El atlas de las nubes
“El atlas de las nubes” explora cómo las
acciones y consecuencias de las vidas individuales tienen repercusiones entre
sí a través del pasado, el presente y el futuro. Acción, misterio y romance se
entretejen dramáticamente a través de la historia mientras un alma pasa de ser
un asesino a un héroe, y un simple acto de piedad se propaga a través de los
siglos para inspirar una revolución en el futuro lejano. Cada miembro del
reparto aparece en múltiples papeles a medida que la historia se desarrolla a
lo largo del tiempo.
Ya
hacía mucho tiempo que no tenía noticias de los hermanos Wachowki;
concretamente desde la abstrusa culminación de la saga Matrix, allá en el lejano 2003.
Durante
estos años sin verles el pelo es muy probable que hayan estado dedicados a
intentar pulir su manoseado concepto de historias futuristas; pues su nueva
producción, El atlas de las nubes, se extiende desde el siglo XIX hasta el
XXIV, donde nuevamente el futuro que nos vaticinan es de
todo menos esperanzador.
La
titánica propuesta que nos presentan Tom Tykwer, tercer director de la
película, y los Wachowki, no puede ser más enrevesada. Una trama compuesta por seis historias
diferentes, supuestamente entrelazadas, que se alternan incoherentemente
durante las interminables tres horas de metraje.
Encontrar
la relación entre personajes, muchos y confusos, e historias, dispersas y
mareantes, es un desafío al nivel del mejor acertijo. Casi imposible. Al menos
a mi me costó centrarme, comprender lo que estaba viendo, y sinceramente
interesarme aunque fuera un poquito por lo que trataban de contarme.
La
película se me hizo larga, ni siquiera amena en sus partes buenas; por
suerte tiene algunas. El trabajo de los
actores me resultó correcto en el caso de Tom Hanks, Halle Berry o Jim
Broadbent, al igual que el trabajo de maquillaje al que fueron sometidos para
elaborar sus múltiples y dispares identidades, con cambio de sexos y razas
incluidas; pero algo le falta a esta narración para poder conquistar sin reticencias.
Quizás un ritmo mejor llevado. Un esquema de personajes mejor hecho. Algo más
perdurable en la memoria que lo presentado. Sin ir más lejos, la estética
futurista recuerda demasiado a otras pelis de culto del mismo género, Blade
Runner, su ejemplo más notorio. Aunque tengo que decir, que de todas las
historias que se narran, la ubicada en el futuro es la que más me gustó; la más
sólida.
Una
película extraña… 4,6
Jack el caza gigantes
“Jack el caza gigantes” es una
adaptación adulta del popular cuento de “Las habichuelas mágicas” y nos cuenta
la historia de una antigua guerra que se reactiva cuando un joven granjero, sin
ser consciente de ello, abre una puerta entre nuestro mundo y una aterradora
raza de gigantes. Sueltos por la Tierra por primera vez en siglos, los gigantes
se esfuerzan por reclamar la tierra que una vez perdieron, obligando al joven
Jack a entablar la batalla de su vida para detenerlos. Luchando por un reino,
por su pueblo y por el amor de una valiente princesa, se enfrentará cara a cara
con unos incontenibles guerreros que pensaba que solo existían en las leyendas
y, de esa manera, tendrá la oportunidad de convertirse él mismo en una leyenda.
Los
cuentos populares se han convertido en la nueva mina a explotar por los
productores de Hollywood. En los últimos tiempos se han llevado a la pantalla
grande numerosas versiones de los clásicos de los hermanos Grimm, y otras
tantas de los cuentos de Hans Christian Andersen. El bodrio más reciente que
tenido el sonrojo de padecer fue, Hansel
y Gretel, cazadores de brujas; los Grimm deben estar revolcándose allá en donde
estén. Al igual que yo me revuelvo sólo de pensar que su gran legado de historias siga pisoteándose
con tanta impunidad.
Me
encantan los cuentos, y si además van acompañados de ilustraciones su valor se
multiplica. La calidad de un cuento la mido también por lo visual.
Cuando
pienso en cómo se debería transferir la esencia de estas fábulas al cine me
vienen a la mente las ilustraciones de Arthur Rackman o Edmund Dulas; con esa gama
de colores, esa textura, esa luz, que parece sacada de los sueños. La esencia
de los cuentos que tan bien se plasmó en La princesa prometida; en la que se
conjugaban a la perfección aventura, romance, y acción.
En
la parte visual, Jack el caza gigantes, lo hace genial. Los decorados,
escenarios, localizaciones, el diseño de vestuario y de producción son
magníficos. Los efectos especiales son de lo mejor que he visto en los últimos
tiempos.
Pero,
y aquí llega el gran pero, los responsables de la cinta, su director Bryan
Singer y los cuatro guionistas, se limitaron a trabajar sobre algo ya hecho
para no hacer nada, es decir, simplemente hicieron bonito el envoltorio.
Debieron
pensar que si Andersen ya les había hecho el trabajo sucio hace unos cuantos siglos,
y lo había bordado, ¿para qué romperse la cabeza haciendo más?
Siempre
se pueden meter unas cuantas escenas de batalla, estilo “El señor de los
anillos”, que son un recurso imprescindible dentro del género fantástico de los
últimos años.
Y
no es que esté en contra de eso. Pero hubiera quedado mejor si todas las partes
estuvieran compensadas.
Los
personajes principales, Jack y la princesa, interpretados por los noveles
Nicholas Hoult y Eleanor Tomlinson, no pueden ser más previsibles. No
evolucionan, ni son interesantes. Tampoco el plantel de secundarios destaca
especialmente; Ewan McGregor, Stanley Tucci, Ian McShane, no aportan novedad en
sus roles tantas veces vistos ya en otras cintas del género.
Hace
unos años me hubiera entretenido más, pero hoy en día si no se innova, más allá
de meter efectos digitales y batallas de acción que nos sabemos de memoria, lo
visto me provoca aburrimiento.
Los
malos son malos de manual. Los buenos también. Porque ni siquiera se han
molestado en hacerlos un poco carismáticos. Son planos, y se mueven en un plano visto; repitiendo
movimientos y situaciones.
Es
lamentable que algo que despertaba la imaginación de nuestros antepasados, hoy
apague la nuestra, haciéndonos creer que en esta generación eso de fabular está
en serio peligro de extinción. 6
La noche más oscura
La captura de Osama Bin Laden preocupó
al mundo y a dos administraciones presidenciales estadounidenses durante más de
una década. Al final, un pequeño grupo de agentes de la CIA le encontró. Fue una
misión llevada a cabo en el secreto más absoluto. Algunos detalles han salido a
la luz, pero las partes más significativas de la operación secreta y, sobre
todo, el papel que jugó el equipo de agentes, se verán por primera vez en “La
noche más oscura (Zero dark thirty)”. La descripción de la busca y captura de
Bin Laden lleva al espectador hasta el corazón del poder y a la primera línea
de la histórica misión, que culmina en el asalto por parte de las fuerzas
especiales a una misteriosa residencia en Pakistán.
Tenía pendiente ver La noche más oscura; estrenada hace unos meses en nuestro país, y nominada al Oscar este mismo año.
Tras
verla, mi impresión es que se trata de ese tipo de películas que son capaces de
echarte un lazo y llevarte a su terreno.
Ese
tipo de películas que crean una atmósfera que terminas respirando, como si no
lo presenciaras; como si, en un rinconcito, escondida, fueras también participe
en vivo de lo que pasa. Ni siquiera es ficción. Lo sientes real, como si de
verdad estuviera sucediendo; como si no fueran actores, ni decorados, ni frases
de guión. Se ve auténtico. Al margen de que quizás sólo sea una versión
ficticia urdida por políticos y mandatarios para consolar a una sociedad que
esperaba ese desenlace desde el 2001.
¿Cómo
saber a ciencia cierta si esa es la verdad, o tan sólo la mejor versión de una
beneficiosa mentira?
No
deja de extrañar que todos los que participaron en la captura y ejecución de
Osama Bin Laden hayan muerto; que todos los que fueron testigos de primera mano
ya no estén, ni puedan desmentir la información oficial.
Verdad
o mentira, lo que si es cierto es que tras los atentados del 11S la sociedad
Norteamérica, ya de por si obsesionada con las amenazas extranjeras, agravó su
obsesión.
A
pocos les importaba en qué forma se administraba justicia, más bien venganza,
si con eso se paliaba el dolor de la herida abierta en New York.
Y
Kathryn Bigelow no es hipócrita al intentar negarlo. En la noche más oscura nos
enseña sin censura las torturas ejecutadas por los marines contra los
prisioneros, sospechosos de colaborar con la red terrorista. Igual de cruda es
la escena final de la película, con el asalto a la casa donde se oculta el líder
de Al Qaeda y su familia.
Esta
crudeza descarnada nos hace cuestionarnos dónde se encuentran los límites; si
todo está permitido; si las vejaciones y el asesinato son lícitos cuando lo que
está en juego es el honor de una nación.
Es
el personaje de Maya, interpretado por una convincente y lucida Jessica
Chastain, quien nos lleva de la mano durante todo el metraje. Para mi hace un
trabajo de diez.
Muy
recomendable. 8
La Huésped
En “The host (La huésped)”, nuestro
mundo ha sido invadido por un enemigo desconocido. Los seres humanos se han
convertido en huéspedes de los invasores, que se han apoderado de sus mentes
manteniendo el cuerpo intacto. Casi toda la humanidad ha sucumbido a esta invasión.
Cuando Melanie (Saoirse Ronan), uno de los pocos humanos “salvajes” que quedan,
se ve capturada, está convencida de que ha llegado su fin. Wanderer, el “alma”
invasora asignada al cuerpo de Melanie, ya está avisada de las dificultades que
implica vivir dentro de un ser humano: las emociones irrefrenables, el torrente
de sensaciones, los recuerdos demasiado vívidos… Pero hay algo con lo que
Wanderer no contaba: la antigua inquilina de su cuerpo se niega a cederle el
control de su mente. Cuando unas fuerzas externas obligan a Wanderer y a
Melanie a aliarse, ambas emprenden una incierta y peligrosa búsqueda del hombre
al que aman.
Que
Stephenie Meyer obtuviera un bombazo con Crepúsculo le garantizaba una de las
mejores cosas que le pueden suceder a un escritor; la posibilidad de seguir
publicando, y también que el resultado de su esfuerzo fuera llevado a la
pantalla grande.
“The
Host”, en español “La huésped”, salió publicado en 2008 pero no tuvo ni de
lejos la aceptación de su saga más conocida. Aún así la adaptación
cinematográfica era cosa hecha, y el encargado de hacerla fue Andrew Niccol,
director de “Gattaca” y guionista de “El show de Truman”; y no sabéis lo mucho
que me decepcionó enterarme de esto. Me
cuesta creer que el guionista de “El show de Truman” y “La huésped” sean la
misma persona, porque lo peor de esta película es el guión, sin ninguna duda.
No
he leído el libro de Meyer, pero el material del que partía tenía
posibilidades, al menos para hacer algo entretenido.
Arranca
bien, con un comienzo que promete algo más de acción, pero toda la acción que
puede haber se estanca a la media hora, y la película dura dos horas y
diez. Así que durante minutos y minutos
uno espera que vaya a pasar algo que rompa la monotonía que llena la pantalla… y no pasa nada.
Me
he enterado que la Meyer quería convertir su libro en una trilogía, y que ya
tenía incluso pensado los títulos de las posibles continuaciones, aunque al
parecer estaba esperando para ver si la película triunfaba para decidirse a
escribirlas o no. Por lo visto si eres
un escritor de moda esto es lo que pasa, que sacrificas tus ideas en base a si
te reportan más o menos dinero.
La
verdad es que poco más se puede decir. Aunque la Meyer escribió la novela
enfocándola hacia un público más adulto en realidad va dirigida a un público
muy específico; es decir que si eres mujer, estás entre la adolescencia y los
veinte y muy pocos, y te gustan las sosas historias de amores a tres bandas,
estarás de enhorabuena con “La huésped”.
Mención
especial se merecen los malos de la función, que rivalizan con los Vulturis por
el primer puesto de malos de pacotilla. Ojo al pegote final injertado con la
finalidad de facilitar la posible continuación de la historia; totalmente
innecesario. 4
1 comentario:
4 pelis muy diferentes. Ninguna me desagrado especialmente, todas me entretuvieron.
Sólo un punto lo de Meyer me choca, sacrificas tus historias en base a si son rentables, eso es amor por tus libros ¿eh? Mercantilismo y encima tiene suerte de publicar "lo que quiere".
:)
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