Como consecuencia de la sequía que asolaba el departamento mexicano de Las Castañas, en 1833, el Alcalde mayor del pueblo decretó:
Art.1: Si en ocho días desde la fecha, no llueve abundantemente, nadie irá a misa ni rezará.
Art.2: Si la sequía dura ocho días más, serán quemadas las iglesias, conventos, capillas...
Art.3: Si tampoco llueve en otros ocho días, serán degollados los clérigos, frailes, monjas, beatas y santurrones.
Además añadía: "Y por el presente se conceden facultades para cometer toda clase de pecados, para que el Supremo Hacedor entienda con quién tiene que vérselas". La noticia fue publicada en el diario La Libertad.
Afortunadamente, llovió a los tres días de la proclama.
7 comentarios:
Jajajajajaja, toma qué drástico. Ufff, desde ese día los clérigos, frailes, monjas, beatas y santurrones veneran la lluvia como los aztecas :))))
Besos
Y más les vale, por lo que pueda pasar XDD
Un beso.
...una vez más se hacen presentes los grandes logros de la humanidad jajajaja chantaje no, poder sí.
Un abrazo Raquel.
Alejo
Tremenda historia, como se puso de chulito el alcalde, menudos decretos... ¡y menos mal que llovio!
Curiosa historia.
Un beso
:)
Vaya, ¡qué historia!
Aunque lo primero, lo veo casi imposible de cumplir... Creo que más de una persona rezaría pidiendo que lloviera, además de otros motivos para rezar que pudieran tener.
Y cuando hay que preocuparse de verdad es al llegar a los 16.
Menos mal que sólo fueron 3 días. ¡Menos mal!
Un beso :)
Curioso, muy curioso y commovedor al fe de ese hombre y su orgullo...un abrazo.
Pues sí, Alejo :)
Un abrazo y gracias por dejarte caer por aquí.
El hombre se puso farruco y menos mal que llovió, porque me parece que la amenaza iba en serio y todo.
Un beso grande Ana :)
Y menso mal que fue a los tres días, que mira por donde es muy biblico; llovió a los tres días...
Un abrazo :)
Bueno conmovedor no lo es mucho, más bien amenazador. Pero bueno tuvo un final feliz.
Un abrazo :)
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