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2 de septiembre de 2018

Lecciones


Aprender es un proceso que dura toda la vida. En los primeros años, los más importantes en dicho desarrollo, todo es nuevo y el mundo enorme. Los primeros pasos; las primeras palabras; millones de estímulos en un entorno que va ganando nitidez poco a poco. Ganamos capacidades a medida que los retos se vuelven más complicados. Así es la vida. Lo que aprendes haz de seguir aprendiéndolo o puedes correr el riesgo de olvidarlo.
A medida que te superas necesitarás de desafíos más exigentes.
Hemos recibido millones de lecciones, y si hemos sido de los suertudos es probable que nos hayamos topado con un profesor o profesora que nos motivara, que nos diera lecciones pero no sólo de las que consisten en  calcular bien la raíz cuadrada o la declinación de algún verbo. Sino esas otras lecciones que guardamos como un tesoro y que nos han ayudado a afrontar las dificultades. Porque si hay una lección obligatoria es esta, no importa lo que hagas, la vida te llevará inevitablemente a ese capítulo. Vendrán los problemas aunque no los busques; lo positivo es que si los afrontas con buena actitud te dejaran  importantes enseñanzas vitales. Como dice el refranero español, ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
Y aunque no hay que desestimar la labor de los profes en esto de aprender vamos a ser claros, las mejores lecciones no nos las van a dar ellos… A veces  las encontraremos en las personas, en los momentos, y en las situaciones más inesperadas. Lecciones buenas, que nos harán plantearnos para mejor la manera de ver lo que nos rodea; lecciones malas, en las que descubriremos que el mundo tiene aristas afiladas y que no es un lugar tan idílico como pensábamos. Vivir es enfrentarse a las elecciones y sus consecuencias.  Deberemos tomar decisiones, arriesgar, caminar sobre la cuerda floja, quizás escuchar cosas que no nos gusten; probablemente tendremos que lidiar con la frustración cuando no veamos resultados tan pronto como pensamos.   Pero al final, cuando todo pase, valoraremos ese esfuerzo, esa piedra en el camino, esa charla,  la exigencia, los días de estudio.
Llega septiembre y para mí siempre ha sido un mes de inicios, adaptaciones y sobre todo de lecciones. Desde este Desván Secreto, pensando en todos esos alumnos que deben volver a las aulas y a la tortura de un sistema de enseñanza que no es precisamente motivador, he pensado en esos maestros, esos sabios del cine, el cine como no, porque el cine me ha dejado grandes enseñanzas que me han guiado en muchos momentos. Mi pequeño homenaje a ellos, a los maestros, al cine, y a los otros profes que pasaron por mi vida para darme los consejos que, sin yo saberlo en ese momento, me han ayudado a caminar por este sendero de la vida.



5 comentarios:

Ligia dijo...

Bonitas reflexiones, Raquel. Siempre nos quedará en la memoria los "buenos" profesores que tuvimos y las enseñanzas que recibimos. Hoy día es difícil ejercer de buen profesor...
Abrazos

Montse dijo...

Es una suerte que le cine nos haya dado estas lecciones, grandes lecciones que tú has resumido muy bien.
Me gusta mucho la primera, la de "El Club de los poetas muertos", hay que mirar la vida desde distintas perspectivas.
Un beso grande.

Ana Bohemia dijo...

Gracias por la lección, siempre me enriquezca visitando tu blog.
El vídeo muy bueno, el cine también enseña.
Besos ♥️

Raquel dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios, se agradecen ;)
Besos y abrazos, Ligia, Montse y Ana :)

Anónimo dijo...

¡Impresionante reflexión, Rachel!
Empezar además con Robin Williams ha sido especial. Me emociona esa película.
Tengo que agradecer a la vida los profesores que me invitaron a pensar más que a memorizar. Fueron muchos.
Con tu escrito nos haces darnos cuenta de que nos sentimos muy agradecidos por los consejos que cada persona nos ha regalado, e incluso por los desafíos a los que nos hemos visto empujados.
Gracias por tus palabras, amiga.

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