Con el tiempo las casas se convierten en lo que son
los que las habitan.
Una casa puede albergar sueños y fantasmas, ser una
trampa, una cárcel, un lugar para ser uno mismo o un sitio al que estar atado
de por vida. Una casa no siempre es un hogar pero un hogar siempre es una
sensación. Y una película de fantasmas victorianos puede ser al mismo tiempo una
historia de amor. Amor que justifica cada acto por perverso que sea. Amor que
crea monstruos, que puede ser pasional o enfermizo, dulce o tierno. Amor que
nos hace mejores. Amor al que nos entregamos ciegamente creyendo que nos
salvara, de nosotros mismos o de la soledad.
Amor, catalizador de miserias o bondades.
La cumbre escarlata no es una película de miedo. Los
fantasmas que la pueblan no son fantasmas. Son metáforas del pasado. Igual que
su escenario principal, esa fantástica y decrepita mansión rodeada de nieve y
arcilla roja, no sólo es un escenario. Simboliza lo que se han convertido sus
moradores. Un agujero en el tejado. Paredes que resuman la espesa arcilla que
poco a poco va engullendo la casa. Un húmedo ascensor que es una garganta
enferma, un sótano donde se esconden bajo llave muchos secretos. Paredes frías,
como una piel erizada por el miedo y la tristeza. Y cercándola kilómetros de
desolación, de llanura yerma, como una alusión a lo que significa vivir de
espaldas al mundo, encerrados en una
macabra subsistencia. Porque nada florece donde no hay amor. Y lo que brota de
esa tierra es algo denso y oscuro, algo que va carcomiendo los cimientos de
nuestra existencia hasta consumirnos. El amor no siempre puede salvarnos de
nosotros mismos.
La cumbre escarlata es ante todo un espectáculo visual
de colores vibrantes, donde destaca como no podía ser de otra manera ese
escarlata que brota del suelo y las paredes, y con el que se nos presenta a uno
de sus personajes principales, envuelta en una seda tan roja como la sangre. Azules,
morados o amarillos; el vestuario es
increíble, a la altura del diseño de los escenarios que respiran por sí mismos
y que se convierten en ejes fundamentales de esta historia; convirtiéndose en uno
de los aspectos más cuidados de la película junto a la fotografía.
Hay muchos guiños y referencias, como esa pelota roja
que recuerda a esa otra de Al final de la escalera. O ese romanticismo gótico,
intenso y pasional que evoca al de Mina
y el Conde en la película de Francis Ford Copolla. Esa estructura de una
historia de las hermanas Brönte, ese ambiente oscuro y ponzoñoso de un cuento de
Edgar Allan Poe. O esa protagonista que comparte cosas en común con la chica
sin nombre de la Rebeca de Hitchcock. Quizás hay demasiados retales en esta
historia. No hay sorpresas en su trama previsible, culpa de un guión demasiado
básico, pero suficientemente solvente para entretener las dos horas que dura la
película, y ser al mismo tiempo un homenaje a aquellas añejas y polvorientas producciones
de la Hammer.
Mia Wasikowska, Jessica Chastain y Tom Hiddleston son
el trío protagonista, y los tres destacan en su labor, consiguiendo que sus personajes
tengan aristas y caras.
Recomendable.
5 comentarios:
¡Qué fotografía! ¿Por qué será que los mejores fantasmas son los victorianos?
Muy buena reseña, muy bien expresadas las ideas, con mucha psicología.
Me gustó mucho la película, ese ambiente, los personajes, los fantasmas, el color. Una fórmula sencilla pero bonita.
Besos
:D
Tendré que ver esa película de vestuario impecable y extraída de recortes de las grandes sin copiarlas ni desmerecerlas.
Raquel me gusta como relatas las reseñas, las vives y las sientes, analizas el mensaje que transmite.
Muchos besos.
Parece que merece la pena... Gracias por la reseña. Abrazos
Porque tienen los mejores escenarios, es que no es lo mismo asustar en un caserón de ese estilo a hacerlo en un pisito de los actuales :)
Un saludo Ali :)
Gracias Ana. Sí, es muy visual, se te queda en la retina mucho tiempo.
Un beso :)
Gracias Montse, siempre trato de hacerlo, vivir lo que escribo y narrarlo lo más ajustado a mis emociones.
Sin duda tienes que verla, seguro que te gustará.
Muchos besos :)
Gracias a ti, Ligia, por visitar mi desván. Si puedes verla te la recomiendo.
Un abrazo :)
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