Uno de los protagonistas de esta historia no imaginó aquella gélida mañana que la cartera vieja y desgastada que había encontrado en la calle iba a descubrirle una historia conmovedora. No tanto la cartera como lo que halló en su interior: una carta datada 60 años atrás. En ella una mujer llamada Hannah le explicaba a un hombre llamado Michael que no iban a poder casarse ni podían seguir viéndose pues su madre se oponía a ello tajantemente, pero que aún así le querría para siempre y jamás le olvidaría.
Por suerte para
el hombre que encontró la carta en ella aparecían algunos datos con los que
intentó localizar a Hannah. Fue un proceso arduo pero gracias a la dirección del
remite consiguió un número de teléfono. Al marcarlo averiguó que Hannah ya no
vivía en esa dirección pues había sido trasladada a un hogar de ancianos muy
cercano. Estaba tan intrigado que no pudo resistirse a acercarse al lugar para
ver a Hannah, con la que sólo le bastó
un cruce de miradas para saber que se
trataba de una buena persona. Tras mostrarle la carta, Hannah, con lágrimas en
los ojos, le dijo que aquella había sido la última que pudo escribirle a
Michael, su primer y único amor.
Para sorpresa de
ambos, una enfermera del asilo reconoció la cartera; estaba segura de que
aquella ajada billetera pertenecía al señor Goldstein, que vivía en el piso 8.
Así, inesperadamente, el destino les había reunido sin que uno y otro lo
supieran.
A partir de
entonces todo el empeño del hombre que había encontrado la carta fue reunirles,
y para ello no dudó en presentarse frente a Michael y contarle toda la historia.
Michael reconoció
enseguida a Hannah a pesar de que hacía más de medio siglo que no se veían. Fue
un reencuentro de esos que sólo se dan en las películas, cargado de emotividad.
Unas semanas más tarde el hombre que había hecho posible aquello recibió una
invitación muy especial de Hannah y Michael; una invitación de boda con los dos
iban a sellar una historia de amor que resistió al paso del tiempo y a las
adversidades.
Una historia tierna, y aunque parece increíble, te aseguro de que estos casos son más frecuentes de lo que nos imaginamos
ResponderEliminarUn amor resistente... como las cosas de antes.
ResponderEliminarEl destino quería que se reencontraran. Lo que no se explica es porque la madre se oponía al matrimonio, que mal, ¿no?
Besos Raque
:D
Por desgracia sí, a veces la familia se inmiscuye en asuntos en los que no debería. Por suerte esta historia tuvo su final feliz.
ResponderEliminarUn saludo Alí :)
Bueno lo que leí y se me olvidó poner es que la madre no quería que se casaran porque ella en ese entonces sólo tenía 16 años, pensó que era demasiado joven.
Un beso Anita :)
Impactante, Raque. ¡Menuda historia! Es de las que cuentas y no se creen...
ResponderEliminarEs tan emocionante.... Gracias a ese señor que no fue indiferente se reencontraron...¡qué bello es el mundo a veces!! ¿Imaginas el momento en el que se volvieron a ver?
Me ha llegado al corazón esta historia. Gracias por encontrar estas realidades tan bellas.
Besos y abrazos, amiga.
Me gusta el nuevo look de tu blog, por cierto.
Impactante, Raque. ¡Menuda historia! Es de las que cuentas y no se creen...
ResponderEliminarEs tan emocionante.... Gracias a ese señor que no fue indiferente se reencontraron...¡qué bello es el mundo a veces!! ¿Imaginas el momento en el que se volvieron a ver?
Me ha llegado al corazón esta historia. Gracias por encontrar estas realidades tan bellas.
Besos y abrazos, amiga.
Me gusta el nuevo look de tu blog, por cierto.