27 de diciembre de 2007

Se armó el belén...

Son días extraños. Hace mucho frío. No ha parado de llover. Parece que todo el mundo está de mal humor. Los coches, las prisas, las compras de última hora, y el inevitable trancazo de final de año me están torturando estos días. Sin embargo, ha habido una cosa buena hoy, el jefe nos ha dado una alegría: nos ha invitado a desayunar. Es un detallazo, viniendo de su parte, porque según dicen, yo lo conozco muy poco, es más agarrado que un chotis. No sé si será agarrado o no, pero el bocadillo me ha sentado hoy de muerte, y sinceramente se lo agradezco aunque no se vuelva a repetir hasta el año que viene.

Estoy tan cansada que no tengo fuerzas para escribir. Estos madrugones me están matando. Odio madrugar, odio desayunar tan temprano y tener que correr cada mañana bajo el sereno helado hasta la estación. Odio la gente en navidad y trabajar en lo que trabajo. Odio escribir como si fuera un feje indio, y odio por encima de todas las cosas esta dislexia mía que me hace escribir feje en lugar de jefe...

Estoy deseando que acaben estas, entrañables, fiestas. Llevamos dos meses de intensa campaña navideña y mis nervios no pueden soportarlo más. ¿Me estaré convirtiendo en un Mr. Scrooge cualquiera, malhumorada siempre, malencarada, dura y esquinada como el pedernal…? Odiaría verme alguna vez así, pero tengo que reconocer que la navidad saca lo peor de mí. Estoy siendo injusta, ya lo sé, qué culpa tiene la navidad del consumismo desatado, y de la locura general. Sí, si ya lo sé, me estoy dejando arrastrar por mis sentimientos, o mejor dicho, por el dolor de espalda y el sueño atrasado y el gripazo que, fiel como cada año, se presenta para aguarme, literalmente, las fiestas. En el fondo me siguen gustando estas fechas, aunque no sean ni una sombra de las navidades de antes.

El día de nochebuena se armó el belén en mi barrio. Unos chicos estaban tirando petardos por ahí, y al parecer uno cayó, accidentalmente o eso se presupone, en la puerta del garaje del médico, lo que fue el detonante de una gran pelea. El médico es uno de los últimos vecinos que llegó al barrio, hace unos diez años más o menos; suficiente tiempo para dejar de ser el nuevo aunque no lo suficiente tratándose de él. Nunca le ha preocupado ganarse la simpatía de nadie, y como si se tratará de Mr Scrooge siempre ha mantenido las distancias con todo el mundo, y no por timidez. Aquel día, durante toda la mañana y tarde se habían escuchado petardos, voladores, y mucho alboroto, cosa normal en estas fechas. Aquellos chicos del barrio, serían seis o siete, bajaban de una de las calles de arriba, iban armando jaleo, y estaban muy exaltados.

El médico salía justo en ese momento y observó con su privilegiada vista de lince cómo uno de los petardos caía sobre su puerta de garaje. Los increpó y los chicos al principio respondieron de buen rollo. Sin embargo el médico prosiguió con su reprimenda, quizá en un tono no muy adecuado. Uno de los chicos le insultó y el médico, herido en su orgullo, le siguió…buscándole las cosquillas. El chico, que se vio acosado por el médico, continuo lanzándole... piropos, y el médico, que cada vez se exaltaba más, le posó una mano sobre el hombro con no sé qué intenciones pero con pésimas consecuencias. El chico le golpeó, el médico respondió, y los dos se enzarzaron como gallos de pelea. El hijo del médico y su mujer salieron corriendo al escuchar el griterío y se encontraron con el jaleo armado. Gritos de todo tipo, insultos varios y un escándalo como hace tiempo no se presenciaba en el barrio. Resulta que la bronca fue subiendo en intensidad, y al final tuvo que venir una ambulancia y hasta la policía. Mi padre fue “testigo” junto con otros vecinos del incidente, y dicen que estaban intentando convencer al médico para que se fuera a su casa pero el hombre estaba fuera de si y no hacía caso a nadie.

En el barrio no se habla de otra cosa. La pelea ha pasado a ser el tema estrella en las tertulias de los bares y supermercados, y cada uno tiene una versión diferente de lo sucedido. Se añaden o se quitan cosas y como una bola de nieve el cuento de la pelea se va haciendo cada vez más grande, y más disparatado. Ya no son seis los chicos, ahora son diez, y skin hear, nada más y nada menos, y la imaginación de cada uno de mis vecinos va añadiendo y condimentando este guiso con cosas de su propia cosecha. Después de la tormenta siempre llega la calma. Y eso es lo que ha llegado al barrio; una calma total que tal vez es el preludio perfecto para la gran fiesta de fuegos artificiales de fin de año.

Al médico se le ve pasar, serio como siempre, con su brazo en cabestrillo, y todo el mundo lo mira sin querer, como de reojo, y cuando alguien habla de lo sucedido en sus caras se asoma una sonrisa de satisfacción. Tal vez esté mal decirlo, pero en su interior, estoy segura, piensan que no ha estado mal que alguien le bajara los humos, aunque fuera a mamporrazos.

Me he acordado de esta gran película del gran actor Paco Martínez Soria a raíz de esto. Se armó el belén es una película de 1969 y narra una historia sencilla, la de un cura algo anticuado que es destinado a una parroquia de un suburbio de Madrid donde intenta, por todos los medios, ganarse el afecto de sus nuevos feligreses. La verdad es que los años no pasan en balde, y los treinta y nueve años que tiene ya esta película se notan. Pero se pasa un rato muy entretenido. La recomiendo.

19 de diciembre de 2007

Elizabeth Eckford y los nueve de Little Rock

Elizabeth Eckford, una de las estudiantes Afro-Americanas del "Little Rock Nine", fue el ídolo de la lucha antirracista en Estados Unidos.

El 4 de septiembre de 1957, Elizabeth junto a ocho compañeros afro-americanos intentaron entrar en el Little Rock Central High School.

La segregación racial en las escuelas estaba prohibida por el Tribunal Supremo, pero las cosas no habían cambiado demasiado en el sur de los EEUU.

Orval Faubus, Gobernador de Arkansas en aquella época, había dado la orden a la Guardia Nacional de evitar que los estudiantes de color se matriculasen en el Central High School. Motivo por el cual, Elizabeth Eckford y sus ocho compañeros, fueron detenidos a las puertas del instituto.

Días más tarde el grupo intentaría asistir de nuevo siendo otra vez rechazados. Finalmente, el día 24 de septiembre de 1957 y sólo después de que el Presidente Eisenhower ordenara a la Armada Norteamericana escoltar a Elizabeth y sus compañeros; los Little Rock Nine pudieron acceder al Central High School.

Conocí esta historia, casualmente, gracias a la película “Forrest Gump”. Por aquella época no tenía ordenador y las enciclopedias que tenía en casa no daban muchos detalles al respecto. La información que tenía entonces sobre esta historia de superación y de lucha no era muy completa; fechas y nombres pero nada más. Recuerdo que anoté en alguna parte este nombre: Elizabeth Eckford, y que me hice la promesa de investigar sobre los Nueve de Little Rock cuando tuviera mejores medios a mi alcance. Supongo que lo olvidé o puede que la nota se perdiera entre la montaña de apuntes y libros de texto de mi vida de estudiante. De nuevo, la casualidad es la que me ha conducido a esta historia y a Elizabeth Eckford, y hoy no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar sobre ella: sobre los nueve de Little Rock, y sobre la segregación racial en EEUU.

Desde siempre nos han vendido una imagen de EEUU algo… distorsionada: Un nación libre, igual, y única. Puede que sí sea única, gracias a dios, pero no es libre, y mucho menos igualitaria. Su historia está plagada de injusticias, de racismo y de abusos. Pero aquel día de septiembre de hace cincuenta años algo pasó y todo el mundo posó sus ojos sobre los nueve estudiantes de color que habían intentado acceder al instituto Central High. Unos años antes, El caso Brown había contribuido sustancialmente a la transformación de las relaciones raciales en Estados Unidos. Pero sería aquella imagen, la de Elizabeth Eckford encaminándose sola y siendo increpada por los exaltados alumnos blancos del Central High, la que marcaría a toda una nación y la enfrentaría consigo misma. EEUU no podía vanagloriarse de mediar en el extranjero contra el odio cuando en su propia nación muchos de sus ciudadanos eran perseguidos y discriminados simplemente por el color de su piel. Aquellos nueve alumnos abrieron la veda de la igualdad pero pagando un alto precio a cambio: el acoso constante y el desprecio sistemático de sus compañeros blancos los marcaría profundamente para el resto de sus vidas.

Finalmente en 1964 se aprobó la ley de Derechos Civiles, que prohíbe la discriminación por motivo de raza, color de piel, religión u origen.

Han pasado cincuenta años, las cosas han cambiado mucho, puede, seguramente, que no para mejor. Pero el sacrificio de estos nueve alumnos será siempre recordado.

En el 25 de Septiembre de 1997, en el 40 aniversario de estos hechos, Bill Clinton pronunció un emotivo discurso, este es un pequeño fragmento del mismo:

“Creemos que cada individuo posee las mismas posibilidades; cada individuo nace con el derecho igual para esforzarse, para trabajar y para subir tan alto como pueda; y que nazca con igual responsabilidad para actuar según las leyes, para reflejar nuestros valores y para transmitirlos a sus hijos”

17 de diciembre de 2007

Cuánto rato te he mirado

sin mirarte a ti, en la imagen

exacta e inaccesible

que te traiciona el espejo!

«Bésame», dices. Te beso,

y mientras te beso pienso

en lo fríos que serán

tus labios en el espejo.

«Toda el alma para ti»,

murmuras, pero en el pecho

siento un vacío que sólo

me lo llenará ese alma

que no me das.

El alma que se recata

con disfraz de claridades

en tu forma del espejo.

9 de diciembre de 2007

7 de diciembre de 2007

Frescura divertida

Su nombre completo es Mica Holbrook Penniman ismaili. Nació en Beirut, capital del Líbano, el 18 de agosto de 1983. A sus veinticuatro años ha triunfado en el mundo entero gracias a su música de buenas vibraciones y al éxito que cosechó su single: Grace Kelly.

A los nueve años, huyendo de la guerra del Líbano, y después de vagar por diferentes lugares del mundo como Kuwait o París, se estableció definitivamente en Londres, junto a su familia. En aquella época Mika sufría dislexia, lo que dificultó su integración y marcó su carácter. A modo de terapia, su madre le hizo estudiar música con una rígida disciplina que, al parecer, surtió buenos efectos.

Antes de triunfar como cantante pop, Mika fue cantante de ópera, escribió música funcional para la aerolínea British Airways y compuso singles publicitarios. En el 2007 firmó un contrato con el reactivado sello de música disco de los setenta Casablanca Records y cuyo álbum debut, Life in cartoon motion, se edita bajo el sello de Island Records UK (Universal). Su primer álbum fue producido por Tommy Mottola y Greg Wells.

Es el artista más prometedor del año según la encuesta anual que realiza la BBC entre más de 130 profesionales independientes del mundo de la música y los medios de comunicación británicos.

Se le compara con el difunto Freddy Mercury, al que le ha dedicado su primer trabajo, y con el cantante de los Scissor Sisters, por la similitud de su timbre de voz. Lo cierto es que Mika tiene un indiscutible estilo propio y una fuerza artística que salta a simple vista.

6 de diciembre de 2007

La leyenda de Gara y Jonay

"Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá" Así había hablado Gerián, el viejo que rompía gánigos con la mirada. Gara no supo qué secreto guardaban las palabras del viejo de los ojos poderosos. Estaban próximas las fiestas del Beñesmén. Pronto llegaría a la Gomera desde Tenerife los menceyes y nobles principales para tomar parte en las celebraciones de la recolección. Gara princesa de Agulo, y las jóvenes gomeras habían acudido donde Los Chorros de Epina para mirar su rostro en el agua. Fue entonces cuando los ojos poderosos del viejo Gerián vieron lo que a ninguna otra mirada se revelaba.

"La sombra del fuego quema el agua. La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá." Siete chorros mágicos manaban en Epina. Los siete nacían en siete puntos distintos de los adentros de la isla sin que nadie hubiese descubierto nunca su origen secreto. Siete charcos formaban los siete chorros y siete virtudes ofrecían a los que de ellos bebiesen. Y era costumbre que cuando llegaban las fiestas del Beñesmén, las jóvenes gomeras juntasen agua de cada uno de los siete chorros en un pequeño estanquillo hecho a base de breas, musgos y yedras. Antes de que el sol rayara, miraban su rostro en el agua y si la imagen era calma y clara, ese año encontrarían pareja, mas si el reflejo era turbio o lo empañaban las sombras, la desgracia aguardaba como aguarda sigilosa en su tela la araña.

Gara se había asomado al estanquillo y al principio fue nítido y quieto el reflejo de su imagen, pero pronto el liquido se cubrió de sombras y comenzó a agitarse hasta que en vez de su rostro apareció un sol incendiario que cegó el agua dejándola sucia, revuelta y anochecida.

"Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego Gara, o el fuego habrá de consumirte"

Así habló Gerián, el que rompía ganigos con la mirada, el que veía lo que a otros ojos quedaba oculto. Y corrió de boca en boca el augurio. Y calló Gara su temor y su asombro. Arribaron los menceyes y nobles de Tenerife a las playas de La Gomera para compartir las fiestas del beñesmén. Al Mencey de Ajede le acompañaba su hijo Jonay que no tardó en distinguirse en sus luchas con los banotes, en la esquiva de guijas, en la alzada de pesos y en las otras competiciones y juegos de los que tomaba parte. Gara lo contemplaba. Como acude la sangre a la herida, o como el mar refleja el cielo, inevitablemente se descubrieron y se enlazaron sus miradas. No pudieron impedir que el amor las alcanzase, así lo hicieron saber a sus padres y así, para añadir más júbilo a la alegría de las fiestas del Beñesmén, fue hecho público su compromiso. Apenas se propagó la nueva, inesperadamente el mar se pobló de destellos y se cuajó el aire de estampidos y ecos prolongados. Echeyde, el gran volcán de Tenerife, arrojaba lava y fuego por el cráter.

Tanta era su furia que desde la gomera podían divisar las largas lenguas encendidas estirándose desde la cima hacia lo alto. Entonces fue cuando recordaron el augurio del viejo Gerián, el aojador. Gara y Jonay, agua y fuego. Gara era princesa de Agulo, el lugar del agua, Jonay venía de la tierra del fuego, de la isla del infierno. No podía ser. El fuego retrocede ante el agua. El agua se consume en el fuego. Gara y Jonay, agua y fuego. Imposible su mezcla, imposible la alianza. Las llamaradas que brotaban de la boca de echedey lo confirmaban. Aquel amor era imposible. Sólo grandes males podían sucederse si no se separaban. Bajo amenaza, les prohibieron sus padres que volvieran a encontrarse. Su unión quedo maldita. Calmó su furia Echeyde y de nuevo se encerró el fuego en sus adentros de piedra. Concluyeron las fiestas del Beñesmén y sin peligro, ya en la isla, regresaron a Tenerife los menceyes y nobles que habían ido a La Gomera. Más Jonay no podía olvidar a Gara. Un peso infinito, como un quebranto interminable, lo doblegaba y lo desvivía.

Necesitaba volver a verla, tenerla a su lado pese a las prohibiciones, pese a la maldición que sobre ellos cernía. Ató Jonay a su cintura dos vejigas de animal infladas y, al amparo de la noche, se lanzó al mar dispuesto a atravesar la distancia que le separaba de su enamorada. Las vejigas le ayudaban a flotar y cuando el cansancio rendía sus fuerzas, la imagen de Gara acudía a su memoria dándole ánimos para recobrarse y seguir nadando. Así hasta que, aun dudosa, la luz del alba lo recibió al llegar a las playas de La Gomera

"El fuego habrá de consumirte"

Eso le había dicho Gerián a Gara. Y un fuego desmesurado la incendió cuando Jonay, escabulléndose y ocultándose, fue a encontrarla y se abrazaron apasionadamente. Escaparon por entre los montes de laurisilva hasta refugiarse en EL Cedro. Allí se entregaron al amor y se fundieron sus labios y sus ansias. Más no podía durar mucho aquella pasión furtiva. Lo dijo Gerián cuando el rostro de Gara desapareció del agua de Los Chorros de Epina y en su lugar sólo hubo un resplandor de hoguera sobre el líquido sucio, revuelto y anochecido.

"La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá" Enterado el padre de Gara de la huida de su hija con Jonay, dispuso que salieran a perseguirlos. En la cumbre más alta de La Gomera habrían de encontrarlos, estrechamente unidos, amándose. Antes que volver a separarse, antes que sus perseguidores les prendieran, Gara la princesa del Lugar Del Agua y Jonay, príncipe de la Tierra Del Fuego, buscaron la muerte. Afiló Jonay con su tabona los extremos de una recia vara de cedro y lo colocó entre su pecho y el de Gara. Las puntas hirientes apoyadas sobre sus corazones. Luego sin decirse nada, mirándose a los ojos, sintiendo como la barra de cedro los traspasaba por el empuje de su violento y desesperado abrazo, quedaron quietamente fundidos. Entonces agua y fuego fueron uno solo en la suma de sus cuerpos.

Dicen los mayores que en los profundos barrancos es posible escuchar aún el eco del último de los suspiros de los dos enamorados que antaño sellaron su unión en la infranqueable frontera de la vida y de la muerte.

28 de noviembre de 2007

Dolor de cabeza. Sueño, incertidumbre, dudas. Despierta y en el fondo dormida. Cuando cae una ficha la siguiente se tambalea, para caer finalmente. Entonces la que ha caído arrastra a las demás, una a una, hasta que todo se desmorona. Una caída continua, de estruendo interminable.

Dolor de cabeza, detrás de las retinas. Hoy me molesta la luz del sol. Hoy parece que todo se tiñe de desesperanza. Escucho las plegarias, y quisiera hacer algo, cambiar la ficha mal colocada, ponerla en su sitio, parar la caída. Hoy la vida pesa. Me arrastra. Hoy parece que no hay salida. Y el estruendo no calla.

26 de noviembre de 2007

Espero curarme de ti...

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"...Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

23 de noviembre de 2007

Amor mío, mi amor, amor hallado

de pronto en la ostra de la muerte.

Quiero comer contigo, estar, amar contigo,

quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo

los hilos de mi sangre acostumbrada,

lo dice este dolor y mis zapatos

y mi boca y mi almohada.

Te quiero, amor, amor absurdamente,

tontamente, perdido, iluminado,

soñando rosas e inventando estrellas

y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,

desde la alfombra de ese cuarto a solas,

en las sábanas tibias de tu cuerpo

donde se duerme un agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,

río de noche, platanar oscuro,

colmena ciega, amor desenterrado,

voy a seguir tus pasos hacia arriba,

de tus pies a tu muslo y tu costado.

Jaime Sabines

Feliz cumpleaños

¡Cómo pasa el tiempo! 50 años han cumplido Mortadelo y Filemón.

Para celebrar el feliz acontecimiento sale a la venta ‘El gran libro’; un volumen conmemorativo que repasa las distintas etapas de los agentes creados por Francisco Ibáñez.

Hace la tira que no leo una tira de Mortadelo y Filemón- me gustaba más Mafalda y su visión critica del mundo- pero he de reconocer que con Mortadelo y Filemón también lo he pasado bien, ¿y quién no?.

Mi favorito siempre fue Mortadelo, por sus disparatados disfraces y esa capacidad natural para salir bien de todos los berenjenales, aunque Filemón también tenía su punto, eso sí, al pobre todo le salía mal; vaya berrinches que se cogía.

Un dato curioso:

En 1993 se publicaba esta tira:

en ella se ve un avión estrellándose contra las torres gemelas; quién hubiera dicho que ocho años más tarde esa imagen, esta vez dramáticamente real, daría la vuelta al mundo.

Sitio web oficial

13 de noviembre de 2007

Siempre me ha entristecido el otoño, con sus colores apagados y esa aura de nostalgia que parece envolverlo todo. Los días se acortan y empieza a hacer frío. La gente corre a resguardarse al interior de sus hogares, a los cafés o centros comerciales, donde se está caliente y cómodo. Se encienden las estufas, se sacan las mantas del altillo, se compran calcetines y bufandas, y se cierran bien las ventanas para que no se cuele el frío que entumece. Las comidas se sirven muy calientes, para que sientan bien al estómago. En las calles el olor de las castañas asadas flota por encima de los que deambulan encogidos, parapetados tras sus abrigos. Siempre me ha entristecido está época del año porque recuerdo cuando, allá en mi infancia, tenía que volver al colegio. Supongo que aún hoy sigo asociándolo a ese momento, casi trágico, de regresar a las obligaciones, de decir adiós al verano, a los días interminables de juegos y aventuras. Pero ahora el otoño tiene otro aire para mí. Su madurez me resulta interesante, sus colores serenos y plácidos, sus olores reconfortantes, y su tristeza, esa de los días de nubes y charcos, inspiradora. Hay una magia en estos días que adormece, y al mismo tiempo aviva los sentidos.
Según la tradición española el día trece es un número de mal agüero, si además coincide en martes, hay quien asegura que dicha conjunción es nefasta. No es por ser supersticiosa pero seguro que tal día como hoy nos cuidaremos mucho de pasar bajo una escalera, tirar la sal en la mesa o dejar unas tijeras abiertas. Y es que hasta los más incrédulos y racionales evitan tentar a la caprichosa suerte.
Según la superstición popular es un acto que aleja las malas vibraciones y nos protege ante las adversidades. Esta expresión tiene su origen en la madera de la Santa Cruz y en la veneración de que ha sido objeto las reliquias de trozos de madera que se han sacado de ella. También se dice que el origen de la superstición se encuentra entre las costumbres paganas de los druidas y magos de otros tiempos, que recurrían a la madera como a una "toma de tierra" para las malas vibraciones. De esta última versión viene la exigencia de que cuando se toca madera ésta no debe tener "patas", es decir, que no valen ni mesas, ni sillas...

Seguro que alguna vez has oído hablar de estas supersticiones:

Pasar por debajo de una escalera:

La mala suerte de esta superstición se debe a que cuando la escalera se apoya contra la pared forma un triángulo, que la tradición popular identificó con el símbolo de la Santísima Trinidad. Antiguamente el pueblo llano pensaba que estaba prohibido pasar por debajo de este arco sagrado. Una versión, algo menos religiosa del origen de esta superstición está en los antiguos métodos de pena de muerte: desde la crucifixión hasta la horca, tan recurrente en las películas del Oeste americano. Se suponía que con esa escalera se bajaban los cuerpos de los ajusticiados y no era de buen augurio.:

Gato negro:

En Egipto el gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses. Los gatos también eran momificados y todo aquel que se atrevía a matar un gato era acreedor de la pena de muerte. En el siglo XII la Iglesia comenzó una persecución a los gatos, a los que consideraba símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas. Se reivindicó su existencia a partir del XVII debido a su habilidad para la caza de ratas, causantes de temibles y desoladoras plagas. Durante el siglo siguiente recuperó su prestigio y por su belleza sirvió como modelo para múltiples cuadros y esculturas. El gato negro puede traer buena o mala suerte dependiendo del lugar y la circunstancia de su encuentro: unos dicen que el gato negro es portador de mala suerte, mientras que otras creen que la mala suerte la trae el rojo. Se considera que trae buena suerte si camina hacia ti, pero si se aleja se lleva la suerte consigo. Lo mismo sucede si el gato se cruza de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, considerado de mal agüero.

Evitar el color amarillo:

La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla. El color amarillo está proscrito entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.

Romper un espejo:

Romper un espejo da mala suerte. Esta creencia es común en todo Occidente cristiano, se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte. Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.

Abrir un paraguas dentro de casa:

Nunca ha de abrirse un paraguas en el interior de la casa, ni siquiera en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche de cualquier lugar. Contravenir este precepto da rienda suelta a un mal que, en ocasiones, puede desencadenar la muerte. Esta superstición es relativamente reciente, puesto que los paraguas, como tales, no fueron introducidos en Europa hasta el siglo XVII. Si el paraguas se nos cae, anuncia una decepción en el plano amoroso o de los negocios. En este caso, ha de ser siempre otra persona la que lo recoja del suelo para, de este modo, evitar el riesgo. Si un paraguas abierto se usa de ventilador, girándolo y girándolo, espanta la suerte y si, impulsado por el viento, se vuelve hacia atrás, también. No se puede colocar un paraguas sobre la cama y tampoco sobre una mesa, aunque si alguien se le olvida en algún lugar extraño, es signo de que el destino le tiene reservada alguna sorpresa agradable.

Sal derramada:

La sal es un elemento de la tierra, un compuesto de sodio que desde la antigüedad se ha considerado protectora frente a los maleficios y portadora de buena suerte. Como amuleto la sal se utilizaba en rituales dibujando un círculo de sal alrededor de aquel que deseaba protegerse contra el diablo. Este círculo era llamado "círculo mágico". Para contrarrestar el mal de ojo se bañaban en agua con sal las plantas de los pies y las palmas de la mano tres veces, se bebía tres sorbos del agua salda y después se echaba al fuego lo que quedaba de dicha agua. Hay sin embargo un remedio para conjurar la mala suerte: echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo, porque de este modo se ciega al diablo y a los malos espíritus, o tirar agua por la ventana.

Tijeras abiertas:

Unas tijeras que descuidadamente han quedado apuntando a una persona indican que si ésta es una persona soltera, nunca va a casarse, y si es casada, que será objeto de infidelidad. En cualquier caso, cuando unas tijeras caen al suelo, la persona a la que dirigen su punta está siendo señalada como víctima de un mal o desgracia inmediata. Tradicionalmente las tijeras son atributo de Átropos, una de las tres Parcas (romanas) o Moiras (griegas), encargada de cortar el hilo de la vida.

  • Otros actos de mala suerte:
  • Poner un sombrero sobre la cama
  • Matar una mariquita
  • Matar una araña dentro de casa
  • Decir «buena suerte»
  • Contestar «gracias» a quien te desee buena suerte
  • Recoger una moneda con la cara hacia abajo (puede evitarse regalándola)
  • .
  • Poner zapatos sobre una mesa (en el Reino Unido se considera que esto trae suerte extremadamente mala, tradicionalmente la muerte de una persona de la casa; a veces se especifica que sólo trae muerte si los zapatos son nuevos)
  • En un barco, tradicionalmente se consideraba desafortunado llevar una mujer a bordo
  • Entre los marineros se considera que matar un albatros o una marsopa trae mala suerte
  • Entre los marineros se considera desafortunado llevar algo azul a bordo
  • Desear «buena suerte» a un actor que va a salir a escena.
  • Los zurdos
  • Ver una urraca
  • Que un pájaro entre volando por la ventana (suele decirse que significa que una persona de la familia morirá ese día o murió la noche anterior)
  • Reflejar la luz del sol en un metal
.

Hasta siempre, Cruz y Raya

El dúo de humoristas, Cruz y Raya, o lo que es lo mismo, Juan Muñoz y José Mota se separan. Los cómicos se conocieron en 1985, haciendo la mili, y desde ese momento se hicieron inseparables; hasta el pasado día 5 de noviembre en que han hecho publico su deseo de iniciar sus carreras en solitario. En estos veintiún años, han forjado y consolidado sus carreras en TVE, donde sus programas se han convertido, casi siempre, en los más vistos. Sus imitaciones, sus frases que pasaran a la historia, y su sentido del humor simple pero efectivo han marcado a toda una generación, entre la que me incluyo. Sentiré mucho no volver a verlos juntos en un plató.

La hora de la luz mágica

En la desnuda tierra del camino

la hora florida brota,

espino solitario,

del valle humilde en la revuelta umbrosa.

*

El salmo verdadero

de tenue voz hoy torna

al corazón, y al labio,

la palabra quebrada y temblorosa.
*

Mis viejos mares duermen; se apagaron

sus espumas sonoras

sobre la playa estéril. La tormenta

camina lejos en la nube torva.
*

Vuelve la paz al cielo;

la brisa tutelar esparce aromas

otra vez sobre el campo, y aparece,

en la bendita soledad, tu sombra.

Antonio Machado