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31 de julio de 2011

Escándalo en dos piezas

En 1855 el periódico londinense "THE TIMES" ya hablaba del escándalo del uso del traje de baño, el cual, no se distinguía mucho de los de calle. El de las damas, era un vestido de franela de corpiño ajustado y de cuello alto, con mangas hasta el codo y falda hasta las rodillas, y para terminar, pantalones bombachos, medias negras e incluso, zapatillas de lona. En los caballeros era similar.
Aquellos trajes tenían muy poco de práctico y menos aun de atractivo. La prenda fue evolucionando conforme a los progresos de la industria textil. La historia del traje de baño le debe mucho al danés Jantzen, que experimentó con distintos género. Pero fue el francés Louis Reard, quien despertó verdadera indignación. Su colección de malla de dos piezas escandalosamente pequeña revolucionó el mundo de la moda, marcando un antes y un después, cuya impronta perdura en nuestro presente.





La historia del traje de baño comienza cuando una cortesana egipcia llamada Tais uso un taparrabos para darse un chapuzón junto a Alejandro Magno y todo su ejército. Sin dudas, esta egipcia fue una verdadera revolucionaria en tanto ninguno de ellos estaba vestido.
Ya en la época de los griegos y de los romanos se creó lo que sería el germen de los trajes de baño, que por entonces se usaban en las famosas termas situadas en lugares públicos. Si nos remitimos a las  imágenes de la historia de la moda, en el siglo IV ya se pueden ver a algunas jóvenes italianas de familias acomodadas bañándose en una piscina con un calón y banda sostén llamado strophium. En el siglo XVII, Madame de Maintenon consiguió que los parisinos pudieran disfrutar de los gráciles cuerpos de las jóvenes bañistas a orillas del Sena. El traje de baño de las fiestas campestres era una camisa de baño que además servía para cubrir el cuerpo.

El concepto “mini” de los bañadores actuales dista, y mucho, de aquellas mujeres decimonónicas que acudían a “sus baños” en el mar completamente vestidas, con todos los peligros que esto suponía (ahogamientos, lipotimias, problemas en la piel…), y que vieron en el “seis piezas”, una prenda a medio camino entre el vestido y la ropa interior que causó furor en la segunda mitad del siglo XIX, una transformación de lo más ventajosa. Así nacieron los primeros "modelitos", confeccionados con el mismo material de las demás prendas de vestir, como la franela, y diseños basados en una parte de arriba muy ajustada, con cuello alto y mangas hasta los codos; falda a las rodillas y debajo pantalones largos, medias negras e incluso zapatillas de lona.

Durante los años 20 existieron los medidores de bañadores, cuyo trabajo consistía en medir la distancia entre el corte del bañador hasta la rodilla, a fin de no sobrepasar un límite impuesto (15cm de muslo)

Annette Kellerman fue una visionaria de la moda de baño. Donde antes había enormes estructuras rígidas, ella introdujo la seda, que se ceñía al cuerpo y permitía moverse con comodidad en las excursiones a la costa.


En 1909, Kellerman apareció en una playa de Boston vistiendo un traje de baño de punto ceñido a su cuerpo, con mangas hasta casi los hombros y pantalones que terminaban arriba de sus rodillas más allá del límite establecido. Una mujer al verla así avisó a la policía y fue arrestada por llevar ropa indecente.

La primera etapa de la “evolución” se completó en la década de los treinta con el traje “dos piezas”, un bañador con espalda y tirantes muy delgados. Pero la verdadera revolución tendría que esperar hasta después de la II Guerra Mundial cuando, por fin, Louis Réard creó ¡el bikini!




El origen de la palabra está en el nombre de un atolón situado en las Islas Marshall, en el Océano Pacífico.
Este tipo de traje de baño fue diseñado en 1946 por el ingeniero Louis Réard, quien se encontró con que ninguna maniquí de París quiso presentarlo porque consideraban que era indecente vestirse con él. Para su presentación, el 5 de julio de 1946, Réard tuvo que recurrir a una bailarina de striptease del Casino de París, Micheline Bernardini.
En esos días, los periódicos de todo el mundo hablaban del atolón Bikini, que los norteamericanos habían destruido parcialmente el 1 de julio de 1946, al lanzar sobre él una bomba atómica durante unos ensayos nucleares. Parece ser que Micheline Bernardini, con el desparpajo que se les supone a las bailarinas de striptease, le dijo al creador de la prenda: "Señor Réard, su bañador va a ser más explosivo que la bomba de bikini".


Ninguna modelo de la época estaba dispuesta a vestir tan reducida prenda al encontrarla indecente. Micheline Bernardini, una bailarina de striptease, fue la primera en utilizarlo.






El escándalo estaba servido con una prenda tildada por amplios sectores como “indecente”. Hasta que Brigitte Bardot lo eligió para aparecer en público en sus vacaciones en Saint-Tropez y en Cannes, fue un atuendo casi tabú y que sólo lucían las mujeres más atrevidas.
 Recuerda Terenci Moix en «Mis inmortales del cine. Años 60» que en ese subproducto BB llevó el biquini con tal gracia que anunció grandes cosas para el futuro. Y que los ingleses lo intuyeron, bautizando la película «The girl in the bikini». Lo mejor es que los censores obligaron a retocar las fotos en las que aparecía la descocada a base de tinta china y el biquini se convirtió en bañador completo.





Cuando en 1962 Ursula Andress se atrevió a usar esta diminuta pieza en la película 'Dr. No' de James Bond era una época de recato para la mujer. Su salida del mar es un icono de la cinematografía, y el bikini blanco que lució fue subastado por más de 60.000 euros.
La escena la repetiría Halle Berry también con James Bond en 2002.




La diva más rellenita  del celuloide (según los absurdos canónes actuales),  Marilyn Monroe, también posó en bikini.
Para algunos, el dos piezas no estaba hecho para ella; poca altura y demasiadas curvas para una prenda que estilizaba poco y dejaba mucho que ver. Aún así su sensualidad quedó patente más de una vez luciendo en varias ocasiones tan arriesgada prenda.







La carrera de Raquel Welch es minimalista: pocas palabras y algunas pieles colocadas estratégicamente sobre su escultural figura. Su aparición con un bikini en la película sobre la prehistoria "Hace un millón de años" (1966) la convirtió en icono sexual de los 60 y 70.






En los años 70 Bo Derek incendió la pantalla con sus atrevidos bikinis en la cinta "Bolero".













A pesar de que  las tendencias naturistas   y el  tanga han puesto en peligro la hegemonía del bikini  es éste el que verano tras verano se muestra más vigente que nunca.

30 de julio de 2011

De vuelta

Gracias a todos los que me habéis expresado vuestro cariño.
Vuelvo con las pilas casi cargadas y con muchas ganas de volver a subir a este desván.  Espero que volváis a acompañarme. La llave nunca está echada así que adelante y sentiros como en casa.





Besos para todos.
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