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11 de noviembre de 2015

La cumbre escarlata



Con el tiempo las casas se convierten en lo que son los que las habitan.
Una casa puede albergar sueños y fantasmas, ser una trampa, una cárcel, un lugar para ser uno mismo o un sitio al que estar atado de por vida. Una casa no siempre es un hogar pero un hogar siempre es una sensación. Y una película de fantasmas victorianos puede ser al mismo tiempo una historia de amor. Amor que justifica cada acto por perverso que sea. Amor que crea monstruos, que puede ser pasional o enfermizo, dulce o tierno. Amor que nos hace mejores. Amor al que nos entregamos ciegamente creyendo que nos salvara, de nosotros mismos o de la soledad.  Amor, catalizador de miserias o bondades.



La cumbre escarlata no es una película de miedo. Los fantasmas que la pueblan no son fantasmas. Son metáforas del pasado. Igual que su escenario principal, esa fantástica y decrepita mansión rodeada de nieve y arcilla roja, no sólo es un escenario. Simboliza lo que se han convertido sus moradores. Un agujero en el tejado. Paredes que resuman la espesa arcilla que poco a poco va engullendo la casa. Un húmedo ascensor que es una garganta enferma, un sótano donde se esconden bajo llave muchos secretos. Paredes frías, como una piel erizada por el miedo y la tristeza. Y cercándola kilómetros de desolación, de llanura yerma, como una alusión a lo que significa vivir de espaldas al mundo, encerrados  en una macabra subsistencia. Porque nada florece donde no hay amor. Y lo que brota de esa tierra es algo denso y oscuro, algo que va carcomiendo los cimientos de nuestra existencia hasta consumirnos. El amor no siempre puede salvarnos de nosotros mismos.



La cumbre escarlata es ante todo un espectáculo visual de colores vibrantes, donde destaca como no podía ser de otra manera ese escarlata que brota del suelo y las paredes, y con el que se nos presenta a uno de sus personajes principales, envuelta en una seda tan roja como la sangre. Azules, morados o amarillos; el  vestuario es increíble, a la altura del diseño de los escenarios que respiran por sí mismos y que se convierten en ejes fundamentales de esta historia; convirtiéndose en uno de los aspectos más cuidados de la película junto a la fotografía.



Hay muchos guiños y referencias, como esa pelota roja que recuerda a esa otra de Al final de la escalera. O ese romanticismo gótico, intenso y pasional  que evoca al de Mina y el Conde en la película de Francis Ford Copolla. Esa estructura de una historia de las hermanas Brönte, ese ambiente oscuro y ponzoñoso de un cuento de Edgar Allan Poe. O esa protagonista que comparte cosas en común con la chica sin nombre de la Rebeca de Hitchcock. Quizás hay demasiados retales en esta historia. No hay sorpresas en su trama previsible, culpa de un guión demasiado básico, pero suficientemente solvente para entretener las dos horas que dura la película, y ser al mismo tiempo un homenaje  a aquellas añejas y polvorientas producciones de la Hammer.
Mia Wasikowska, Jessica Chastain y Tom Hiddleston son el trío protagonista, y los tres destacan en su labor, consiguiendo que sus personajes tengan aristas y caras.

Recomendable. 

5 comentarios:

Alí Reyes dijo...

¡Qué fotografía! ¿Por qué será que los mejores fantasmas son los victorianos?

Ana Bohemia dijo...

Muy buena reseña, muy bien expresadas las ideas, con mucha psicología.
Me gustó mucho la película, ese ambiente, los personajes, los fantasmas, el color. Una fórmula sencilla pero bonita.
Besos
:D

Montse dijo...

Tendré que ver esa película de vestuario impecable y extraída de recortes de las grandes sin copiarlas ni desmerecerlas.
Raquel me gusta como relatas las reseñas, las vives y las sientes, analizas el mensaje que transmite.
Muchos besos.

Ligia dijo...

Parece que merece la pena... Gracias por la reseña. Abrazos

Raquel dijo...

Porque tienen los mejores escenarios, es que no es lo mismo asustar en un caserón de ese estilo a hacerlo en un pisito de los actuales :)
Un saludo Ali :)

Gracias Ana. Sí, es muy visual, se te queda en la retina mucho tiempo.
Un beso :)

Gracias Montse, siempre trato de hacerlo, vivir lo que escribo y narrarlo lo más ajustado a mis emociones.
Sin duda tienes que verla, seguro que te gustará.
Muchos besos :)

Gracias a ti, Ligia, por visitar mi desván. Si puedes verla te la recomiendo.
Un abrazo :)

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