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16 de julio de 2015

Aditivos Químicos

Antes de empezar…

¿Qué son los aditivos alimentarios?

Un aditivo alimentario es una sustancia que, ni es un alimento ni posee valor nutritivo,  y que se agrega a los alimentos y bebidas para modificar sus caracteres organolépticos y facilitar o mejorar su proceso de elaboración o conservación.
Los aditivos más usados son la sal (cloruro sódico), que no es considerado en general como un aditivo, los mono y diglicéridos (emulsionantes), el caramelo (colorante), el ácido cítrico (secuestrante y acidificante), el ácido acético (acidificante y conservante), el bicarbonato sódico (para las levaduras químicas), el ácido fosfórico y el glutamato sódico (potenciador del sabor).

Las principales funciones de los aditivos alimentarios son:

Asegurar la seguridad y la salubridad.
Aumentar la estabilidad del producto.
Hacer posible la disponibilidad de alimentos fuera de óxido de carbono.
Asegurar o mantener el valor nutritivo del alimento.
Potenciar la aceptación del consumidor.
Ayudar a la fabricación, transformación, preparación, transporte y almacenamiento del alimento.
Dar homogeneidad al producto.

Existen categorías de aditivos por su uso en la industria alimentaria, entre ellas tenemos:

Aromatizantes
Colorantes
Conservantes
Antioxidantes
Acidulantes
Edulcorantes
Espesantes
Derivados del almidón. Tienen como base para su elaboración el almidón.
Saborizantes
Emulsionantes

Los más nocivos son los químicos y sintéticos. Hay más de 6000 aditivos en el mercado, y todos son blancos, lo que hace imposible reconocerlos.



Nuevas enfermedades y alergias por el uso de aditivos químicos y sintéticos. Sensibilidad química múltiple (SQM)

Debido  al uso cada vez más generalizado de químicos se están dando nuevos casos de alergias. Aunque por suerte la mayoría suelen ser casos leves estos provocan muchas molestias como irritación en la piel, ojos y mucosa nasal. La mayoría de estas alergias se dan por el uso de productos cosméticos. 
Desde el 2004  se ha venido alertando del uso de parabenos en cosméticos, fármacos y alimentos por su perjuicio para la salud humana, sin embargo se ha demostrando que su utilización en pequeñas cantidades sobre pieles sanas no genera ningún daño.
Existen muchos tipos de parabenos, y no todos pueden ser utilizados para consumo, pero muchos de ellos pueden ser empleados bajo supervisión, y con ciertos límites, sin que supongan riesgo para la salud.    Es el caso de las formas de etil- y metil- que se consideran parabenos seguros por la ley. Otras formas como el propil- y butil- también se pueden emplear. Sin embargo existen parabenos que son perjudiciales para la salud y que están prohibidos como las formas de benzil-, pentil-, isopropil-, isobutil- y fenilparabeno. En el caso del benzilparaben, su uso no está permitido pues se le ha descrito capacidad de provocar cáncer.



La sensibilidad química múltiple es el nombre dado al síndrome en el cual una víctima experimenta múltiples síntomas por la exposición a cantidades mínimas de productos químicos diarios. Actualmente no hay definición oficialmente reconocida para la sensibilidad química múltiple. Esto es debido al hecho que se sabe muy poco sobre él, especialmente sobre los mecanismos implicados con el inicio de síntomas. (Para saber más sobre la sensibilidad química múltiple)

Los aditivos alimentarios más perjudiciales

En la industria alimentaria se conoce con las siglas E954. La sacarina es uno de los edulcorantes sintéticos más antiguos. Se descubrió en 1879 y se prohibió en noviembre de 2014. Se usaba para engordar a los cerdos. Diversos estudios demostraron que provocaba cáncer de vejiga a ratas de laboratorio. A pesar de eso se sigue encontrando en el mercado. Es cancerígena.

Otro edulcorante artificial bajo sospecha es el Aspartamo, E951. Se le conoce también como NutraSweet y Equal, y a menudo se encuentra en los alimentos etiquetados como “dieta” o “sin azúcar”. Se cree que es cancerígeno y acumula más informes negativos que todos los demás alimentos. Afecta la inteligencia y la memoria a corto plazo, y se cree origina una amplia variedad de enfermedades incluyendo tumores cerebrales, enfermedades como el linfoma, diabetes, esclerosis múltiple, la fatiga de Parkinson, el Alzheimer, la fibromialgia, trastornos emocionales como los ataques de depresión y ansiedad, mareos, dolores de cabeza, náuseas, confusión mental, migrañas y convulsiones. Se le considera el veneno más potente que consumimos hoy en día.

Glutamato monosódico, E621, conocido también como el aditivo “umami” o sabor metálico. Es una neurotoxina, daña el sistema nervioso y sobre estimula a las neuronas llevándolas a un estado de agotamiento, y algunas de ellas eventualmente morirán como consecuencia de esta estimulación artificial. Además, consumir alimentos con este aditivo hace que los niveles de glutamato en la sangre sean más altos de lo que deberían ser, y si estos niveles se mantienen así, el glutamato se filtra al cerebro causando y contribuyendo a malestares físicos. El consumo de este aditivo se asocia a efectos secundarios tales como mareo, nausea, sudación, debilitamiento, taquicardia y dolor de pecho, entre otros. Se encuentra en: comida china (Síndrome de restaurante chino) muchos aperitivos, patatas fritas, galletas, condimentos, la mayoría de los productos de sopa Campbell, comidas congeladas, carnes frías. A veces es difícil localizarlo ya que cada seis meses cambia de nombre. Trazas de soja o Extracto de leche son algunos de ellos.

E104 Amarillo de quinoleína. Es muy peligroso. Además de cancerígeno, puede producir hiperactividad o trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños.

E102 Tartracina. Este colorante alimentario se extrae del petróleo. Está prohibido  en muchos países menos en España.

E133 Azul brillante. Se obtiene del petróleo. Podemos encontrarlo en chicles, caramelos, helados, queso azul, conservas y helados, y en productos cosméticos. Se acumula en los riñones y vasos linfáticos. Puede causar hiperactividad en los niños. En grandes dosis es un liberador de histamina y puede aumentar los efectos del asma y producir eczema, urticaria e insomnio. A largo plazo puede resultar cancerígeno.



E221 Sulfito de sodio. Conservante utilizado en la elaboración del vino y otros alimentos procesados. Según la FDA, aproximadamente uno de cada 100 personas es sensible a los sulfitos en los alimentos. La mayoría de estos individuos son asmáticos, lo que sugiere un vínculo entre el asma y los sulfitos. Las personas que son sensibles al sulfito pueden experimentar dolores de cabeza, problemas respiratorios y erupciones cutáneas. En los casos graves, a los sulfitos pueden causar la muerte por el cierre de la vía aérea por completo, dando lugar a un paro cardíaco. Se encuentra en: El vino y frutos secos.

Nitrato de sodio (o nitrito de sodio) se usa como conservante, colorante y saborizante en tocino, jamón, perros calientes, embutidos, carne en conserva, el pescado ahumado y otras carnes procesadas. Es altamente cancerígeno una vez que entra en el sistema digestivo humano. El nitrito de sodio es ampliamente considerado como un ingrediente tóxico, y el USDA en realidad trató de prohibir este aditivo en la década de 1970, pero fue vetado por los fabricantes de alimentos que se quejaron de que no tenía otra alternativa para la conservación de los productos envasados en carne. Se sigue usando en la actualidad  porque es un fijador de color, y hace que las carnes muertas parezcan frescas y vibrantes. Se encuentra en: salchichas, tocino, jamón, fiambres, embutidos, carne en conserva, pescado ahumado o cualquier otro tipo de carne procesada.

Sería imposible abarcar todos los aditivos perjudiciales, pero también hay que tener especial cuidado con: E320, E220, E124: se prohibió en 1990. Se demostró que causa cáncer de tiroides.


Productos bajo sospecha

Enjuagues bucales. Algunos estudios demuestran que un enjuague con un 25% de alcohol aumenta las posibilidades de padecer cáncer de boca hasta en un 60% en los hombres y un 90% en el caso de las mujeres. Listerine es un enjuague bucal es más alcohólico que la cerveza, el vino o la ginebra, tiene un 21,6% de alcohol, como indica su etiqueta.

Cerveza. La calidad de la cerveza dependerá tanto de la calidad de sus cereales como del proceso de malteo; sin embargo hay algunas de estas bebidas que contienen ingredientes nocivos para la salud. Entre ellos están el jarabe de maíz OGM (organismo genéticamente modificado), maíz OGM, vejiga de pescado, propilenglicol, glutamato monosódico, colorantes, tintes a base de insectos, carragenina, bisfenol A, y más. Budweiser y Corona son unas de las cervezas más populares pero contienen maíz genéticamente modificado.




Jabones de ducha y champús para bebés. La marca Johnson & Johnson decidió retirar de sus productos una lista de componentes químicos de dudosa fiabilidad. Durante años, esta y otras grandes empresas de su sector han sido criticadas por grupos de consumidores y ecologistas que les reprochaban el uso de elementos químicos dañinos tanto para quienes los emplean, como para el medio ambiente.

Pastas de dientes. El Fluoruro de Sodio, el Fluosilicato de Sodio, y el Ácido Fluosilíceo, todos usados en clínicas dentales, en pastas de dientes, y en el agua potable de algunos países, son sustancias tóxicas de desecho creadas en el proceso de fabricación de la industria de fertilizantes, de acero, nuclear, y de aluminio. Estas sustancias artificiales no deben ser confundidas con el elemento Flúor que ocurre naturalmente. Una de los dentífricos más vendidos, Colgate Total, se encuentra bajo sospecha por uno de sus componentes activos denominado triclosán, que ha sido retirado ya de cientos de productos por ser posiblemente cancerígeno


Nosotros, los consumidores, debemos ser responsables a la hora de decidir qué vamos a consumir. Es muy importante leer detenidamente las etiquetas de los productos y no dejarnos engañar. De esta forma lograremos cambios muy positivos en nuestra salud y en nuestro bienestar, elegiendo alimentos naturales y evitando los que contienen conservantes, productos químicos, sabores artificiales o colorantes artificiales.


1 comentario:

Ana Bohemia dijo...

Puff me he quedado ojiplatica, lo que queda claro es que ingerimos veneno y no somos del todo consciente la de aditivos y sustancias perjudiciales que le añaden a los alimentos que consumimos, y no sólo alimento, ¿la pasta de dientes, el champú, la cerveza? No sabía yo que el enguaje bucal contenía tantísimo alcohol, gua, te puedes emborrachar sin quererlo, jaja, es broma. Lo que me choca por ejemplo es que el nitrato de sodio se siga empleando aunque se sepa que es altamente cancerígeno en el sistema digestivo humano, espanta, en serio, da horror leer esto. Por otra parte no me extraña nada que hayan aparecido nuevas enfermedades, e incluso casos de sensibilidad química, ya no sabemos lo que es un producto 100% por 100% natural, tendremos que volver a plantar las huertas como hacían nuestros antepasados, y comer sólo lo que salga de nuestro pedacito de tierra, así estaremos al menos algo libres de estos venenos.
Muy interesante esta entrada, y muy bien documentada.
;D

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