Aprender
es un proceso que dura toda la vida. En los primeros años, los más importantes
en dicho desarrollo, todo es nuevo y el mundo enorme. Los primeros pasos; las
primeras palabras; millones de estímulos en un entorno que va ganando nitidez
poco a poco. Ganamos capacidades a medida que los retos se vuelven más
complicados. Así es la vida. Lo que aprendes haz de seguir aprendiéndolo o
puedes correr el riesgo de olvidarlo.
A
medida que te superas necesitarás de desafíos más exigentes.
Hemos
recibido millones de lecciones, y si hemos sido de los suertudos es probable
que nos hayamos topado con un profesor o profesora que nos motivara, que nos
diera lecciones pero no sólo de las que consisten en calcular bien la raíz cuadrada o la
declinación de algún verbo. Sino esas otras lecciones que guardamos como un
tesoro y que nos han ayudado a afrontar las dificultades. Porque si hay una
lección obligatoria es esta, no importa lo que hagas, la vida te llevará
inevitablemente a ese capítulo. Vendrán los problemas aunque no los busques; lo
positivo es que si los afrontas con buena actitud te dejaran importantes enseñanzas vitales. Como dice el
refranero español, ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
Y
aunque no hay que desestimar la labor de los profes en esto de aprender vamos a
ser claros, las mejores lecciones no nos las van a dar ellos… A veces las encontraremos en las personas, en los
momentos, y en las situaciones más inesperadas. Lecciones buenas, que nos harán
plantearnos para mejor la manera de ver lo que nos rodea; lecciones malas, en
las que descubriremos que el mundo tiene aristas afiladas y que no es un lugar
tan idílico como pensábamos. Vivir es enfrentarse a las elecciones y sus
consecuencias. Deberemos tomar
decisiones, arriesgar, caminar sobre la cuerda floja, quizás escuchar cosas que
no nos gusten; probablemente tendremos que lidiar con la frustración cuando no
veamos resultados tan pronto como pensamos.
Pero al final, cuando todo pase, valoraremos ese esfuerzo, esa piedra en
el camino, esa charla, la exigencia, los
días de estudio.
Llega
septiembre y para mí siempre ha sido un mes de inicios, adaptaciones y sobre
todo de lecciones. Desde este Desván Secreto, pensando en todos esos alumnos
que deben volver a las aulas y a la tortura de un sistema de enseñanza que no
es precisamente motivador, he pensado en esos maestros, esos sabios del cine,
el cine como no, porque el cine me ha dejado grandes enseñanzas que me han
guiado en muchos momentos. Mi pequeño homenaje a ellos, a los maestros, al
cine, y a los otros profes que pasaron por mi vida para darme los consejos que,
sin yo saberlo en ese momento, me han ayudado a caminar por este sendero de la
vida.
5 comentarios:
Bonitas reflexiones, Raquel. Siempre nos quedará en la memoria los "buenos" profesores que tuvimos y las enseñanzas que recibimos. Hoy día es difícil ejercer de buen profesor...
Abrazos
Es una suerte que le cine nos haya dado estas lecciones, grandes lecciones que tú has resumido muy bien.
Me gusta mucho la primera, la de "El Club de los poetas muertos", hay que mirar la vida desde distintas perspectivas.
Un beso grande.
Gracias por la lección, siempre me enriquezca visitando tu blog.
El vídeo muy bueno, el cine también enseña.
Besos ♥️
Muchas gracias por vuestros comentarios, se agradecen ;)
Besos y abrazos, Ligia, Montse y Ana :)
¡Impresionante reflexión, Rachel!
Empezar además con Robin Williams ha sido especial. Me emociona esa película.
Tengo que agradecer a la vida los profesores que me invitaron a pensar más que a memorizar. Fueron muchos.
Con tu escrito nos haces darnos cuenta de que nos sentimos muy agradecidos por los consejos que cada persona nos ha regalado, e incluso por los desafíos a los que nos hemos visto empujados.
Gracias por tus palabras, amiga.
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