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14 de diciembre de 2013

Películas que nos traumatizaron

Cuando mi edad no alcanzaba los dos dígitos, era una criatura influenciable y miedosa, y en una película salía algo desagradable —un tiburón se merendaba a un incauto veraneante, un asesino en serie destripaba a su victima en un callejón oscuro, un fantasma aterrorizaba a los confiados inquilinos de alguna flamante urbanización moviendo objetos y llevándoselos dentro del televisor—, mi padre para quitar hierro al asunto y rebajar el miedo que se quedaba en el ambiente, decía siempre: “pero si es mentira”.
Si salía mucha sangre nos aclaraba que era falsa. Si alguien acribillaba al pobre portero de un edificio de oficinas decía veloz “pero si no son balas de verdad”. Si salía un bichejo mutante lleno de dientes y con pinta poco amistosa, nos explicaba que era una máscara y mucho maquillaje, y que no había que tener miedo de lo que viéramos en una película o en TV, porque todo era mentira.
¿Y por qué nos vamos a traumatizar por cosas que no existen en realidad, eh? ¿Por qué nos vamos a traumatizar por un poco de sangre de pega, unas balas de fogueo y una careta de látex? Y qué excusa es esa de que eres un niño y aún no tienes el juicio suficiente para entender que “todo es mentira”… venga, si los niños no se traumatizan.
Pero sí… los niños se traumatizan y lo que vemos siendo tiernos infantes nos afecta más de lo que creemos. Hay miedos que nos perseguirán siempre, y la culpa la tiene esa película que viste aunque no tenías edad para hacerlo.



Cuando era niña una película me traumatizó. Me marcó tanto que aunque he intentado volver a verla de adulta he sido incapaz de enfrentarme a esas imágenes de horror que tanto me perturbaron en la infancia.
La película era “El hombre con rayos x en los ojos”. Una película de 1963 de Roger Corman. Empezaba bien, ¡qué guay poder ver lo que lleva la gente en los bolsillos!, pero claro la situación se iba descontrolando y el pobre protagonista terminaba viendo más de lo que quería ver, mucho más.



Disney siempre ha sido experto en esto de traumatizar infancias. Puedes preguntar por ahí y un número bastante alto de personas te dirá que las películas que más les crearon un trauma son las de Disney.  Sí, a Walt Disney le debemos muchas noches en vela, y más de una pesadilla. ¿Qué me dices de la muerte de la madre de Bambi? ¿Existe un momento de mayor dramatismo en el cine? Es difícil encontrarlo salvo si seguimos repasando la filmografía de Disney, porque no contentos con eso también se cargan al padre de Simba, Mufasa, en “El rey León”. ¿Y qué me decís de “Dumbo”? De juzgado de guardia lo que hacen con la mamá del elefantito, encerrada en una fría celda por defender a su retoño. Qué sádicos.
Además de los personajes malvados que podemos encontrar en sus películas. Malos, malísimos como Úrsula de “La Sirenita”, Maléfica de “La bella durmiente”, Frollo de “El jorobado de Notre Dame” o Cruella de Vil de “101 Dálmatas”.



Las películas infantiles parecen ligadas a esto de traumatizar; sin ir más lejos en “La historia interminable” podemos encontrar una de esas escenas para llorar a moco tendido. La escena de la muerte del caballo Artax, el mejor amigo de Atreyu. Pero atención a la forma en la que muere; es  lenta y agónicamente tragado por un pantano, un pantano que representa la tristeza, así que en el fondo esta perturbadora escena es una gran enseñanza: sálvate de la tristeza o acabarás ahogado en ella.

Es el turno de “E.T. El extraterrestre”. La película es una preciosa historia de amistad entre un niño y un ser de otro planeta pero hay momentos que son aterradores, como los protagonizados por los misteriosos hombres del bosque. De ellos sólo vemos sus pies y sus siluetas recortadas contra los árboles, pero qué personajes tan aterradores. Sin embargo la parte más emotiva/traumática  es cuando E.T. enferma y el señor Spielberg, con toda su mala leche, nos los muestra al borde de la muerte, en un río, abandonado, descolorido, casi sin vida. E.T. se muere y Elliot también por la conexión que comparten, y entonces E.T. se nos muere. Para que Elliot puede seguir viviendo, sí, pero la palma. Vaya destrozo que hace en nuestros corazones el puñetero señor Spielberg. Pero nada es lo que parece, no. E.T. revive y aún así no nos da tiempo a secarnos las lágrimas porque llega la despedida. Una despedida con colores de arco iris, y sin embargo que penita da ver partir a nuestro amigo de otro planeta hacía las estrellas. Para llorar desconsoladamente.



Hay que tener cuidado con las películas de animales. Ay, cuando menos te lo esperas el guionista de turno se saca de la manga una escenita melancólica y ale, trauma al canto. Si piensas en “Siempre a tu lado, Hachiko” piensas bien. Pero a mi la película sobre animales que me dejó anímicamente por los suelos, fue “Mi perro Skip”. Aún se me hace una bola en la garganta al recordarla.

Sin salirnos del tema animal, “Tiburón”, es otro ejemplo de cómo las películas de animales pueden traumatizarnos. Gracias al señor Spielberg, experto en manipular nuestras emociones, ya no somos capaces de mirar el mar de la misma manera. Internarse en  el agua sin escuchar la efectiva banda sonora de John Williams resonando en nuestro cerebro es casi imposible. Sólo por si misma esta partitura nos pone los pelos de punta.  Gracias a este tándem de lujo Spielberg ganó prestigio en Hollywood y Williams un Oscar y la inmortalidad; y los dos nos proporcionaron un impagable material para el trauma. Trauma que cada verano se reaviva  gracias a los simpáticos programadores de televisión que nos hacen comenzar el verano y las vacaciones con el pase de la película por si te habías olvidado de que el mar está repleto de bichos con dientes afilados esperando bajo la superficie.


Y de Spielberg a otro maestro en esto de meter miedo. Stephen King es un valor seguro en cuanto al miedo se refiere, y los de Hollywood han sabido explotar muy bien sus novelas adaptándolas a la pantalla grande. “Carrie” o “El resplandor” se han convertido en  dos hitos del género de terror y nos han proporcionado imágenes francamente aterradoras. No existe una escena más angustiosa que la  que protagoniza Jack Nicholson asomando su cabeza por una puerta que acaba de destrozar a hachazos. Pero siguiendo con las adaptaciones cinematográficas de este maestro es imposible pasar por alto a  “It”.  Los payasos  siempre han causado cierta aprensión pero la película terminó de generar un profundo rechazo hacía ellos. Hay que reconocer que es imposible inspirar más mal rollo que el payaso que retrata Stephen King. Además consiguió que muchos niños miraran las alcantarillas con verdadero pavor.

“It” hizo que miráramos las alcantarillas de reojo pero “Pesadilla en Elm Street” consiguió generar insomnio crónico a muchos niños. Desde 1984, año en que se estrenó la película de Wes Craven, Freddy Krueger ha alimentado las pesadillas de muchas generaciones con su escalofriante apariencia. Pero no sabes lo peor. Siempre había creído que este personaje había salido de la mente febril de Craven pero resulta que se inspiró en hechos reales; en sus propias experiencias cuando era niño y en unos artículos que leyó y relataban la muerte de varias personas después de tener pesadillas, que además de intrigarle profundamente fueron el germen de “Pesadilla en Elm Street”. Al igual que “Tiburón”, su banda sonora aporta un punto extra de tensión y horror. Por si acaso esta noche no te quedes dormido, no vaya a ser que en sueños te viste Freddy.


Y podíamos seguir mencionando películas de miedo que nos hicieron temblar en la infancia —a mi las de vampiros me aterraban— pero para terminar tengo que nombrar de nuevo a Steven Spielberg. Ya habíamos dicho de su capacidad para jugar con nuestros sentimientos y emociones,  pero atentos a la escena que nos regala en “Indiana Jones y el templo maldito”. La película es la más humorística y trepidante de las cuatro que componen la saga, así que el trauma es mayor cuando nos topamos con la escalofriante y angustiosa escena de un ritual muy peculiar, que consiste en arrancar el corazón de unas pobres victimas con éstas aún vivitas y coleando. El impacto es fuerte por su violencia y por la música con que se adorna la acción. Gracias a esta escena en EEUU surgió la clasificación por edades “PG-13 Guía Paternal Estricta” para determinar el contenido potencialmente ofensivo en las películas que hasta entonces eran calificadas como “PG Guía paternal sugerida”. 

1 comentario:

Ana Bohemia dijo...

Has recopilado muy bien las películas que nos traumatizaron, yo echo en falta algunas, (por horrendas actuaciones mas bien jaja).
De la lista hay una que no me suena y es la del Hombre que tenía rayos x en los ojos, pero me has despertado la curiosidad por verla, a ver si la encuentro.
Tampoco sabía lo de Indiana Jones y la clasificación por edades, a mí lo que me traumatizó fue el sorbete de sesos de mono, puag.
Una entrada entretenida Raque.
Besos
:)

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