Allí estaban los dos. Juntos; sonriendo; divirtiéndose; en su mundo hecho a medida. Un mundo del que yo sólo era un espectador en la sombra.
Él rodeándole la cintura. Ella sujetando la escopeta de balines, mimosa, ronroneando encantada por toda aquella atención. Juntos. Jugando a disparar cabezas de cerillas, riendo escandalosamente cuando acertaban. Ajenos a todo. Ajenos a mí.
Sus risas taladraban mi piel y desgarraban mis venas. Y yo me desangraba mientras ellos se enamoraban. Y yo, en la sombra fría, me hundía en arenas movedizas.
La luz era brillante aquella mañana de verano, pero mi vista se nublaba. El sol me hacía daño. El sol deslumbrante que pintaba un escenario perfecto para aquellos dos a mi me producía alergia. ¿Por qué no llovía? Tenía que llover, caer chuzos de punta. Llover e inundar aquel planeta frío y desierto donde yo me arrastraba como un moribundo.
Entonces ella se lastimó el dedo con el gatillo, y él se le acercó fingiendo preocupación cuando en verdad sólo quería arrimarse a ella y sujetarla, y sentirla cada vez más cerca, y beberse su piel, ávido, como un lobo hambriento. Sujetó su dedo mirándola a los ojos. Ella le miraba con atención, con una sonrisa tibia. Ya sólo tenía que abrir la boca para tragársela entera. Sopló sobre la magulladura y a ella se le erizaron los pelos de la nuca. Le miraba hipnotizada, con fascinación. Y yo, desde la sombra liquida y densa, me hundía, cada vez más profundo en aquel mar de impotencia.
Y sus labios se acercaron, lentamente, tanteando el terreno. Ella no retrocedió; le miró como se mira a una estrella fugaz. Él le besó el dedo con ternura. Y yo sentí que el aire cambiaba. Subía la marea y yo me arrastraba pero no tan rápido como para escapar de ella. El aire cambiaba. Sus respiraciones se mezclaban, se convertían en una sola. Ella rió y él, valiente como un kamikaze, se estrelló en sus labios. Labios. Piel. Manos. Mientras las olas me zarandeaban como a un muñeco de trapo perdido en la corriente. Perdido, desangrado, ciego. Con la piel ardiendo. Con el corazón helado.
Labios. Piel. Deseo. Sus bocas; explorándose; saboreándose; abriéndose. Yo hundiéndome en la oscuridad infinita del océano. Pulmones llenos de agua. Venas abiertas. Oscuridad insoldable.
Celos.
Y yo, hundiéndome en la oscuridad infinita.
Celos... es la palabra que lo describe todo. Aunque también parece un espía por lo que se ve y no debe estar muy bien eso. Pienso que este tipo de situaciones serán habituales entre amigos que salen juntos y entre ellos se forman parejas. Es una buena forma de ver a la pareja feliz y de morirse de celos. Tiene que dolor un montón, sin duda.
ResponderEliminarMuy bien escrito, Raquel =) Y lleno de verdades. Un beso y feliz fin de semana. Estaré atenta al octubre de miedo :P
¡Qué pasada con el nombre del blog! Jajaja. Justo he mandado el comentario y lo he visto. Me encanta =)
ResponderEliminarMe he sumergido en tu relato Raque, y lo he disfrutado mucho, me he dejado llevar por la música y las palabras, he entrado en situación, y he sentido lo que padecía el protagonista, y creo que refleja muy bien esa sensación de dolor e impotencia, de envidia, de celos, de derrota e impotencia. Me ha gustado, te felicito porque ¡me ha encantado!
ResponderEliminar;)
Sigue así, un beso
PD: Que bien que canta Adele, la versión de The Cure también me gusta, pero esta se sale.
Ay, qué angustia. ¿Por qué en esas circnstancias queremos seguir mirando? claro que la imaginación de los celos puede ser mas dolorosa que cualquier realidad...
ResponderEliminarCelos, celos, base de traiciones y desvarios, muerte y suicidios pero...ese punto icante que esconde la palabra y los hechos, el juego de hacer crecerlos...un muy buen relato, me ha encnatado en esta mañana dominguera...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Natalia.
ResponderEliminarCreoq ue es una situación dificil, el ser testigo de algo que te duele tanto; está claroque no somos dueños de nadie, pero sentir celos es natural, a veces, sobre todo cuando se tienen ciertas espectativas, cuando uno espera algo más de alguien pero eso no llega nunca.
Me alegra que te guste la nuevo cabecera del blog; va a ser temporal, para este mes de octubre que mi hermana y yo vamos a dedicar al miedo.
Un abrazo Natalia :)
Gracias Ana.
Era eso lo que quería reflejar; la impotencia de querer a alguien pero no ser correspondido; del dolor que supone eso.
A mi la versión de The Cure me gusta pero esta me llega mucho más.
Un beso grande :)
Porque somos un poco masocas; nos gusta sufrir y torturarnos. la imaginación siempre es más poderosa que la realidad, o al menos más peligrosa.
Un abrazo NoSurrender :)
Gracias Prometeo.
Celos; un sentimiento muy oscuro, pero incontrolable. Cuando surgen, surgen, y nada se puede hacer. Resignarse, pasarlos y tratar de recomponerse.
Me alegra que te haya gustado el relato.
Un abrazo :)
Mi querida Raquel: Los celos son como unlobo que te va desgarrando las entrañas poco a poco y lo malo es que no puedes hacer nada que termine con esa tortura porque tu principal enemigo eres tú mismo y esos condenados complejos de inferioridad.
ResponderEliminarMuy buen escrito, Raquel.
Brisas y besos.
Malena
Sí, Malena, esa imagen me ha gustado, como un lobo que te va desgarrando por dentro poco a poco. Yo ´tambiñen creoq ue los celos son así; algo destructivo pero que proviene de nosotros mismos, de nuestros complejos.
ResponderEliminarGracias y un beso grande :)