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12 de noviembre de 2011

Cosas gratis (o casi) que nos alegran la vida

Cuando llega esta época del año, en la que anochece antes y el frío se vuelve más intenso, los días son  lluviosos y las nubes lo cubren todo, es más fácil sentirse triste y desanimado, y si encima no estás pasando un buen momento, tienes la gripe o te encuentras sin trabajo la tristeza se acentúa haciéndose insoportable.  Es más sencillo dejarse llevar por  oscuros sentimientos cuando la luz del sol se convierte en recuerdo.
Reconozco que a mi me pasa. Cuando llega el Otoño, aún siendo una estación preciosa, mi animo se desploma y hay ocasiones en las que me siento deprimida y sin fuerzas.  Es en estos momentos cuando hay que buscar “antídotos”; mirar alrededor y encontrar pequeñas cosas, no siempre materiales, que nos alegran la vida.  A veces lo que más nos hace felices está a un palmo de distancia tan cerca que lo pasamos por alto.
Para vencer esta tristeza otoñal  sólo tienes que mirar a tu alrededor y fijarte en los detalles.

Porque está demostrado, los animales de compañía son lo más parecido a una medicina preventiva que hay. Cuando los acariciamos  la tensión arterial se reduce, además de producir efectos relajantes en nuestro organismo. Nuestras mascotas son un verdadero antídoto contra el estrés, nos hacen sentirnos menos solos, mejoran nuestro humor y nos ayudan a estar en forma. Son nuestros compañeros y nos dan su cariño, protección y amor a cambio de nada…o casi nada, sólo un paseíto, una caricia, atención. Nada comparado con todo lo que nos dan ellos.

El azúcar es bueno…siempre con moderación. No se trata de hacernos adictos al dulce, pero no hay nada que apetezca más que una golosina de vez en cuando. Darse ese pequeño capricho que nos alegra el día. El responsable de esa sensación de “euforia” que nos proporciona un chute de azúcar es el aumento de la glucosa en sangre, que nos hace sentir enérgicos y felices. La acción es inmediata pero el efecto desaparece igual de rápido, y eso puede acabar convirtiéndonos en adictos. Por lo que es conveniente restringir su consumo.
Sin embargo con moderación es uno de los placeres más baratos que hay. Lo que me lleva directamente a otro de los manjares irresistibles por naturaleza del que es difícil prescindir, el chocolate.



Por el precio de unos pocos céntimos puedes experimentar una de las sensaciones más deliciosas que existen. El chocolate actúa como un antidepresivo, es el precursor de la serotonina cerebral, proporcionando una sensación de tranquilidad y sedación placentera al que lo consume. De las más de 300 sustancias químicas que contiene el chocolate, la cafeína junto con la teobromina son las responsables de que este delicatesen actúe como una droga. Además el chocolate contiene muchas vitaminas en cantidades pequeñas, como las vitaminas A, E, B1 (tiamina), B2 (riboflavina) y ácido fólico (una vitamina B también). Las vitaminas B ayudan a crear nuevas células rojas de la sangre. La vitamina A ayuda a mantener la piel y los dientes sanos. La vitamina E ayuda a mantener el metabolismo y el sistema inmunológico.


Tan barato que para practicarlo sólo hace falta tener ganas y un poco de tiempo. Con sólo media hora al día, y a buen ritmo, conseguirás  fortalecer tus piernas y mejorar tu calidad de vida en general. Además de distraerte, también podrás mantener a raya el estrés. Pasear puede ser una actividad de lo más gratificante si eliges un buen lugar para ello, por ejemplo un parque tranquilo, un paseo a la orilla del mar, o ese rincón mágico de tu ciudad. Y si es en plena naturaleza y en buena compañía, mejor que mejor.




Plantarle buena cara al mal tiempo. Reír es lo más sano del mundo. Los beneficios que nos produce la risa son muy conocidos, tanto para la mente como para el cuerpo. 20 segundos de risa equivalen a 3 minutos de ejercicio constante en el gimnasio. Los músculos de la cara, tórax y abdomen se relajan y se contraen a gran velocidad, mejorando su tono. Se normaliza la presión sanguínea. El corazón aumenta su frecuencia y es capaz de bombear de 140 a 210 mililitros de sangre por minuto, cuando lo normal son 70. Los pulmones movilizan el doble de aire (12 litros, en lugar de los 6 litros habituales), lo que contribuye a una mejor oxigenación del organismo. Y por si fuera poco, la risa es un activador metabólico, que provoca la liberación de adrenalina, favoreciendo la perdida de calorías. Además sonreír nos hace parecer más guapos.


Tejer, escuchar música, leer un buen libro, hacer maquetas, completar puzzles, plantar un huerto, coleccionar todo tipo de objetos, estudiar idiomas, escribir un blog… En definitiva, ocupar nuestro tiempo libre con aquello que nos entretiene y nos hace felices; aquello que nos plantea un reto o simplemente aquello que nos ayuda a mejorar.




Dedicarte tiempo y perderlo contigo misma/o. Mimarte y que te mimen, y hacer aquello que  siempre pospones por falta de tiempo. Un largo baño de espuma; un masaje casero; un maratón de tu serie favorita; una tarde en el sofá viendo tu película preferida  con un bol gigante de cotufas; cocinar aquel postre tan rico que tanto te gusta; comerte un helado aunque haga frio; comprarte aquellas botas que tanto te gustan… Esos pequeños placeres cotidianos sin los cuales la vida se haría más cuesta arriba.




Porque hay cosas pequeñitas que son importantes. Qué sería de nosotros sin los olores, por ejemplo; olores que nos recuerdan cosas, que nos evocan tiempos pasados o personas queridas, momentos únicos, o sensaciones agradables. El olor del café; el de la lluvia sobre el asfalto; el olor de la fruta o el del pan recién hecho; el olor de una casa querida, el de una colonia conocida, el del cielo tras la tormenta.
Sin las sensaciones; como la de columpiarse desafiando la ley de la gravedad. Bajar una pendiente en bicicleta como cuando eras niño. Abrazar con calor a la primera persona que llegue a casa. Dibujar en el vaho de los cristales. Sentir el calor de una manta abrigada en una tarde de frio. Estrenar calcetines. Una ducha calentita tras un día duro. Un trozo de tarta de chocolate deshaciéndose en el paladar. Explotar pompas de jabón. Una mirada en silencio. El ruido de la lluvia sobre el tejado o ese momento mágico cuando de pronto deja de llover. El ronroneo del gato sobre tus rodillas…


Esos bálsamos que reparan nuestra alma cada día sin que nos demos cuenta y que por fortuna no cuestan nada.

¿Y a ustedes, qué cosas les alegran la vida en los días de otoño?

5 comentarios:

Prometeo dijo...

Pues un buen libro (estoy con El puente de los asesinos), una buena pelicula (vere hoy la ultina de La perla negra y Sparrow), unas castañas asadas bien calentitias, un buen apseo (expo de modelismo naval, una pasada), un psritdo de basket (madrid, estu, etc...), una buen aconversacion aunque se por telefono (mi amdre, etc..)...en fin mil cosas a cual ams variada...
Un abrazo.

Ana Bohemia dijo...

Estrujar las hojas secas sólo para oírlas crujir, preguntarle cosas a los pétalos de una margarita( de esas que siempre dicen si), pedir deseos a las estrellas o a los Dientes de león, esonrtijar los rizos de Pancho y hacerle un tupé, poner una película vieja es decir clasica, y asomarme al desván secreto... aquí siempre encuentro cosas que me hacen sonreir, que me sorprenden, me educan o me advierten.
De esta lista ya he hecho hoy un par de cosas que aprecen en ella: Mis cachorritos y su terciopelo de orejas, las chuches, la música, el baño de agua caleinte, dibujar en el vaho de los cristales, oír el ruido de la lluvia sobre el tejado, sonreír... ¡y es verdad, no me he gastado ni un centimo!
Bonita entrada, me ha encantado.
Un beso Hermanita
:D

Anónimo dijo...

Qué maravillosa entrada. Solo con tus palabras y sugerencias me has puesto de buen humor porque me he sentido comprendida. Gracias.
Te diré:
Ver una buena película, leer, darme un buen baño de agua caliente (eso no me lo permito desde hace años- me ducho, claro, jajajajaj), escribir, pasear con Beni, charlar con mi hermanita del alma y del corazón, cambiar el diseño del blog, comer chocolate, o tomar chocolate caliente, trasnochar con mis amigos o en casa, yo solita haciendo todas estas cosas mientras todos duermen, ordenar mis libros, reírme, reírme de mí misma y que los demás se rían conmigo, observar cuando paseo cada cosa bonita, los árboles, el mar, ...., me encanta todo....=) ¡Ah! Y la lluvia. Nada me calma más que una buena tormenta.
Gracias por este blog tan increíble.
Abrazos, Raquel.

Ligia dijo...

Yo también me entristezco con estos días que las tardes son tan cortas que no me da tiempo de hacer nada, así que veo la tele, leo algún libro, coso todo lo que puedo con una luz potente porque si no, no veo nada, y algún fin de semana me como un dulce en "La Princesa"...
Abrazos

Raquel dijo...

Se me acaban de borrar todos los comentarios que ya tenía escritos... ay este blogger.


Prometeo me gusta tu plan contra la tristeza otoñal; me apunto el título del libro.
Un abrazo fuerte.


Anita como se nota que somos gemelas y nos gustan casi las mismas cosas; de lo que has dicho em quedo con estrujar hojas secas, porque cuando las rompes en la palma de la mano suenan como un cosquilleo y por supuesto lo de ensortijar los risos de Pancho.
Gracias, me algra que te haya gustado.


Gracias a ti Nicole, no veas lo que me han animado tus palabras. me alegra mucho que te haya gustado esta entrada que escribí como un remedio para alejar la tristeza del Otoño.
Coincimos en lo del baño, yo no tengo bañera así que añoro poder hacerlo, y lo de comer chocolate, es algo que surte efecto instantaneamente.
Un abrazo Nicole :)


Mmmm un dulce en la Princesa es el mejro remdio que conozco para pasar una tarde lluviosa de otoño; que bueno.
Un abrazo Ligia.


Gracias a todos.

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