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4 de marzo de 2009

Plantar un árbol...



Resulta inevitable mencionar al poeta cubano José Martí. Él dijo que para ser una persona completa había que llevar a cabo estas tres acciones: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Si me guío por la frase, estoy bastante lejos de sentirme una persona completa; ni tengo hijos ni he escrito un libro, aunque sí he plantado un árbol. Bueno, algo es algo. Pero una duda me corroe. Una duda que, me temo, sólo podré despejar el hipotético día en que vea realizadas esas acciones. ¿Podrá un hijo y un libro convertirme en una persona completa? ¿Qué significa ser una persona completa?

Supongo que José Martí se refería a dejar un legado a la humanidad. Para que las generaciones futuras tengan constancia de nuestra existencia y trascendencia. Sentir que, de una forma u otra, nos hemos ganado la inmortalidad; que este juego tiene algo de sentido, que no desapareceremos del todo después de morir. Ahí quedaran nuestras obras. El árbol crecerá y dará frutos. El hijo crecerá y tendrá hijos. El libro hablara con nuestra voz cuando su eco se haya extinguido. Puede que sí. O puede que el árbol sea arrancado por el viento; que el hijo sea estéril; que el libro se pudra en un estante polvoriento hasta desintegrarse. Puede que la certeza de “pasar sin más” sea demasiado insoportable para tolerarla y que nos agarremos a la esperanza de trascender para aliviar nuestra alma.

Yo dudo que hacer algo si no estamos plenamente conscientes de ello pueda convertirnos en personas mejores. Porque a veces esas decisiones poco meditadas las pagamos demasiado caras. Hacer algo porque es un dictado de la sociedad, del entorno, de la familia, con el pretexto de que eso “nos hará ser mejores personas” es un error. Meterse en una hipoteca a sesenta años sin tener estabilidad laboral porque hay que ser propietario; vivir a dieta permanente y obsesionados con la báscula porque ser delgado es lo que se lleva; estudiar derecho como papá porque es tradición familiar…Si vivimos agobiados porque tenemos que cumplir con el deber, ¿cómo puede ese sentimiento convertirnos en personas plenas?
No se trata de darle la espalda a las responsabilidades, se trata de escuchar más a nuestro corazón. De t
ener un momento para plantar un árbol, para escribir un libro, para cuidar a un hijo…o, simplemente, para ser las personas que queremos ser.

Árbol de mi alma

Como un ave que cruza el aire claro
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura:
Cuchichean las hojas: tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio: bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos: de las flores
Los gusanos del pétalo comido
Separo: oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha
Apresto el corazón enajenado!

José Martí

4 comentarios:

Ligia dijo...

Totalmente de acuerdo con tus reflexiones, Raquel.Hacer siempre lo que nos pida el corazón, y si nos quedamos sin alguna de esas tres cosas, seguro que haremos otras tan valiosas. Abrazos

Anónimo dijo...

Yo también estoy de acuerdo con lo que dices en este último pos. Lo más importante para sentirse plenos no es hacer aquello que nos imponen, es hacer lo que nos gusta,lo que nos llena de vida e ilusiones, y sobre todo...ser FELICES mientras lo hacemos!!!.
MUAKSSS grande grande!! ;)

Raquel dijo...

Buscar lo que nos llena, eso es lo importante,lo que vale, lo que podemos llevarnos de este mundo.

Un abrazo para las dos.

Y un MUAKSSS gigante para mi hermanita.

Anónimo dijo...

En mi comentario anterior...pos* no, post quería decir =) la t se quedó en camino jajaj.

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