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13 de abril de 2016

Morir de amor





La escultora madrileña Margarita Gil Röesset se suicidó a los 24 años pegándose un tiro, y lo hizo por el amor extremo, y platónico, que sentía hacia el poeta y premio Nobel Juan Ramón Jiménez, que alentó sus textos y sus primeras obras. Una relación imposible que consumió a la joven y la llevó directamente hasta la enajenación y, finalmente, al suicidio. “Qué hermoso es el amanecer del último día”, escribió en su diario. Unas horas antes, dejaba ese mismo diario en casa del poeta Juan Ramón Jiménez.
El poeta le escribió estas líneas: "Tu sufrimiento, muerta tú, se ha quedado expandido sobre mí, como el rojo del sol, después de puesto, por la tarde."













"Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada"
Así lo escribió el poeta y lo llevó a cabo un 27 de agosto de 1950 en Turín. La causa fueron sus múltiples frustraciones amorosas. Estaba profundamente enamorado de una actriz estadounidense, Constance Dowling, pero no era correspondido. Para ella escribió los poemas de  “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, que se publicaron un año después. Sobre la mesa de su mínima habitación aparecieron estos poemas.
En su diario íntimo había manifestado en 1936: “Sé que estoy condenado a pensar en el suicidio ante cada dolor”. La inmolación propia había sido para él una inquietud permanente; la muerte, su compañera constante.
Su vida de solitario impenitente estuvo amargada por sus dificultades para comunicarse: “paso las noches sentado ante un espejo para tener compañía”. Siempre volvía una vez y otra en sus notas, diarios y escritos sobre el tema de su angustioso retraimiento.

Se unió así a la larga lista de escritores y artistas a quienes una mórbida sensibilidad los condujo a su auto extinción.


Modigliani era adicto a los excesos,  y eso incluía también a las mujeres. Aunque a muchas las maltrató, incluso físicamente, ninguna le olvidó y todas le amaron intensamente. Decía que «pintar a una mujer es poseerla» y llegó a realizar más de 450 obras conocidas, casi todos retratos y desnudos, en menos de 10 años.
Jeanne Hébuterne también era  pintora  lo que le permitió conocer a la comunidad artística de Montparnasse. Con ellos trabó amistad e incluso posó como modelo, pero sólo se enamoró de uno, Modigliani .  A pesar de que la familia de la chica rechazaba la relación, al considerar al pintor un depravado libertino, Jeanne no tardó en irse a vivir con él a la Rue de la Grande Chaumière,  quedando embarazada.
Ese año viajan  a Niza, a la Riviera francesa, mientras el pintor es internado en una clínica para ser tratado de su tuberculosis Jeanne da a luz.
La apacible tranquilidad de Niza le agobiaba y Amadeo Modigliani vuelve a París,  dejando a Jeanne  en el sur con la promesa de casarse con ella cuando le llegaran unos papeles de Italia. Jeanne estaba de nuevo embarazada.
Destruido por la enfermedad y los excesos, Modigliani alcanza los niveles más bajos de la destrucción física y psíquica. En la última semana que le queda de vida, no puede moverse de la cama. Jeanne no sale ni un momento del cuarto. Ni él ni ella comen. Es como si los dos se resignaran a una muerte inevitable. Nadie los ayuda porque nadie sabe lo que está sucediendo. Cuando intervienen los vecinos el médico sólo puede certificar el estado agónico del paciente.

Lo llevan al hospital donde muere a las 10.45 de la noche del 24 de enero de 1920. Jeanne no besa el cadáver. Le mira largamente y retrocede sin volverle la espalda. Esa noche no quiere dormir en el estudio con su hija. Se instala en el hotel la Louisiane, de la Rue de Seine, donde intenta suicidarse. Sus padres la rescatan y se la llevan a casa. En la habitación del hotel había dejado un puñal debajo de la almohada. El entierro de Modigliani es un acontecimiento en Montparnasse. Todos los pintores, músicos, poetas, actores, antiguas amantes, acompañan al artista al cementerio de Père-Lechaise y mientras el entierro más fascinante de aquel tiempo sucedía, Jeanne se tira por la ventana del quinto piso de sus padres a un patio llevando en el vientre un hijo de Modigliani. El cadáver lo recoge un obrero. Lo sube a casa de sus padres pero éstos le cierran la puerta. En una carreta el obrero lo traslada al estudio de la Grande Chaumière donde también es rechazado por el portero. El desconocido samaritano lo lleva a una comisaría. Jeanne es enterrada en clandestinidad, componiendo  el duelo unos amigos, que siguen el féretro en un taxi bajo una lluvia desolada de invierno.
























Picasso quedó prendado de la belleza de Marie Thérèse en 1927 cuando ella tenía 17 años y él rondaba casi los 50.
Marie Thérèse era suiza pero se había afincado en París. A los pocos meses de su encuentro Picasso le compra un apartamento en la rue La Boetie, cerca de la casa del pintor. Allí comenzó a pintarla y allí comenzó también su historia de amor clandestina pues él estaba casado. Con ella tuvo una hija, Maya, nacida en 1935. Pero a los pocos meses, harto de aquella vida con Marie y la recién nacida, conoce a su próxima amante Dora Maar y Marie es sustituida en el corazón del pintor malagueño.

El 20 de octubre de 1977, cuatro años después de la muerte de Picasso, Marie-Thérèse se ahorcó en el garaje de su casa. Tenía sesenta y ocho años de edad y desde que conociera a Picasso había vivido enjaulada por el amor y la sombra del malagueño y como su hija Maya escribiera después le siguió hasta la tumba, convencida de que tenía que cuidar de él incluso una vez muerto.























Miroslava había nacido en Praga en 1926 pero la ocupación nazi en su país en 1939 obligó a la familia a huir. Atrás tuvieron que dejar al resto de la familia y a la abuela paterna de Miroslava, lo que le causaría una profunda tristeza de la que nunca se recuperaría.
La familia Stern se afincó en Mexico donde Miroslava comenzaría su carrera en el cine. En 1945  es nombrada como la Reina del Blanco y Negro. Ese mismo año  se casaría con Jesús Jaime Gómez Obregón, miembro de una familia de la alta burguesía de la época y del cual se divorciaría al poco tiempo, al descubrir la homosexualidad de su pareja y que el matrimonio era sólo de conveniencia. En Mexico  trabajó en películas como  “Bodas Trágicas” al lado de Roberto Silva, cantante de ópera,  y Ernesto Alonso con quien se había iniciado en el cine y quien fuera intimo amigo hasta el último día de su vida. Por esas cosas del destino Miroslava y Alonso volvieron a coincidir en la última cinta en la que la actriz participaría, “Ensayo de un Crimen”. Posteriormente los amigos de Miroslava comentarían que días antes de terminar el rodaje ella les había dicho que iba a suicidarse. Ernesto había encontrado en su bolso un frasco con barbitúricos pero nunca pensó que fuera capaz. El 10 de marzo de 1955 alarmados por la ausencia de la actriz trataron de contactar con ella, y fue su asistenta personal la que la encontraría muerta en su habitación.

A los  29 años  y estando en la cúspide de su carrera, víctima de la soledad y no contar con un amor verdadero, aunque ya había tenido varios romances con algunos galanes con los que compartía cartelera,  decidió quitarse la vida lo que dio pie a todo tipo de especulaciones.  La que mas sonó implicaba al torero Luis Miguel Dominguín, con quien había mantenido un idilio, y del que se dijo era el inductor del suicidio de la actriz al enterarse ésta de su boda con Lucía Bosé. 

6 comentarios:

Alí Reyes dijo...

Caray, hiciste una recopilación muy trágica

Ana Bohemia dijo...

Madre mía que vidas truncadas en nombre de la soledad, la decepción, el despecho y el amor, ese sentimiento que puede llegar a ser tan destructivo cuando es enfermizo...
Me ha apenado mucho todos los casos, pero sobre todo el de Walter y Hebuterne, es que Picasso fue muy cruel con ella, ¡que mal!
Un beso geme
:D

Montse dijo...

El amor no debería ser motivo de muerte, por mucho despecho que exista. Es una pena morir así, con esa angustia y desesperación, por algo que no tiene remedio, no creo que hoy en día existan casos de esta índole, el hecho de que tu amor no sea correspondido no mata a nadie.
El caso de Jeanne Hébuterne me ha impresionado, porque fue repudiada, no sólo por su amor, sino por su familia y amigos también ¡qué fuerte!
Has hecho un magnífico trabajo de recopilación, me ha gustado mucho.
Un besito, Raquel.

Anónimo dijo...

Es verdad que no debería suceder, pero sigue sucediendo. La gente se mata, la gente muere, se suicidan escritores, actores, personas de a pie que nadie conoce y ni sus familiares saben el por qué. Y muchas veces es por desamor. No solo romántico. La soledad es devastadora.
Todos los casos son horribles, pero es que hay tantos.... toda la familia Plath, empezando por Sylvia, Anne Sexton, Hemingway, Jack London, Larra, ..., y así podría seguir con una larga lista.... Todos tienen en común esa soledad y la desesperación de la incomprensión, esa sensación de no encajar. Por no hablar de cantantes como Kurt Cobain, y un largo etc .... ¿Qué no es eso sino desamor???
Es muy triste, pero el mal del mundo es la incomunicación y la falta de tiempo. Eso nos hace no solo independientes, sino egoístas. Y dentro de ese egoísmo nos olvidamos que venimos al mundo para algo. Para mí esta aventura de vivir significa amar a los demás. Así que me da muchísima pena cuando alguien se mata por su propia mano.
Es terrible. Teniendo amigos que lo han hecho, debo decir que nunca hay que pensar que es una llamada de atención. Siempre se debe apoyar a la persona en todo momento que se pueda.
Gran post.
Saludos. Raquel. Abrazos, y perdón si me extendí demasiado.
Carol

Raquel dijo...

Sí, la verdad es que esta lista da mal rollo.
Un saludo Ali :)

Y también el desamor. Triste manera de poner fin a la vida, pero para algunos tras una decepción amorosa no tiene interés ya, una pena. Siempre hay una razón para seguir en el mundo, aunque sea para ver amanecer.
Muy cruel fue Picasso, pero al parecer para el amor era de quita y pon.
Un saludo Anita!

Sí, y siempre hay que lidiar con estas emociones, nadie está libre de decepciones y frustraciones, pero no hay que hacer que la vida gire en torno a ellas. Amores viene y van igual que los amigos y las oportunidades, y al final la vida sólo es una y es muy breve.
Lo que me motivó a hacer esta entrada fue el caso de Hebuterne. Una mujer radical y enferma, porque no acabo solo con su vida sino con la de una criatura inocente que tenía derecho a nacer, horrible esa acción estando embarazada de 9 meses.
Gracias Montse.
Un beso! :)

Sin duda, la soledad es el peor mal del ser humano. Siendo sincera nunca he comprendido esa manera de "solucionar" las cosas. Siempre me ha parecido una salida demasiado fácil e injusta para los que se quedan y han de lidiar con la pena. Hay gente que siente un dolor crónico, una angustia vital, y no pueden manejar sus emociones, no ven salida a nada, no encuentran su motivación para seguir adelante. No sé si es sólo soledad o que no encuentran su lugar en el mundo, que no se sienten parte de él.
Coincido contigo, me apena mucho que alguien acabe con su propia vida. Como dices, hay que encontrar el sentido a la vida, y pensar que venimos para algo, que siempre vale la pena amar aunque eso acabe también. Siempre hay que amar, y reponerse a los fracasos. Como decía en el post anterior, hay que rellenar las grietas de la vida con oro.
Saludos Carol, como siempre un placer leerte por aquí.

Anónimo dijo...

Querida Raquel:
No hago apología del suicidio, pero tampoco me gusta juzgar a nadie, y me duele que se juzguen a personas que no están aquí para defenderse que hayan escogido esa decisión como una "solución" a sus problemas. Yo no pienso que ell@s crean que sean su solución, sino que el acto está repleto de desesperación, y que, lejos de ser fácil para ell@s, les resulta muy difícil tomar esa decisión tan controvertida. Nadie quiere morir. Lo que se quiere es vivir bien, pero a veces no hay fármacos, no hay apoyo, no sabemos la situación, por eso no se debe juzgar a los demás. Los juicios siempre producen dolor.
Abrazos, Raque.

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