24 de febrero de 2011


En 1914, cuando aun se estilaba revelar las placas fotográficas individualmente, una mujer alemana dejó la placa con la que había fotografiado a su hijo en un establecimiento en Estrasburgo para ser revelada. Al estallar la Primera Guerra Mundial, se le hizo imposible recogerla y la dió por perdida. Dos años después, la misma mujer compró una placa fotográfica virgen en Frankfurt (a casi 200 Km. de distancia de Estrasburgo) para tomar una foto de su hija recién nacida. Al ser revelada, esta placa mostró una doble exposición, mostrando la imagen de su hija tomada en 1916 superpuesta a la del hijo fotografiado en 1914. Por una increíble casualidad, la placa dejada en Estrasburgo había sido confundida con una placa virgen, y vendida como tal en Frankfurt dos años despues, a la misma mujer.

8 comentarios:

  1. Extraordinaria casualidad, Raquel, muy parecida en su singularidad a aquella que nos contaste una vez del anillo de boda que se perdió en la masa de un pastel.

    Difícil de imaginar la emoción de esa madre.

    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Mi querida Raquel: Y luego dirán que no existen las casualidades...¿O fue el destino?

    Brisas y besos.

    Malena

    ResponderEliminar
  3. ¡Que cosas!, y que escalofríos sentiría la madre al ver la foto de sus hijos superpuestas, ¿no? La verdad es que hay casualidades muy extrañas.
    Un beso
    :)

    ResponderEliminar
  4. Prometeo7:48 p. m.

    La casualidad existe, parece que los hilos los mueven extraños diosesollos que parecen jugar con nostros.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Sí, es muy parecida a aquella del anillo, una de esas casualidades extrañas que te dejan pensando.
    Me imagino que la mujer debió emocionarse mucho al ver aparecer en la foto a sus dos hijos, y no es para menos.
    Un beso.


    El destino, pues supongo que sí, que estaba destinado a ocurrir así, que por una mágica casualidad en la fotografía a parecieran sus dos hijos.
    Muchos besos.


    Y tanto, es que es para no creerselo.
    Un beso.


    Pues todo indica que sí, porque sino ¿cómo explicar estas cosas?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. :O por eso yo no creo en las casualidades otra prueba para mi coleccion.
    Gracias
    un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Ala, qué pasada. Vendida la placa a la misma mujer, dos años después. No es la primera vez que tienes una casualidad tan impactante como entrada en el blog. Jaja, qué bueno. Parece sacado de un cuento.
    Un beso :)

    ResponderEliminar
  8. De nada Amanda.
    Un abrazo :)


    Porque estás cosas me gustan especialmente,y me parecen tan curiosas que tengo que colgarlas en mi blog. La verdad es que parece un cuento, tienes razón.
    Un beso :)

    ResponderEliminar

Se buscan comentaristas. Razón aquí.