Sus
dedos eran una barrera insondable sobre los ojos. Destellos de luz residual
nadaban ondulantes en la penumbra pulposa.
Cierra
los ojos, le dijo. Piensa en mí, le dijo. Ahí estaré…
Y ella cerró los ojos apretando muy fuerte los parpados, y cuando las ondulantes
chispas cesaron descubrió en la liquida oscuridad
un vacío infinito…
Cierra los ojos, aprieta fuerte los párpados, ¿ya lo ves?, ¡son fuegos artificiales!
ResponderEliminarBesitos Raque
:D
Después de un estallido siempe hay un vacío ¡qué bonito lo expresas!
ResponderEliminarMuchos besos, Raquel.
Besos Ana ;)
ResponderEliminarGracias Montse :)
Muchos besos!!
Es un bellísimo escrito. ¡Bravo, Raque!
ResponderEliminarMe ha encantado. Sigue escribiendo así, y publicándolo también. ;)
Besos y abrazos.