29 de junio de 2019

Pancho


Como si el tiempo hubiera pasado a toda velocidad, así han pasado 14 años contigo, pero qué bonito este tiempo a tu lado, qué suerte la mía de haberte tenido, de haberte cuidado y querido tanto, y que suerte haberme sentido tan querida por ti. Te fuiste y siento un gran vacío en mi pecho. Eras lo más bonito y tierno de mi vida, eras mi refugio, eras más que una mascota, eras mi niño peludo, mi bebé gordito y mimado, eras el chiquitín de la familia, asustadizo, gruñón con otros perros y algunos humanos, pero todo corazón, alegría, vitalidad, una fuente de cariño inagotable.
Siempre me gustaste, desde el primer vistazo cuando nos conocimos, y viniste a casa metido en una cajita de cartón. Me gustaba acunarte, cogerte en brazos y sostener esas patitas muy cortitas y gorditas, y que tu cabecita se apoyara en mi hombro. Me gustaba enredar entre mis dedos los ricitos de tu tupé, y mirar esos ojos tan profundos y bonitos, esos ojos tan llenitos de amor incondicional, y hablarte, y ver en tu expresión ese afecto, esa seguridad que sentías en mis brazos. Yo te protegía y tú te escondías detrás de mí, y juntos caminábamos por el barrio o por donde fuera, uno al lado del otro. Siento que no gasté todo el amor que tenía para darte y que me han faltado días, meses, años, porque no quería que te fueras tan pronto. Es tan duro no verte al volver a casa… Te echo tanto de menos. Me siento muy triste sin ti. Siempre me quisiste, y siempre te querré, ojalá hubiéramos tenido más tiempo. Gracias por darme tanto, tanto amor me diste que sé que me durará toda la vida.
Te quiero mucho Pancho.