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28 de diciembre de 2012


El hombre primitivo adoraba el sol, y al ver acortarse los días a lo largo del otoño, temía que el astro de la luz descendiese de tal forma que fuera vencido por las tinieblas de la noche. Pero al llegar el solsticio de invierno de nuevo el sol se alza invicto e invencible; poco a poco va creciendo en fuerza, luz y calor: Es la fiesta del Nacimiento del Sol Invencible.



Algunas leyendas y tradiciones sobre el origen de los pueblos indo-europeos aluden a un "centro polar", situado en el Norte, "más allá de la más lejana medianoche", que era su lugar de residencia. Un día "cuando el cielo cambió", aquellas tierras vieron como progresaba el frío y los lugares, antaño paradisíacos, se convertían en inhabitables. Puede comprenderse que para estos pueblos "la experiencia del Sol" (que para ellos era calor y vida), les marcara profundamente. A lo largo del otoño el sol se ha ido alejando, casi muriendo. El punto más bajo se sitúa justo en el solsticio de invierno. Pero a partir de ese instante el sol renovado, adquirirá nueva vida. Las fiestas invernales están marcadas por la tristeza inicial por la muerte del sol, pero por la seguridad inquebrantable de su renacimiento el 25: "Dies natalis solis invictus", el "día del nacimiento del Sol invencible".

Del 25 de diciembre al 6 de enero, tiene lugar el ciclo festivo más atractivo de todo el año. La naturaleza que ha ido muriendo a lo largo del otoño llega a un período de inflexión. El sol detiene su alejamiento de la tierra y a partir del 25 de diciembre inicia su lenta aproximación a la tierra. Esto hace del invierno una estación rigurosa en cuanto a las inclemencias climáticas, pero llena de alegría: es la promesa de una renovación.

Este ciclo festivo puede ser considerado como la fiesta del Eterno Retorno del Sol, de su renacimiento (navidad) y de la regeneración del tiempo (primero de año).
Fiesta familiar, la Navidad y el Solsticio, fiesta mundana, primero de año y fiesta de Jano, fiesta, finalmente, para los niños, la Epifanía; cada carácter y cada edad encuentran su momento ideal en estas fechas.
El hecho de que se trate de un ciclo de doce días tiene relación con las costumbres y los pueblos indo-europeos, para los cuales el número doce era sagrado y se repetía en distintos motivos simbólicos.
Durante miles de años, nuestros antepasados indo-europeos han celebrado esta fiesta y a lo largo de las culturas dominantes en cada ciclo, ha permanecido inamovible y nada ni nadie ha logrado desarraigarla de la memoria colectiva de nuestros pueblos. Como máximo se ha adaptado y en las últimas décadas adulterado.



Para los germanos -y por extensión para los pueblos nórdicos-  el "solsticio de invierno" y las fiestas que seguían eran un remedo del Raknarök, el "crepúsculo de los dioses". Liberado, el lobo Fenrir -símbolo de las fuerzas caóticas y tempestuosas- rompe sus cadenas y devora los cielos y la tierra; el sol mismo es tragado por la fiera. Pero en el final del relato del Edda, el sol es reemplazado por su hija, gracias a la gesta del dios Vidarr, llamado el "As silencioso".

Los hindúes celebraban en esas fechas el "deva-yana", fiesta de la vía de los dioses, en oposición a la fiesta de "pitri-yana", vía de los antepasados, que tenía lugar en el solsticio de verano. En la celebración de esta última fiesta adquiría gran importancia el fuego. Era en el fuego en donde se creía que residía el espíritu de los antepasados, que una vez muertos, pasaban a ser dioses tutelares del hogar; este mismo culto se transmite a Roma en los altares domésticos destinados a los dioses lares.

En el transcurso de los siglos, con la dispersión de los pueblos indo-europeos y sus mezclas, se alteraron parte de estos significados: en la Europa del sur desaparecieron las hogueras del solsticio de invierno, que, sin embargo, se conservaron en el Norte; mientras, en el solsticio de verano, algunas publaciones del sur, siguen realizando hogueras análogas. Pero siempre, en todos ellos, es posible reconocer la importancia que el eje solsticial -es decir, solar- tuvo para ellos.

4 comentarios:

Ana Bohemia dijo...

Muy interesante, así que en realidad podríamos llamar a estas fiestas las de la Renovación.
El sol es el astro ams importante, pero para los bohemios no puede compararse a la Luna, sin embargo, no sabes lo que añoro un buen baño de sol, que te caliente ahsta las ideas....
Un beso
;)

Miguel Schweiz dijo...

Raquel, que estos artículos fantásticos sigan el próximo año y muchos más.

Gracias por enriquecernos con conocimientos y novedades y hasta con esos relatos magníficos que escribes...

Muchas felicidades, que te sientas satisfecha rodeada de todos los que amas.

Besitos

Gemmayla dijo...

Hola preciosa y querida Raquel

un 2013 lleno de luz y de todo lo mejor para ti y tu gente

Besotísimo

Raquel dijo...

Muchas gracias a los tres. Los mismos deseos para vosotros, y más. Buenas vibraciones para todos, y constancia.
Besos gordos.

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