Seguro que has escuchado la expresión "pelillos a la mar" más de una vez. Una frase que se suele usar en esos contextos en que se ha decidido enterrar el hacha de guerra y reconciliarnos con alguna persona después de una disputa o riña.
Pero,
¿sabes cómo surgió?... Para conocer el origen de esta expresión hay que remontarse
al siglo XVI, a la bella ciudad andaluza de Málaga, lugar donde el protagonista
de esta historia frecuentaba la barbería y al barbero de siempre. Durante años no
hubo otro lugar en Málaga para cortarse el pelo, pero esta fiel relación
cliente/barbero se fue al traste cuando el segundo decidió dar el salto y
emigrar a América en busca de nuevos horizontes.
El
hombre, al ver que ya no podría volver a cortarse el pelo en su sitio de
confianza, llevó su enfado al extremo hasta
el punto que le retiró el saludo al que había sido su barbero durante gran
parte de su vida y al que consideraba más que a un amigo. Al peluquero no le
gustó aquello, y trató de arreglar en lo posible la situación enviando a su
cliente a un nuevo peluquero. Pero aquello no sirvió. El despechado cliente
jamás dejó que su nuevo peluquero le
entrara por el ojo y dejó de frecuentarlo.
El
problema surgió entonces para el nuevo peluquero. El encontronazo que habían
tenido resultó fatal para su economía pues empezó a perder incluso a sus
clientes más antiguos. El "agraviado cliente" comenzó a hacerle
publicidad en contra diciendo que se guardaba el pelo cortado para realizar brujería
a todos los que no pagaban a tiempo.
El
peluquero acabó cerrando el negocio. Pero
no dejó pasar la oportunidad de retar a muerte al hombre que le había buscado
la ruina. Para el duelo eligió como arma el florete.
En
el duelo el cliente, que casi murió, se dio cuenta del mal que había hecho y
pidió perdón al barbero. Aquello les unió tanto que tomaron la decisión de ir a
las Américas llevándose todo el pelo almacenado para poder tirarlo en la
travesía como símbolo del comienzo de una nueva vida.
Desde
entonces esta frase expresa reconciliación.
También
se dice que esta expresión viene de una ceremonia que se celebraba en la
antigua Grecia y que consistía en arrojar algunos pelillos al mar para que la
corriente se llevara simbólicamente las disputas de quienes estaban
reñidos. En el “Canto III” de la Ilíada
Homero describe este rito en el pasaje en que griegos y troyanos deciden
reunirse con el objeto de hacer las paces. Para ellos, cortan unas guedejas de lana a los corderos que serán ofrecidos en
sacrificio a los dioses y reparten pelillos entre los próceres de ambas partes
en señal de amistad y olvido de viejas rencillas. Y los echan a volar.
Qué bueno!! No tenía ni idea del origen de esta expresión... Abrazos
ResponderEliminarY todo por los pelos, jajaja, menudo era el cliente despechado, pero mira al final arreglaron el asunto y pelillos a la mar. Muy curioso, no sabía la procedencia del dicho.
ResponderEliminar;D
Algo se aprende ¿cierto?
ResponderEliminarGracias a las tres por vuestros comentarios :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho, Raquel.
ResponderEliminar¡Qué bonita historia, y en Málaga!!! Y yo sin enterarme. XD
Gracias por enseñarme tanto gracias a El Desván Secreto.
Me pones de buen humor, amigaaaaaaaaaa.
Abrazos:
Carol