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29 de agosto de 2015



Seguro que has escuchado la expresión "pelillos a la mar" más de una vez. Una frase que se suele usar en esos contextos en que se ha decidido enterrar el hacha de guerra y reconciliarnos con alguna persona después de una disputa o riña.
Pero, ¿sabes cómo surgió?... Para conocer el origen de esta expresión hay que remontarse al siglo XVI, a la bella ciudad andaluza de Málaga, lugar donde el protagonista de esta historia frecuentaba la barbería y al barbero de siempre. Durante años no hubo otro lugar en Málaga para cortarse el pelo, pero esta fiel relación cliente/barbero se fue al traste cuando el segundo decidió dar el salto y emigrar a América en busca de nuevos horizontes.  
El hombre, al ver que ya no podría volver a cortarse el pelo en su sitio de confianza,  llevó su enfado al extremo hasta el punto que le retiró el saludo al que había sido su barbero durante gran parte de su vida y al que consideraba más que a un amigo. Al peluquero no le gustó aquello, y trató de arreglar en lo posible la situación enviando a su cliente a un nuevo peluquero. Pero aquello no sirvió. El despechado cliente jamás dejó que su nuevo peluquero  le entrara por el ojo y dejó de frecuentarlo.
El problema surgió entonces para el nuevo peluquero. El encontronazo que habían tenido resultó fatal para su economía pues empezó a perder incluso a sus clientes más antiguos. El "agraviado cliente" comenzó a hacerle publicidad en contra diciendo que se guardaba el pelo cortado para realizar brujería a todos los que no pagaban a tiempo.
El peluquero acabó cerrando el negocio.  Pero no dejó pasar la oportunidad de retar a muerte al hombre que le había buscado la ruina. Para el duelo eligió como arma el florete.
En el duelo el cliente, que casi murió, se dio cuenta del mal que había hecho y pidió perdón al barbero. Aquello les unió tanto que tomaron la decisión de ir a las Américas llevándose todo el pelo almacenado para poder tirarlo en la travesía como símbolo del comienzo de una nueva vida.
Desde entonces esta frase expresa reconciliación.


También se dice que esta expresión viene de una ceremonia que se celebraba en la antigua Grecia y que consistía en arrojar algunos pelillos al mar para que la corriente se llevara simbólicamente las disputas de quienes estaban reñidos.  En el “Canto III” de la Ilíada Homero describe este rito en el pasaje en que griegos y troyanos deciden reunirse con el objeto de hacer las paces. Para ellos, cortan unas guedejas  de lana a los corderos que serán ofrecidos en sacrificio a los dioses y reparten pelillos entre los próceres de ambas partes en señal de amistad y olvido de viejas rencillas. Y los echan a volar. 

5 comentarios:

Ligia dijo...

Qué bueno!! No tenía ni idea del origen de esta expresión... Abrazos

Ana Bohemia dijo...

Y todo por los pelos, jajaja, menudo era el cliente despechado, pero mira al final arreglaron el asunto y pelillos a la mar. Muy curioso, no sabía la procedencia del dicho.
;D

Alí Reyes dijo...

Algo se aprende ¿cierto?

Raquel dijo...

Gracias a las tres por vuestros comentarios :)
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, Raquel.
¡Qué bonita historia, y en Málaga!!! Y yo sin enterarme. XD
Gracias por enseñarme tanto gracias a El Desván Secreto.
Me pones de buen humor, amigaaaaaaaaaa.
Abrazos:
Carol

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