Aunque pueda parecer un argumento de
ciencia ficción Reinhold Boyer salió indemne de media docena de catástrofes
entre los años 1898 y 1960.
La historia de Reinhold Boyer podría
ser la del perfecto gafe o la de la persona con más suerte del mundo. Este
ingeniero austriaco afincado en Madrid logró sobrevivir a un terremoto, un
huracán, dos incendios, un descarrilamiento, un desbordamiento de un río y al
hundimiento del buque “insumergible” más lujoso de la época, el Titanic.
Esta serie de catastróficas
desdichas comenzó cuando Reinhold tenía seis años y sobrevivió milagrosamente a
un descarrilamiento de un tren en el que murieron 200 personas. Dos años más
tarde salvó el pellejo de un incendio en un teatro vienés en el que perecieron
620 personas.
Para una persona corriente
sobrevivir a dos tragedias semejantes hubiera sido una probabilidad imposible,
pero el cenizo de Reinhold Boyer siguió atrayendo desgracias a su paso.
Unos años después de su segundo
incidente, y cuando ya había terminado la carrera de ingeniería y trabajaba en
una mina cercana al paso de Calais, se declaró un pavoroso incendio. Una vez
más, Boyer salvó la vida pero no así los 1100 mineros que murieron allí.
Boyer había conseguido salir indemne
de su segundo incendio. Dos años después, en 1908, Reinhold Boyer estaba en
Sicilia cuando la tierra comenzó a temblar, en aquel terremoto murieron 200.000
personas sin que a él le ocurriera absolutamente nada.
Era el año 1912. Reinhold tenía
previsto viajar a Estados Unidos en el trasatlántico Titanic, pero en el último
momento una repentina enfermedad se lo impidió. Aquel lejano día de abril de
1912 Boyer no se embarcó, y por lo tanto se salvó de morir en las gélidas aguas
del Atlántico cuando el buque chocó con un iceberg y se hundió, llevándose
consigo 1517 almas.
Una vez ya en Estados Unidos fue
testigo de cómo un fuerte huracán azotaba Miami en 1926, ocasionando 12.000
muertos. Boyer sobrevivió a esta catástrofe, tal y como haría unos años después
a una crecida del río Mississippi, que causó varios miles de víctimas más. Por
increíble que parezca, Reinhold Boyer no solo sobrevivió a estas tragedias,
sino que a lo largo de su vida sufrió multitud de pequeños accidentes que
superó casi sin sufrir ningún rasguño.
Por todo ello Reinhold Boyer comenzó
a ser conocido como el mayor cenizo del mundo, aunque más que gafe o cenizo,
Boyer fue afortunado, pues jamás sufrió un rasguño a pesar de toparse con
tantas calamidades. La suerte (a pesar de que no exista como ya leímos en el
post anterior) siempre le protegió.