El desván secreto

Durante la 2GM el sargento Nicholas Alkemade de la Royal Air Force se encontraba pilotando su bombardero Lancaster cuando fue alcanzado por la artillería anti- aérea nazi y se vio en la encrucijada de saltar sin paracaídas desde 5500 metros de altura y quedar hecho papilla, o morir consumido por las llamas que envolvían su nave.

Se decidió por el menor de ambos males; siempre sería preferible morir al instante golpeando el suelo que pasar varios segundos ardiendo. Nicholas saltó.

Mientras caía veía impotente como los temibles Junkers Ju 88 nazis destrozaban con luminiscentes ráfagas a la flotilla inglesa de la cual era parte.

Resignado y cayendo con los ojos cerrados no se imaginaba el increíble suceso que iba a vivir.

Alkemade tuvo suerte de caer sobre un bosque de pinos, y fueron sus elásticas ramas las que aminoraron su caída hasta tal punto que el grueso colchón de nieve que cubría el suelo le salvó de sufrir graves heridas –más allá de un tobillo torcido-.

Al darse cuenta del increíble suceso respiró hondo y se sentó respaldándose en un pino a fumar un cigarrillo. No sabía aún que había caído en territorio nazi.

Fue capturado por la Gestapo, pero posteriormente fue liberado al terminar la guerra.

Durante su tiempo como prisionero tuvieron que aislarlo en una celda aparte, ya que muchos soldados alemanes, incrédulos por lo ocurrido, abandonaban sus puestos para conocerlo. Se había convertido en una leyenda.

El suertudo Nicholas Alkemade