El 5 de enero de
1791 un joven de la escuela militar patinaba sobre el hielo junto con otros
compañeros en el foso helado que circundaba el fuerte de Auxone. Cuando eran
las cinco en punto de la tarde, el joven se quitó los patines mientras sus
compañeros, que seguían patinando, le invitaban a continuar.
-No, son las
cinco y me voy.
Así lo hizo,
mientras el resto siguió patinando. Entonces, el hielo se rompió y los
patinadores se ahogaron sin que nada pudiera hacerse por salvarles. El joven
que había dejado de patinar unos momentos antes no era otro que Napoleón
Bonaparte.
Estaba escrito que no muriera ese día... tenía que convertirse en un personaje histórico muy importante.
ResponderEliminar:)
Me dejas completamente helada, Raque, valga la redundancia. Está claro que las cosas pasan por alguna razón, aunque no las comprendamos del todo.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Qué curiosa anécdota! con ella queda demostrada la teoría de que nada ocurre por casualidad, hay un algo, llamado destino? que nos tiene preparada una misión en la vida. Desde luego la de Napoleón era un misión muy importante como para que se salvara de morir antes de las cinco de la tarde de aquel día.
ResponderEliminarMe encanta que nos cuentes estas cosas, Raquel.
Un beso enorme.
Parece ser que sí, estaba escrito que ese no era su día, tenía que seguir viviendo mucho más.
ResponderEliminarUn beso :)
Jajaja y nunca mejor dicho eso de helada. Pues sí, es una cosa bastante curiosa y que da mucho qué pensar. Tenía un ángel de guarda.
Abrazos :)
Es algo extrañisimo, hay cosas que no tienen mucha explicación y parece que suceden por algo. Desde luego napoleón tenía que convertirse en lo que fue y por eso tenía que seguir viviendo.
Gracias Montse.
Un beso grande para tí :)