A través de la ventanilla del coche el aire se colaba caliente pero no sofocante. Yo iba en el asiento de atrás, sola. Las personas que iban conmigo en el coche charlaban muy animadamente entre ellas. La conversación, aunque esté mal decirlo, me aburría y mi concentración se fue diluyendo poco a poco. Pensaba en mis cosas al tiempo que admiraba el magnifico paisaje de mi tierra, completamente absorta. La vista me ofrecía un espectáculo hermoso: los árboles frutales de las huertas cargados de fruta, las casitas viejas de muros anchos, y el mar, tan extrañamente tranquilo.
Al principio no me lo creí, pero al mirar el horizonte distinguí la silueta de una isla.
Imposible, me dije cuando caí en la cuenta de que aquello no podía ser, geográficamente hablando.
Pero allí estaba y cuanto más la miraba mas crecía la certeza de que aquella silueta recortada contra un claro horizonte sólo podía pertenecer a la isla perdida, a la isla mítica de San Borondón. Salimos de Tacoronte y en lugar de girar hacía el Sauzal seguimos hasta la incorporación de la autopista del norte.
Dos picos, uno a cada extremo, y una gran depresión central, así era la isla que yo veía. No podía apartar los ojos de ella.
Intenté en vano intercambiar opiniones con las otras personas del coche. Mi silencio me había hecho invisible, y además ¿qué podía decirles? ¿Y si era yo la única que podía ver aquella silueta? ¿Y si me tomaban por una chiflada, como a aquella pobre mujer del barrio, que una noche vio en el cielo algo “extraño” mientras tendía y fue la comidilla del lugar durante varias semanas?
Tenía que haber una explicación lógica.
Nubes.
¿Qué más podía ser?
El coche tomó una salida y dejamos la autopista. Cuando volvimos a ella horas después, con un carril de por medio y ya de noche cerrada, no pude comprobar si la isla seguía allí. El atardecer se la había llevado de nuevo a su mundo de sombras.
Como las brumas de Avalón, la calima borró el rastro de San Borondón.
Las Islas Canarias son siete... y sin embargo, se busca una octava isla. Se trata de la isla fantasma, la isla misteriosa, la isla de San Borondón.
San Borondón es la forma canaria de Saint Brendan o Saint Brandan de Clonfert (480-576 d.C.), monje irlandés, protagonista de uno de las leyendas más famosas de la cultura celta: el viaje de San Brendano o Brandano a la Tierra Prometida de los Bienaventurados, las islas de la Felicidad y la Fortuna.
Según el poema irlandés, Brendan era un monje de Tralee, en el condado irlandés de Kerry. Ordenado sacerdote en el año 512 d.C., partió junto con otros 14 monjes en una frágil embarcación que se internó en el Atlántico. La leyenda recoge el relato de sus aventuras, cómo recogieron otros 3 monjes más a lo largo de su viaje, sus encuentros con demonios que vomitaban fuego, con columnas de cristal flotante, con monstruosas criaturas tan grandes como islas.
Después de muchas peripecias, Brendan consiguió regresar a Irlanda.
Muchos se basan en esta leyenda para afirmar que marinos irlandeses debieron alcanzar, posiblemente, las costas de Norteamérica o de Terranova, así como de Islandia y otras islas del Atlántico Norte, en la Alta Edad Media.
Lo cierto es que desde el siglo XV, a lo largo del cual las Islas Canarias son conquistadas, comienzan a oírse los relatos de una octava isla, que a veces se divisaba al oeste de La Palma, El Hierro y La Gomera. Cuando los navegantes intentaban aproximarse a ella, y se encontraban a la vista de sus costas, montañas y valles, la isla era envuelta por la bruma y desaparecía completamente. Evidentemente, la isla fue rápidamente identificada con la mítica isla-ballena de San Brendan, cuyo nombre se convirtió, en Canarias, en "San Borondón".
Se creyó a pies juntillas en su existencia, y no faltaron relatos detallados de algún que otro navegante que juraba haber desembarcado en la isla y haberla explorado antes de que volviera a hundirse en el Océano. En algún tratado internacional firmado por el Reino de Castilla, haciendo referencia a Canarias, se hablaba de la soberanía castellana sobre "las islas de Canaria descubiertas y por descubrir"; como quien dice, por si acaso... La isla fue llamada "Aprositus", Inaccesible, y en otras versiones de la leyenda recibe el nombre de "Antilia" o "Isla de las Siete Ciudades", ciudades que se suponían fundadas por siete legendarios obispos.
En los archivos del siglo XVIII aparecen investigaciones oficiales realizadas por las autoridades de la Isla del Hierro, en la que declaran decenas de testigos que afirman haber visto la isla encantada desde las cumbres herreñas. A raíz de ello partió de Santa Cruz de Tenerife una expedición en busca de la isla.
Resulta asombrosa la tenacidad con la que la leyenda ha seguido viva en el folklore popular canario. San Borondón sigue siendo una presencia constante en la imaginación popular de las islas, y seguramente no hay isleño de Tenerife, La Palma, La Gomera o El Hierro que no haya oteado alguna vez desde las cumbres de su propia isla, buscando la isla perdida de San Borondón en el horizonte del oeste donde el sol se hunde en el azul cobalto del Atlántico.
Guauu, una isla fantasma y guauuu, pudiste verla!!! Yo aún no! pero no dudo de que algún día...pueda. Si es que tenemos de todo en nuestras maravillosas islas :)
ResponderEliminarUn besito grande Raque MUAKSS!!
Con ese requisito, es difícil que la pueda ver mucha gente. No se sabe si es de verdad o una leyenda. En cualquier caso, hay bastante información que muchos desconocemos. Abrazos
ResponderEliminar:) La fantasía está en los ojos del que mira, entonces la imaginación se desborda y unas nubes difusas en el horizonte cobran la forma de una isla.
ResponderEliminarLa verdad es que lo que vi tenía toda la pinta de una, de su contorno. Hasta me pareció distinguir sus montañas. Pero claro, lo más seguro es que fuera un efecto óptico, un espejismo o algo así.
Estoy convencida de que podrás verla algún día.
Un besito grande.
Hoy estoy optimista. Creo que aún quedan muchas personas con pureza de corazón en este mundo tan loco, y gente dispuesta a creer en la magia.
Esta leyenda ha cobrado tal fama que incluso ha dejado de ser un mito y la gente cree de verdad en su existencia.
Un abrazo, Ligia.
Preciosa entrada y muy interesante. Muy mítica, misteriosa...
ResponderEliminarYo no sé si existe esa isla o no, pero puede que no sea una isla, puede que sea una ballena gigante o una tortuga, o quizás si sea tierra, una montaña que se hunde en el mar y que vuelve a asomarse, por algo estamos en zona volcánica, supongo que todo es posible.
Besitos Ana.
:)
Mi querida Raquel: A veces pongo un programa de las Islas Canarias, por la noche en el que salen cantores de isas y otros tipos de música canaria y allí oí por primera vez lo de la isla de San Borondón e incluso creo que los Sabandeños tienen nalguna canción dedicada a la isla fantasma.
ResponderEliminarMe ha gustado tu entrada porque me la ha hecho recordar y si tú la has visto...ya sabes, eres limpia de corazón pero eso no lo dudaba.
Besos y rosas.
Me gustó tu relato, Raquel, donde lo importante era la isla y no las personas que en el coche te llevaban, donde lo importante era esa lagunera que miraba el paisaje, con sus islas, su arena, su mar y su oleaje, donde lo importante no eran las palabras ni las explicaciones sino tu ocurrente imaginación y la cara que le ponías a San Borondón, con sus montañas, su neblina y un pequeño corazón mirando entre las bambalinas.
ResponderEliminarUn abrazo
Zhivago
Si que existe, al menos en el terreno de lo fantástico tiene un hueco bien grande.
ResponderEliminarUna de las teorias sobre San Borondón dice que es una montaña que está sumergida y que en ocasiones sale a la superficie. No sé, como bien dices todo es posible.
Un beso, Anita.
Sí, me parece que los Sabandeños le dedicaron unas coplillas.
Gracias Malena.
Besos y rosas para ti también.
Gracias Zhivago, por esas hermosas palabras :)
Un abrazo.
creo que te he dicho alguna vez que soy una enamorada de Canarias. Me fascinan las leyendas guanches y no dudo de que si un día consigo subirme a lo alto de mi noguera, en plena Alcarria, yo también veré San Borondón :))))))
ResponderEliminarun beso.
Felicidades por el post.
Hola Raquel, no explicas si han intentado de alguna forma científica encontrar esa isla. Me refiero a buscarla por debajo del agua por si fuese la circunstancia de que apareciese al bajar el agua o algo así. De todos modos creo que ese misterio da pie para que escribas un gran relato muy 'mágico'¿no te gustaría? El post me ha encantado.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
¡Qué historia más bonita!
ResponderEliminarBuen fin de semana.
¡Saludos de desván a desván!
Como no sé si lees los comentarios del anterior y se me pasó... Voy a hacerlo en dos partes :)
ResponderEliminarEs que tienes unos temas fantásticos, eso de las voces que están detrás de personajes tan conocidos. Una gozada además de aprender mucho con ello, claro...
Sigo en otro, para no mezclar ¿Vale?
Este estudio sobre San Borondón es uno, por no decir el único, más completo al que he llegado.
ResponderEliminarRaquelita esa mezcla que haces prodigiosa entre el hecho de estar viéndola y su historia es fantástica...
De la historia sabía poco, ahora he podido profundizar gracias ti y lo que piensas respecto a lo que hace la imaginación o los efectos ópticos, para mí esos efectos no dejan de ser reales, están ahí, mostrándote un fenómeno; no sé qué significa, siempre he pensado que son montajes de las nubes en combinación con la luz y por lo tanto un fenómeno real no imaginario. Te lo digo no sólo por la isla, sino por tantas cosas más, que evidentemente existe ese fenómeno que la crea; sea con la materia que sea ¿No deja acaso de ser materia?
Si la has visto es real, ya después se da el planteamiento de que si son rocas, si son gases, pero está. ¿Verdad?
Muchos besitos y gracias por tanto material de aprendizaje que dejas.
Para verla los ojos no nos sirven. Lo importante es tener un corazón que crea firmemente en ella. El corazón nos lleva siempre más lejos y nos enseña más cosas que los ojos. En esto de la magia hay que creer que lo imposible es real y palpable y así será. Por eso, también desde la Alcarria se ve San Borondón ;)
ResponderEliminarUn beso, María.
Me encantaría escribir un relato sobre ello, ojalá supere este miedo al folio en blanco.
Durrell yo me imagino que se han formulado muchas teorias sobre esta isla viajera, y me pareció leer algo sobre eso; algo sobre una cordillera sumergida.
Espera, lo he encontrado:
http://mardenadie.blogspot.com/2009/01/san-borondon-existe.html
A ver si se ve.
Gracias por tus palabras. Un beso.
Gracias Mar.
Saludos de desván a desván.
Miguel, gracias.
En estos temas interviene, convenientemente, nuestro lado más racional, ese que examina los hechos con distanciamiento, calculando la realidad, y que decide que "eso extraño en el horizonte" sólo puede ser una nube, un efecto óptico o espejismos.
Pero bajo eso late, insistente, nuestro lado irracional, el que a pesar de lo lógico que suenan esas explicaciones se niega a creerlas.
Como dije más arriba, yo creo que la verdad no está en los ojos sino en el corazón.
Un beso.
qué leyenda más hermosa. De e´sas no tenemos en Madrid, que en el Manzanares no caben muchas bestias marinas.
ResponderEliminarEn la famosa novela de Melville, Moby Dick también es confundida en algún momento con una ilsa, por cierto.
Salud!
Hermosa histoira, ojala la vea mucha gente, eso de las islas fantasmas nos llena de sueños y nos retro trae a aquellos tiempos de piratas y guerras marinas...un fuerte abarzo.
ResponderEliminarLa verdad es que sí, NoSurrender, es una leyenda preciosa. Para mi, la más bonita de Canarias.
ResponderEliminarUn beso.
Es verdad, Prometeo, estas historias nos hacen soñar.
Gacias por la visita.
Un abrazo.