es de él o sólo revisado de forma apresurada por él.
Estupendo (no sé para qué te lo digo si ya lo sabes) :)
Vaya, Miguel, no sabía eso. De Paul Auster me han hablado maravillas, por eso mi decepción fue tan grande. Puede ser que haya utilizado un “negro”, pero si es así es tirar piedras sobre su propio tejado. Sería más honesto no sacar un libro si no tiene libro que sacar, o si las musas se exiliaron definitivamente, aunque tenga mucha gente presionando para que publique algo nuevo. Es lógico que esté quemado, cada vez se le exigirá más, eso es lo malo de ser un referente literario.
Un beso.
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