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21 de marzo de 2009


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Hace unos meses me alegraba al comprobar como la huerta junto a mi casa se teñía de un verde esmeralda. Las primeras lluvias del invierno obraron el prodigio, tras un sediento verano. Las lluvias, tan esperadas, llegaron por fin y se instalaron con intención de acompañarnos todo el invierno. En mi ciudad el panorama lluvioso y sombrío ha sido difícil de soportar.
Este año se ha notado más frío, tal vez porque los inviernos pasados se han caracterizado por ser más cálidos. Lo peor, la humedad, que merma el animo. Supongo que en mi caso ha sido evidente, no me he cortado en evidenciarlo. He tenido la impresión de haber soportado un invierno eterno. Por eso me alegra, incluso más que aquella visión esmeralda del otoño, este cambio de estación. Ese verde intenso, fresco, rotundo se ha transformado poco a poco.
Teniendo esta suerte, la de poder observar el paso de las estaciones a través de la vegetación que me rodea, no puedo pasar por alto esa metamorfosis. La hierba tiene otro tono, más suave. Aquí y allá se ven islas de flores silvestres, amarillas, malvas, blancas. La hierba ya no tiene una textura fresca y reluciente, sino áspera y gastada. El aire está perfumado. El cielo, aunque nublado, ya no resulta amenazante; hay más luz, los días empiezan a alargarse, lo que repercute muy positivamente en mi alma.

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Hace dos fines de semana, huyendo del invierno, me escape de la lluvia para ir tras el sol. Pero no tuve mucha suerte, incluso en el sur de la isla el mal tiempo reinaba. Estas fotos corresponden a ese día.



No se distingue muy bien, pero al fondo, tras el rompeolas, puede verse la silueta de la Gomera. Aquel día, la playa Fañabe estaba desierta, apática. El invierno remoloneaba en la arena, enredado en mis zapatos, empeñado en seguirme allá a donde fuera. No sé si las fotos, hechas con el móvil, pueden expresar ese instante, pero aquí están.



Una canción para el final del invierno:



Cuando la primavera no produce bienestar


Puede suceder que el cambio de estación y la llegada del buen tiempo causen un profundo cansancio, mucho agotamiento, decaimiento y falta de energía en general, incluso para realizar aquellas actividades habituales de nuestra rutina. Este conjunto de síntomas se ha llamado Astenia primaveral, un malestar que afecta a una de cada diez personas, especialmente a las mujeres.
La astenia primaveral esta causada por una disminución de betaendorfinas en el plasma, sustancias que regulan el sistema bienestar malestar, que al alterarse produce una sensación de decaimiento y agotamiento.
Existen dos tipos de astenia primaveral: de origen físico que se suele manifestar a través de cansancio y debilitamiento corporal, y de origen nervioso que se caracteriza porque la persona muestra un especial cansancio a la hora de realizar alguna actividad mental.
Aunque su causa no se conoce con exactitud se cree que se origina principalmente por el estrés, aunque puede tener un origen orgánico.

Tratamiento


A pesar de no existir un tratamiento especifico, se recomienda lleva una vida saludable; dormir lo necesario, hacer ejercicio y mantener un dieta adecuada. Hay que evitar la comida basura. Hay alimentos que nos ayudarán como los cereales, las legumbres, las frutas y verduras de temporada.
Evita el exceso de grasas saturadas y colesterol y aumenta la presencia en la dieta de ácidos grasos poliinsaturados, como los omega-3, abundantes en el pescado azul y en productos enriquecidos.
Es muy importante mantener el cuerpo bien hidratad. En esta estación el cuerpo empieza a sudar y hacer un gasto de agua corporal mucho más elevado. Es recomendable mantener un nivel de 1.5 litros, al menos, de agua al día.
El yoga u otros ejercicios de relajación, algunos complementos dietéticos como la jalea real o el Ginseng también serán beneficiosos.

Si quieres sobrevivir a la primavera, a las alergias, a las dietas puestas a punto pre-verano, a los resfriados traicioneros y a los agobios, hazme caso: olvida los propósitos. Haz lo que más te apetezca en el momento que te apetezca, sin presiones. Disfruta de los instantes buenos, y saca algo positivo de los malos, aunque sea difícil. Disfruta, de las cosas sencillas, de la hierba amarillenta, del sol que fortalece, de las nubes que ya no cargan lluvia. Del esplendor efimero de la primavera.

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6 comentarios:

Ágape dijo...

Maravilloso Khalil Gibran, siempre alumbrándonos interiormente. Sus "Cartas de amor del Profeta" hacen que me olvide de mis alergias en esta estación que no puedo decir que me sea propicia.......

Pero la primavera es renacer, despertar, creación...... sobreviviré un año más y llegará el verano, mi nostálgico otoño y el recogimiento del invierno, y seguirá la vida ofreciéndonos momentos únicos, y seguiremos compartiendo.

Pd:tomo nota de tus consejos.

Ana Bohemia dijo...

Entiendo muy bien lo de la astenia, pero a veces la siento en todo el año, ¡ay! Bueno cambiando de tema, es preciosa la primavera, los días se alargan, se hacen mas suaves y los cielos son mas brillantes. ¿Qué tendrá la primavera para alterarnos así?
Besitos ;)

Anónimo dijo...

..¿Qué tendrá?los ánimos parecen que ya van entrando en calor y los días se hacen algo más agradables...así que nada de astenias! jeje
Me encantan las fotos,los surcos marcados que dejan las olas sobre la arena; la luz..las nubes..ayy que me encanta la fotografía =)
MUAKS!

Raquel dijo...

Ágape, te tengo que agradecer la referencia que has dado sobre Khalil Griban; he leído por Internet un fragmento de "Cartas de amor del Profeta" y me ha encantado.
Esa frase me encantó cuando la leí, muy esperanzadora. Khalili Griban ha sido un gran descubrimiento para mí.
Un saludo :)


Ana, la primavera es esa estación serena que aplaca el alma, creo que es esa sensación, la de salir del letargo del invierno, la que nos altera de esa manera.
Un beso :)


Sara, muy bien dicho, nada de astenias. Las fotos salen algo borrosas, la verdad es que ese día el mar tenía un color especial, triste, pero especial; lástima que las fotos no lo puedan reflejar del todo.
Un beso :)

Miguel Schweiz dijo...

Uno tras otros tus artículos Raquel son apasionantes. Claro que me quedo sin agregar ná. Es ciero que han sido muchos meses grises, muy grises, tanto que te preguntabas si las nubes se iban a quedar a residir en lugar de los extranjeros.

Pero bueno, ha llegado la primavera y puede que después de su estreno con lluvia, naturalmente, el sol le diga a las nubes que se vayan un ratito al desierto.

Siempre excelente, siempre.
Muchos besos

Raquel dijo...

Muchas gracias, Miguel.
Eso espero. Ya ha llovido mucho, ahora toca sol; se necesita.
Besos :)

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