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31 de enero de 2015

5 leyendas negras de la televisión y el cine


Doraemon es un robot cósmico, con forma de gato azul, que viene del futurista siglo XXII para ayudar a un niño, Nobita, con sus extravagantes inventos que saca de su bolsillo cuatridimensional. En el futuro, los descendientes de Nobita son pobres y desgraciados a causa de los errores cometidos por él durante su vida. Es por ello que su nieto, Sewashi Nobi, envía desde allí al pasado a Doraemon con el objetivo de  enderezar al chaval y cambiar sus vidas futuras.
Como toda afamada serie de animación, Doraemon tiene su propia leyenda negra relacionada, cómo no, con el capítulo final.
Este capítulo nos muestra un hecho descorazonador, a Doraemon se le acaban las pilas. Cuando Nobita descubre lo que ha pasado llora desconsoladamente hasta que se acuerda que puede viajar al futuro desde el cajón de su escritorio. De esta manera descubre que un cambio de baterías resucitaría al robot azul, pero el inconveniente es que eso mismo haría perder su memoria y con ellos sus recuerdos. Nobi guarda en el armario a su amigo hasta que, treinta años después, tras mucho esfuerzo y estudio llega a ser el máximo responsable de una empresa de inteligencia artificial e inventa un chip de memoria que recupera lo almacenado en el cerebro cibernético de Doraemon para, posteriormente, hacer un volcado tras el cambio de pilas. Cuando Doraemon “resucita” le dice: “Nobita, he esperado esto por mucho tiempo… Felicitaciones.” Es así, con Nobita transformado de cero a la izquierda a un gran científico como termina este controvertido y supuesto episodio final.
La realidad es que Doraemon nunca ha dejado de emitirse desde su estreno allá en los años 70. Lleva emitidos más de 2000 capítulos y todo apunta que por el momento seguirá emitiéndose. Se cree que el origen de esta leyenda se encuentra en la muerte de uno de sus creadores, Fujimoto Hiroshi, que falleció en 1996, antes de idear un final para la serie. El otro cocreador (Motō Abiko) y el resto del equipo, decidieron tras largas reuniones, honrar al muerto evitando escribir un capítulo final, extendiendo la serie ad æternum.




Desde muy joven, Rebecca Schaeffer, tenía claro que quería ser actriz. Siendo adolescente probó suerte como modelo y apareció como extra en telefilmes. Su rostro apareció en la revista “Seventeen”, y ese fue el impulso que le hizo conseguir el papel por el que sería recordada, el de Patti Russell en la serie de la CBS “My sister Sam”.
La fama que consiguió llamó la atención de Robert Bardo, quien durante tres años se dedicó a acosarla. No era la primera vez que Bardo se dedicaba a acosar a celebridades de Hollywood, algunas de sus víctimas fueron Samantha Smith, Madonna, Debbie Gibson y Tiffany. Pero como él mismo diría más tarde, Rebecca llegó a su vida en el momento justo: “Ella llegó a mi vida en el momento justo. Era brillante, bonita, audaz; su inocencia me impresionó. Se volvió para mí una diosa, un ídolo. Desde entonces me hice ateo; sólo la adoraba a ella."
Comenzó a escribirle cartas, siendo una de ellas respondida por un asistente de Schaeffer, quien en su nombre contestó que aquella había sido la carta más hermosa que había recibido nunca. Además de estas palabras dejó una firma: Con amor, de Rebecca. Esto le impulsó a conocerla en persona y en junio de 1987 se presentó en los estudios en los que se grababa la serie con un enorme oso de peluche, un ramo de rosas y una carta. Un vigilante le detuvo en la puerta. Molesto por la negativa regreso al mes siguiente armado con un cuchillo y nuevamente los guardias de seguridad le impidieron ver a la actriz.
Durante un tiempo Bardo se olvidó de Rebecca pero su obsesión reapareció cuando la vio en un una escena de una película. Bardo consiguió la dirección de la actriz y se presentó allí. La propia Rebecca le abrió la puerta, charlaron brevemente, y se fue. Unos minutos más tarde, desayunando en un restaurante cercano, recordó que no le había entregado una nota que le había escrito y volvió. Por segunda vez fue Rebecca quien abrió la puerta pero esta vez con gesto disgustado, le pidió que no volviera a molestarla más. Bardo sacó una pistola y le disparó a quemarropa. Nada se pudo hacer por su vida, Rebecca Schaeffer murió a los 21 años. En el momento de su asesinato estaba preparando una prueba para la película El padrino III.
Tras la muerte de Schaeffer se modificaron algunas leyes, y el acoso pasó a ser considerado un crimen.



Entre los años 50 y 60 en EEUU se emitió una serie llamada “The twilight zone”, que en nuestro país se tradujo como “Dimensión desconocida” o “En los límites de la realidad”.  Contó con un total de 156 episodios que recreaban un relato de fantasía, terror o ciencia ficción. La serie fue un éxito, y a día de hoy se la considera de culto.
En 1982 Vic Morrow fue contratado como actor para la versión cinematográfica que iba a hacerse de la serie.  La película, producida por Steven Spielberg, estaba dividida en cuatro partes, tres versiones de episodios más una historia inédita. John Landis dirigía la primera parte, “Time Out”,  y la que, por desgracia, más dio que hablar por la terrorífica muerte de su protagonista y dos niños mientras rodaba una escena.
Vic Morrow era un eterno actor secundario. Durante casi toda su carrera apenas tuvo papeles protagónicos y tuvo que esperar hasta 1982, cuando ya tenía 53 años y estaba  a punto de retirarse, para que le llegara una oportunidad.
Pero desgraciadamente durante el rodaje un helicóptero perdió el control tras una explosión pirotécnica y se precipitó sobre Vic Morrow y dos niños extras, Myca Dinh-le y Renné Shin-Yi Chen, ocasionándoles la muerte en el acto. Vic murió decapitado junto a uno de los niños, el otro murió aplastado por el peso del aparato. Los padres de los pequeños se encontraban en el lugar y lo presenciaron todo. 
Landis y otros miembros del equipo, incluyendo al productor, Steven Spielberg, fueron imputados. Los cargos: ubicar unos explosivos demasiado cerca de los actores y del helicóptero. Finalmente, tras diez meses de litigio, todos fueron absueltos. Aún así la carrera de Landis nunca se recuperó. Steven Spielberg que había sido su amigo íntimo desde hacía años le dio la espalda, y lo mismo hicieron muchos de sus compañeros directores. Sobre todo después de que él mismo reconociera que había contratado de forma ilegal a los dos niños para pagarles menos dinero y poder rodar de noche.
La tragedia, una de las más graves ocurridas en un set de rodaje, hizo que se tuvieran más en cuenta las medidas de seguridad, revisándose también la aplicación de las leyes relativas al trabajo infantil en el Estado de California.
Los padres de los niños demandaron, pero más tarde llegaron a un acuerdo extrajudicial con el estudio y con Landis.
Cuando la película se estrenó la recepción fue tibia y las críticas poco favorables pero con el paso del tiempo la cinta ha ido ganando adeptos y hoy en día empieza a ser valorada, sobre todo entre los amantes del misterio y la ciencia ficción.


Jesús Álvarez (Madrid, 1926 - ibídem, 17 de marzo de 1970) Fue uno de los rostros más populares de la primera etapa de Televisión española. Popularidad que alcanzó gracias a sus apariciones televisivas. En los primeros años de TVE  presentó el telediario, y junto a Laura Valenzuela y Blanca Álvarez realizaba todo tipo de labores frente a la cámara, desde anunciar productos comerciales a presentar actuaciones musicales. En los años sesenta fue un presentador habitual del jurado español del Festival de Eurovisión.
La popularidad adquirida le permitió también participar con pequeños papeles en algunas películas de la época, como Historias de la televisión, con Tony Leblanc y Concha Velasco; Ha llegado un ángel, con Marisol; o La gran familia (1962), en la que es de recordar la memorable escena en la que Jesús Álvarez, interpretándose a sí mismo, hacía un llamamiento a todos los españoles para encontrar al pequeño Chencho, el "nieto", en el filme, de Pepe Isbert.
En 1961 se le concedió el Premio Ondas al Mejor locutor de programas locales y en 1963 recibió el Premio Antena de Oro, por su labor en televisión.
Pero fue su muerte lo que le hace figurar en esta lista.
Murió en 1970 como consecuencia de una leucemia gaseosa, debida a la incompetencia de los técnicos de RTVE que no cambiaron las lentes de las cámaras que se utilizaban en aquella época. Dichas lentes deberían ser sustituidas por otras cada 5 años, ya que de no hacerlo, la protección quedaba desactivada y las personas que se colocaban frente a ellas podían ser víctimas de una amplia descarga de rayos gamma, letales para la salud. En aquellos años sesenta, en la sede de TVE del Paseo de la Habana enfermaron gravemente muchos trabajadores de diferentes áreas, siendo Jesús Álvarez una de los primeros profesionales en desarrollar una leucemia aguda. Es un caso de homicidio por imprudencia, por el que ningún directivo del organismo fue procesado jamás.



A principios de los años 90 Campeones era la serie preferida de los niños españoles. Al volver del cole era cita obligada encender la televisión y merendar viendo a Oliver y Benji chutando y parando balones a cámara lenta en un campo infinito. La serie que fue creada en 1981 por Yōichi Takahashi fue un éxito sin precedentes desde su día de emisión, tampoco era de extrañar que en un país tan futbolero como el nuestro una serie de anime sobre jugadores de fútbol triunfara, y vaya si lo hizo. Y mira que han pasado años desde entonces, pero aún recuerdo el sonido que hacía el balón al ser lanzado hacia la portería.
La serie terminó con Oliver y Benji jugando en los mejores equipos europeos, Oliver en F.C. Barcelona y  Benji en Alemania. Pero en realidad lo que la mayoría desconocíamos es que ese no fue su auténtico final. El verdadero se pasó una sola vez en Japón y fue tan dramático que causó más de un trauma a los pobres niños que tuvieron la desgracia de verlo.
En dicho capítulo Oliver juega contra Brasil la final de la copa del mundo de fútbol, en un momento determinado Oliver chuta el balón y la pantalla se vuelve blanca, de repente aparece Oliver de niño acostado en la cama de un hospital, despierta con una sonrisa en la cara y le cuenta a su madre que ha soñado que Japón ganaba la copa del mundo gracias a él. Su madre le abraza con lágrimas en los ojos y en este momento se puede observar que Oliver no tiene piernas. Porque todo ha sido un sueño de Oliver.
Oliver perdió las piernas al ser atropellado por un camión siendo un niño. El primer capítulo ya nos da una pista sobre ello. En ese capítulo que se tituló “Un gran sueño” se muestra el accidente, lo que no muestran es que el balón le salvó la vida pero no las piernas.
Verdad o mentira, es una de las leyendas urbanas más extendidas de Internet.

24 de enero de 2015

La isla mínima


La bajada de temperaturas ha hecho estragos en mis defensas, y cómo resultado, al igual que sospecho le ha pasado a medio país viendo cómo se encuentran las urgencias hospitalarias, he cogido un trancazo de aquí te espero. Puede que este dato sea totalmente innecesario, pero si lo menciono es para explicar que quizás eso influyó más de la cuenta en mi percepción de la película.
El  caso es que hace unos días recordé que había metido La isla mínima en un pendrive así que me dispuse a pasar los siguientes 100 minutos de mi vida en un asfixiante y sórdido pueblo del sur de España de los años 80, años difíciles de la transición, acompañada de dos tipos de lo más silenciosos que tenían la complicada misión de encontrar y atrapar a un asesino especialmente perturbado y con un modus operandi ciertamente vomitivo.
Puede que no fuera una buena elección debido a mi estado de salud. Sólo sé que de pronto el final me pilló como mirando para otro lado, como un visto y no visto. 90 minutos de una acción muy amodorrada y plaff, como un bofetón que te pilla desprevenido.


Me gustó la película. Pero no la calificaría de obra maestra. Me enorgullece que sea española y que sea una producción con una factura técnica tan cuidada, pero mi sensación es que es un bonito regalo envuelto en papel brillante que contiene un sacacorchos en su interior. Digo esto como podría decir un abrelatas, o un pelador de ajos. Porque a lo que quiero referirme es a algo que no corresponde a la expectativa que crea su envoltorio.
Porque su fotografía es de diez, con esos planos aéreos que dibujan caprichosas formas en las marismas. Son de sobresaliente sus escenarios misteriosos que llegas a percibir como un elemento de igual importancia que los propios personajes. Paisajes y cielos, que dictan la forma de ser y el sentimiento de los que viven y trabajan esa tierra anegada, varados en los usos de la dictadura, aletargados en los surcos de una rutina que se siente pesada, como si el tiempo pasara más lento y más sofocante. Los ambientes, la atmósfera que envuelve todo desde el inicio hasta la conclusión, y que hacen más fácil sumergirte en la historia y creértela, rozan lo magistral.



Son los años 80, últimos días del verano, días de feria, días próximos a la cosecha, días de huelga. Dos chicas desaparecen una noche, engullidas por un coche blanco que las recoge en una oscura carretera. Dos hombres diferentes, dos ideologías enfrentadas, izquierda y derecha, llegan al pueblo para investigar. Desde el principio vemos que hay algo turbio, no sólo en el caso de la desaparición/secuestro, sino en casi todos los personajes de la película.
Y aquí es donde, a mi manera de ver, mas cojea la película. Se pasa al sugerir, al crear expectativas, hay muchas historias secundarias que nunca llegan a desarrollarse o que quedan sin atar, y te dejan con la sensación de que hay cosas mal cerradas que crean confusión.
No quiero ser quisquillosa, pero…  me dejó la sensación de que nos preparan para algo grande, y al final el golpe de efecto no es para tanto, y más si sueles ver o leer novela negra.
A mí me dejó con algunas interrogantes sobre su desarrollo, los personajes, y el final.


Creo que el guión no se despliega de una forma que cautiva, el desenlace  se resuelve débilmente y sin chispa, sin suficiente ímpetu para impactar, de una forma precipitada que choca con la linealidad precedente.
De la misma forma a su banda sonora, monótona, le falta algo; un pico de intensidad y emoción que te haga levantarte del asiento en los momentos clave para despertarnos un poco de ese sopor.
Aún así buena, mejor que muchas pero no una película redonda. Si tuviera que puntuarla le pondría un notable bajo, un 7.
Mención especial a los dos actores principales, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, dos actores muy solventes.

La película está dirigida por Alberto Rodríguez (Grupo 7), y escrita por Rafael Cobos (Grupo 7). Ha logrado 17 nominaciones en los premios Goya, incluyendo Mejor película


10 de enero de 2015

Inspiración en Imágenes

Shadow 

Uno de los elementos más imprescindibles para el lenguaje cinematográfico es la iluminación. Crea ambientes, resalta, define, suaviza, o camufla, e incluso puede crear efectos psicológicos a los personajes. Gracias a la luz obtenemos sombras de las que se ha valido el séptimo arte para expresar más allá de las palabras.





7 de enero de 2015




En 1898, W. Reginald Bray empezó a estudiar la regulación del Servicio Postal Británico. Se compró un libro que describía con detalle las normas que regían el por aquel entonces complejo funcionamiento del sistema postal de Gran Bretaña, que había establecido además una tarifa muy económica y accesible, y, aburrido de su monótona rutina como contable en Londres, decidió experimentar y poner a prueba todo lo que había aprendido... de una forma bastante curiosa.



Decidió enviar sin empaquetar objetos extraños. Un desafío para el sistema postal británico, que Bray tomó como un reto para ver hasta qué punto la Oficina de Correos podría cumplir sus propias normas y burocracia.
Sin empaquetar pero debidamente etiquetados y sellados, Bray envió cerca de 32.000 curiosos objetos, tales como una cebolla, una tubería, una bomba de bicicleta, un cepillo, una colilla de cigarrillo, una camisa, una zapatilla, una mata de algas secas, e incluso el cráneo de un conejo...
A Bray le fascinaban especialmente las normas relativas al envío postal de criaturas vivas, llegando a descubrir que la más pequeña permitida era una abeja, y la más grande un elefante. Le hubiera gustado comprobar estos límites, pero se tuvo que conformar con el envío, sin jaula, de su perro Bob. Seis minutos más tarde la recepción del envío fue firmada en casa de Bray.
Después de este éxito, el bueno de Bray probó a enviarse a sí mismo por correo.

Bray es entregado en su domicilio. Es recibido por su  paciente padre, Edmund Bray.

Un formulario oficial de fecha 14 de noviembre de 1903, y firmado por el jefe de correos en Forest Hill, reconoce “la entrega ciclista de una persona” en el domicilio de Bray. Y llegó a su casa por menos de lo que le hubiera costado un taxi. Aunque, no fue un envío tan agradable, pues Bray tuvo que pedalear la bici, mientras que el chico encargado del reparto le indicaba el camino.
Más tarde explicó con sorna en un artículo de prensa que esto resultaba especialmente útil cuando “en una noche de mucha niebla no puedes encontrar la casa de un amigo, así que en vez de vagar durante horas, te envías por correo y te entregan en pocos minutos”
Después de probar los límites del servicio postal, Bray centró su atención en la colección de autógrafos por correo. Envió miles de tarjetas a infinidad de personajes populares, incluso mandó una al Papa. Con los años llegó a amasar unos 15000. En realidad mandó más de 30.000 solicitudes pero la mitad no respondieron a su petición. Entre los que no lo hicieron estaban George V, Winston Churchill y Adolf Hitler.


Fuentes: Wikipedia, La aldea irreductible. 

5 de enero de 2015

Fury. Sangrienta, sucia y deprimente


Sinopsis: Abril, 1945. Mientras los Aliados inician su ofensiva final en el frente europeo, un aguerrido sargento de artillería llamado Wardaddy (Brad Pitt) se encuentra al mando de un tanque Sherman y de los cinco hombres que componen su dotación, en una misión mortal detrás de las líneas enemigas. Superados en número y en armamento, y con un soldado novato metido en sus filas, Wardaddy y sus hombres lo tendrán todo en contra en su heroico intento de lanzar un ataque en pleno corazón de la Alemania Nazi.





Que la segunda guerra mundial fue un período sangriento, oscuro y vergonzoso de nuestra historia más reciente lo sabemos todos. Infinidad de películas han abordado el tema desde cientos de perspectivas, mostrando los sucesos que definieron esta etapa, algunas desde ópticas más amables y esperanzadoras que otras. Desde luego no es el caso de Fury, aquí llamada Corazones de acero.
La película  es un espectáculo de sangre, vísceras y muerte de dos horas y cuarto de duración, en la que no hay espacio para los buenos sentimientos. No hay nada amable, nada que redima a los cinco personajes centrales de esta historia que, para ser honestos, flojea, sobre todo en el último tramo.



Porque lo más torpe de Fury es su guión. No está a la altura del reparto, ambientación y fotografía. Si bien es cierto que se nota el esfuerzo por hacer un producto sólido y de calidad, que lamentablemente acaba desluciéndose por culpa del inconcebible clímax final.
Aunque cuente con un ritmo ágil, tras la niebla, el barro, la inmundicia, los cadáveres, el gris azulado y gélido del paisaje, y toda la crudeza que se muestra, se echa de menos algo que dé más entidad a todo eso. Algo más que gris. Algo más que horror.
Brad Pitt, quizás porque su imponente físico se presta a ello, hace lo que mejor se le da. Ser el héroe de la función. El alma. La voz. Un líder nato que tras su rudeza y apariencia fría, sufre. Él y el personaje interpretado por Logan Lerman, desempeñando el rol de jovencito inexperto que aún no ha sido corrompido por la barbarie de la guerra, son los más cercanos, y los que nos ofrecen hacia la mitad de la película un breve respiro entre tanta atrocidad con la tensa escena del piso y las alemanas. Un intervalo necesario que personalmente agradecí.



El resto del reparto, Shia LaBeouf, Michael Peña y Jon Bernthal, están correctos, incluso contando con escasas líneas de guión, como (quién me lo iba a decir, con lo poco que me gusta) Shia LaBeouf.
A medida que han ido pasando los días, la pude ver el primer día del año, mejor concepto tengo de ella, aunque no soy amante del cine bélico.
Su extensa duración no ha sido un obstáculo en esta ocasión,  no da lugar al aburrimiento.
Algo que también creo destacable, por lo mucho que choca inicialmente,  son los efectos especiales que parecen sacados de alguna película de Star Wars. No sé qué objeto tenía hacerlo así, con rayos de colores y disparos luminosos como fuegos artificiales, pero te saca de la película.




En fin, Fury, o Corazones de acero, suscita unas cuantas emociones, repulsión y horror, son las más destacadas, pero también logra un continuo sentimiento de tensión y claustrofobia. Te encoge el corazón, pero no consigue hacernos sentir próximos a sus protagonistas. La película es una épica sombría e indiferente que no aporta más que una mirada gélida y excesivamente cruda sobre uno de los conflictos más negros del siglo XX.

3 de enero de 2015

Rebecca Mock

Échale un vistazo al trabajo de esta artista afincada en Brooklin que está triunfando gracias a sus gifs que reflejan sobre todo la vida cotidiana.
De lo más relajante.

Tumblr:

http://rebeccamock.tumblr.com/







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