Realzada por una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine, la escena del vuelo sobre Kenia es mi favorita. La fotografía de la película, evocadora y hermosa, consiguió hacerse con el oscar en 1985, así mismo la banda sonora, del magistral John Barry, logró también la preciada estatuilla. Una de esas películas que es imposible no volver a ver. Deliciosa, mágica, romántica, bella…Un placer que se disfruta con los cinco sentidos.
…Una vez en la vida.
Otra escena memorable, precisamente por su carga emotiva. Otra película a la que es obligado regresar, si es en una tarde lluviosa, gris y melancólica mejor que mejor. ¿Pueden cuatro días sustentarnos el resto de la vida? Yo creo firmemente que sí. Esta película va sobre eso tan denostado y ridiculizado en Hollywood: sobre el amor; un amor sin edad, sin tiempo. Una historia tan simple que ha sido contada miles de veces: dos personas que se encuentran casualmente y se enamoran. Ella, un ama de casa, y él, fotógrafo, viajero, un ser sensible. Un puente, una invitación y la pasión que surge inesperadamente de la rutina y la resignación. Este es un amor que todos quisiéramos encontrar.
“Creo que los lugares en que he estado y las fotos que he hecho durante mi vida me han estado conduciendo hacia ti.”
Steve MacQueen no necesitó dobles en casi todas las escenas de persecución, pues era un apasionado de las motos y la velocidad, sólo en la escena final del salto de 18 metros sobre la alambrada requirió de un doble por lo arriesgado de la maniobra.
He confesado en alguna ocasión mi admiración por Bill Murray, y no podía dejar pasar la ocasión sin hablar de una película estupenda y francamente divertida como es “Atrapado en el tiempo: El día de la marmota”. Sinceramente en mi vida me he reído más que la primera vez que la vi. La película cuenta una curiosa situación: en un pequeño pueblo de Pennsylvania un periodista gruñón y antipático se ve condenado a revivir, una y otra vez, el mismo día. Todo se repite, excepto su percepción de que, lo que le sucede en cada momento, ya lo ha vivido.
Ahora están muy de moda las películas de superhéroes pero en 31 años nadie ha logrado desbancar al hombre de acero. Hay muchas escenas memorables, a mi me gustan la del helicóptero y cuando, al final, Superman no llega a tiempo para salvar a Lois que ha caído con su coche en una grieta en el suelo. Pero la escena más vistosa es la del vuelo por la ciudad de Metrópolis.
En un pequeño pueblo norteamericano, cuando el sherif Barnum investiga el fallecimiento de un anciano, descubre a su nieto adolescente viviendo en su granja. Sin más parientes vivos, ha vivido aislado del resto del mundo, que sólo conoce a través de los libros que ha leído. Enviado a un orfanato estatal para chicos inadaptados, el extraño muchacho tendrá serios problemas para integrarse socialmente con los demás internos. Su extraña apariencia -albina y sin cabellos-, su extraordinaria inteligencia y, sobre todo, sus inusuales y asombrosos poderes sobrenaturales, provocarán el miedo y la burla de los vecinos de la localidad.
Una historia de gran sensibilidad y belleza. Una escena emotiva e intensa. Es un alivio saber que nuestra materia, la que enciende nuestro cuerpo, la que nos emociona y nos pone furiosos, la responsable de nuestros sueños, no muere, porque la energía nunca muere, se transforma.
¿Qué decir de esta soberbia escena de los hermanos Marx? Nada que no se haya dicho ya cientos de veces. Divertidísima comedia condimentada con el agudo ingenio del irrepetible Groucho Marx. Disfrútala.
Hay ocasiones en que sobran las palabras, porque no hay palabras capaces de describir un horror semejante a la del holocausto judío. Es difícil hablar de una película como ésta, tan directa y desgarradora. La lista de Schindler es otro ejemplo de la importancia que tiene contar con una buena banda sonora. Soy consciente de que ninguna música estaría a la altura de estos hechos, pero John Williams es un experto e hizo un estupendo trabajo; esos violines lloran y hacen llorar. La lista de Schindler fue uno de los proyectos más personales de Steven Spielberg, su nivel de implicación fue total, llegó a decir: “Me he preparado para esta película durante toda mi vida”. Grabada en blanco y negro la cinta fue un éxito en su año de estreno, ganando siete premios Oscar.
La escena final, con un Oskar abatido, llorando ante las personas a las que pudo ayudar, es indescriptible, realmente estremecedora.
“Quien salva una vida, salva al mundo entero”.
“Los goonies” ha sido y sigue siendo una de las películas claves de mi niñez. La habré visto cien veces y puedo decir que, hoy por hoy, no he encontrado mejor entretenimiento. Es extraño que estas películas tengan ese poder de atracción y fascinación. Una caía en su embrujo como si las viviera en primera persona, traspasando la pantalla, sintiendo cada situación divertida o emocionante. Pocas películas hoy en día consiguen tener ese efecto en mí. Y claro, también está el desván, un elemento sugerente repleto de tesoros y prohibido por orden paterna; el lugar del que parte todo y que me inspiró el titulo de mi blog.
Los que ronden los treinta me entenderán: ya no se hacen películas así, los jóvenes de hoy van a ver horribles musicales de niños guapos o películas de terror sin argumento; ya no hay espacio para películas “blancas”. Esta es la película del sábado por la tarde, la aventura soñada de todo niño. Lo tenía todo, mucha aventura, un poco de amor, una pizca de humor, una cucharadita de misterio, bicicletas y mapas del tesoro, un barco pirata, un monstruo de buen corazón, unos malos de película, un pozo de los deseos, un aventurero aplastado por las “tuampas” de Billy el Tuerto, helados de chocolate, un grupo de amigos que no recuerdas cuándo o dónde conociste pero que siempre han estado ahí…Todo eso que cuando tienes once años forman parte de un mundo rico y maravilloso capaz de llevarte a cualquier parte. ¿Por qué será que todos los que vivimos esa época hablamos de ella con nostalgia? ¿Será que somos conscientes de que vamos alejándonos de la infancia a pasos agigantados, y que alejarse de la niñez significa dejar atrás la inocencia, la capacidad innata de soñar, de creer en piratas buenos y en pozos de los deseos? Los Goonies es un trocito de esos días fáciles, soleados e interminables; un poco de mi niñez y un icono para los nacidos en los ochenta.
6 comentarios:
Jooo, me ha encantado tu segunda parte de "Momentos Memorables del Cine", la verdad que todas no las he visto (me las apunto) y, me imagino que para ser una amante del cine, te habrá costado un montón escoger estos momentos memorables y dejar fuera otros.. Por emotivo me quedo con: La lista.. y Los Goonies...lo has dicho todo tú!ni una palabra más..ni una menos..! que tardes aquellas..
Un MUAKSS Enorme Enorme!!
Echaba ya de menos alguna novedad en tu blog ;) jeje y la vuelta ha sido más que buena, la vista del post tb te ha quedado muu chulaaa con las claquetas de cine!!
Me gustan todos los momentos escogidos. Coincidimos bastante, ¿por qué será? Aquí hay gran variedad, drama, amor, aventura... Me gustan las de aventuras pero es que los Goonies es un poco todo, ¿no? Como has dicho es como revivir aquellos tiempos.
Felicidades por la entrada, ya sé lo que cuesta esto.
Besitos :)
Me ha encantado todos los momentos que has escogidos de cada película. Todas son maravillosas y las he visto varias veces, menos la de los goonies, que, siento decírtelo no la conozco. Si tengo que decidir me quedo con la de Los Puentes de Madison. Abrazos
Muchas gracias, Sara. La verdad es que si que me ha costado decidir que escenas poner pero he escogido aquellas más emotivas o divertidas para mi. Lo que si fue una odisea ha sido colgar la entrada; este ordenador, que por la edad deberia estar jubilado, está fallando mucho.
Un beso enorme.
Gracias, Ana, me comprendes como si fueras hermana mía, tenemos conexión de gemelas y todo.
;)
Besos.
Los puentes de Madison, buena elección Ligia. A mi también me gusta especialmente esa película, pero ¿no conoces la de Los Goonies?
Un abrazo.
Hola Raquel. Hay algunas que no conozco pero la gozada de ver por unos momentos "Memorias de cÁfrica" y "Los Puentes de Madison" merecen la pena. En las dos me harté de llorar pero son dos películas bellísimas.
Gracias por hacérmelas recordar.
Mil besos y mil rosas para tí, Raquel.
De nada, Malena, gracias a ti por seguir visitando mi blog.
Hace poquito vi "Los puentes de Madison" y lloré como una tonta, pero esas lágrimas se agradecen porque son de emoción y si el corazón siente y se encoge aún en los tiempos que corren es una buena señal. Muy hermosas películas las que han apuntado.
Un beso grande.
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