Ni
ella misma lo sabía, pero su compulsiva afición por la fotografía le
reportaría, aunque sólo después de su muerte, el reconocimiento a su increíble
talento.
La
vida de Vivian Maier está envuelta en brumas. Nadie supo nunca quién fue
aquella mujer que parecía no tener familia. Vivió su existencia solitaria y
austera entre Chicago y Nueva York ejerciendo de niñera, pero en sus ratos
libres Maier salía a las calles para capturar todo tipo de escenas cotidianas. Retrató niños de
ojos grandes, ancianos, borrachos, mujeres de mirada desafiante con su cámara
Rolleiflex que siempre llevaba colgada al cuello. Durante cuarenta años se
dedicó a fotografiar, pero no sólo eso, grababa sonidos callejeros y filmaba en
Super 8, pero jamás revelaba sus carretes. Su escaso sueldo no se lo permitía.
En
vida Maier acumuló más de 100.000 negativos, además de otras cosas, no tiraba
nada. Ropa vieja, zapatos, recortes de periódicos, libros de arte, cartas y
cajas con tesoros tales como dientes de leche de los niños a los que cuidaba,
monedas o insignias.
En
2007 John Maloof se topó en un mercadillo con una de esas cajas llenas de
negativos y la compró sin imaginar el tesoro que tenía entre las manos. Decidió
revelar parte de aquel material y revenderlo por Internet. Maloof recibió poco
después una llamada de Allan Sekula, un crítico de arte, quien le avisó de que aquel material que
estaba dispersando no era cualquier cosa, en aquellos negativos revelados había
talento.
Maloof
decidió investigar sobre Vivian Maier y descubrió que había muerto dos días
antes de que él iniciara su búsqueda. Tenía 83 años. Cuatro meses antes se
había golpeado la cabeza mientras
caminaba en el hielo.
Desde
entonces John Maloof gestiona su archivo, un archivo secreto que aún tiene que
desvelarnos muchos tesoros ocultos.
Una
fascinante historia de una mujer invisible, que jamás sintió la necesidad de
ser reconocida, tan sólo disfrutaba del placer de captar imágenes e historias.
Me encanta todo lo que dicen esas fotos; todo lo que callan...
ResponderEliminarun abrazo!:)
Qué historia!!! Las fotos son preciosas, sin duda, qué pena por ella. Abrazos
ResponderEliminarImpresionante entrada, Raquel: me has emocionado. Esas personas que no buscan la fama y que tienen tanto talento, tan humildes....y ¡qué fotografías, Dios mío!!!!
ResponderEliminarUna historia preciosa. Los testimonios reales son los más bellos. Gracias por compartirla.
Abrazos:
Carol
Genial, tenía el arte de capturar momentos con alma, que lastima que nunca los viera revelados.
ResponderEliminar;)
Qué entrada más interesante. Y las fotos, fascinantes, preciosas, de ese tipo de fotos que hablan y dicen mucho más que las palabras. Me gustaría compartirlo en face con un amigo fotógrafo. ¿Puedo? Espero tu permiso.
ResponderEliminarTe me adelantaste Raquel jejeje, tengo medio hecha una entrada sobre esta fotógrafa que vivió su vocación oculta mientras que llevaba una vida anónima como niñera. Y sus fotos son increibles, menos mal que alguien pudo al fin sacar a la luz su talento escondido durante tanto tiempo. Un saludo,
ResponderEliminarHay muchas historias encerradas en estas imágenes.
ResponderEliminarUn abrazo Cande :)
Sí, una pena que nunca viera su trabajo. Tenía un don.
Abrazos Ligia :)
Gracias Carol. Cuando la leí tuve que compartirla, tanto talento y su trabajo siempre permaneció oculto hasta su muerte.
Abrazos :)
Sí, y ese don muy pocas personas lo tienen.
Un beso Ana!
Por supuesto que sí, Amparo, cuanta más gente conozca el trabajo de esta excelente fotógrafa mejor.
Un saludo :)
La verdad es que cuando vi sus fotos y supe su historia sentí que debía compartirla en mi blog, la verdad es que sus fotografías son muy buenas, tienen algo que "hablan".
Un saludo Nieves!