21 de septiembre de 2013

El poder de una palabra. Discursos memorables de la historia

Seguro que a estas alturas te suena eso de “relaxing cup of café con leche” que tanto ha dado qué hablar. La responsable de este despropósito lingüístico tiene nombre y apellidos, Ana Botella, es además la alcaldesa de Madrid, y antes se la conocía por ser la mujer de ese señor bajito y con bigote que fue presidente de nuestro país y que tenía un dominio  de los idiomas muy parecido al de su señora.
Esta frase fue escuchada en la presentación de la candidatura a los juegos olímpicos de 2020. Ante, me imagino, los estupefactos miembros de la asamblea del COI, Ana Botella intentaba vender Madrid como la mejor opción haciendo gala de sus más bien escasas dotes para la oratoria. Finalmente Japón se llevó el gato al agua, y Madrid fue eliminada por tercera vez consecutiva.
Para el recuerdo quedará  esta nueva decepción y sobre todo el ridículo de Ana Botella  y su exagerado discurso que, aunque memorable por sobreactuado, no pasará a la historia por los motivos correctos.
Esto me ha hecho recordar esos grandes discursos de la historia de la humanidad.
La palabra es una herramienta poderosa, ciertamente, pero como decía Voltaire, una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento. Así que hay que tener cuidado con ellas, saber elegirlas, medirlas, sopesarlas y mimarlas, porque puede que sin pretenderlo nos pase lo mismo que a la señora Botella; una palabra fuera de sitio que eche por tierra la mejor intención de nuestro discurso.
No les pasó lo mismo a los siguientes personajes históricos. Sus palabras trascendieron y transformaron el mundo.



Encontrar un discurso a favor de la no violencia más inspirador y contundente que el que dio Gandhi cuando fue acusado de sedición en 1922 es prácticamente imposible. El 23 de marzo de 1922  fue condenado a seis años de cárcel por denunciar la terrible situación humanitaria de millones de indios bajo el dominio del Imperio Británico. En su alegato, Gandhi sometió al juez a una disyuntiva de hierro: o le imponía la pena más dura o renunciaba. La India libre que tanto ansiaba llegó en 1947. Sólo un año después, a los 78 años, un fanático lo asesinó de tres disparos en el pecho en un jardín de Nueva Delhi.
De su extenso discurso  rescato este  párrafo:

Y ha sido un precioso privilegio para mí poder escribir lo que escribí en los diversos artículos presentados como pruebas en mi contra. En realidad, creo que he prestado un servicio a la India y a Inglaterra al demostrar que la desobediencia es la forma de abandonar el estado antinatural en el que ambas naciones viven. En mi modesta opinión, la desobediencia al mal es un deber tanto como lo es la obediencia al bien. No obstante, en el pasado, la desobediencia ha sido expresada, con deliberación, en forma de violencia contra el perpetrador del mal. Mi cometido es el de demostrar a mis compatriotas que la desobediencia violenta sólo multiplica el mal y, puesto que el mal sólo puede sobrevivir gracias a la violencia, negarse a apoyar el mal requiere el abandono incondicional de la violencia.




En la tarde del 7 de diciembre de 1941, el presidente Roosevelt y su ayudante Harry Hopkins recibieron la llamada del Secretario de Guerra Henry Stimson comunicándole el ataque a Pearl Harbor. Después de reunirse con sus asesores militares el presidente redactó la solicitud al Congreso para la declaración de guerra al Japón.
Después de corregir el borrador del comunicado, reemplazando algunas frases y palabras, como la famosa "a date which will live in infamy" en vez de la original "a date which will live in world history", el 8 de diciembre a las 12:30 pm, Roosevelt se dirigió al Congreso y a la nación, por radio, solicitando la declaración de guerra.
Su discurso empezaba así:

Ayer, 7 de Diciembre de 1941, una fecha que pervivirá en la infamia, los Estados Unidos de América fueron sorpresiva y deliberadamente atacados por fuerzas navales y aéreas del Japón.

La respuesta del Congreso fue casi unánime, excepto por la abstención de la representante de Montana la pacifista Jeanette Rankin. A las 4 de la tarde Roosevelt firmó la declaración de guerra.



“I Have a Dream” fueron las palabras pronunciadas por Martin Luther King  el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln. Fue uno de los momentos culminantes de la lucha por los derechos civiles. Pero aunque el discurso caló hondo no se hizo famoso hasta el asesinato del líder en 1968. Hace unas semanas se cumplieron 50 años y aún hoy la fuerza de esas palabras sigue reverberando en muchos corazones.
Dos párrafos son clave para entender la magnificencia de aquel discurso:

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza.




Debido a un chivatazo de la CIA, Nelson Mandela fue arrestado en el año 1962 por inducir a la gente a hacer huelga y a salir del país sin permiso, siendo condenado por estos cargos a 5 años de prisión. Dos años más tarde el gobierno presentó cargos adicionales incluyendo el sabotaje o la conspiración para hacer caer al gobierno, siendo condenado a cadena perpetua. Antes de conocer su sentencia dijo unas palabras, entre las que destacaron las siguientes: "He combatido la dominación blanca, y he combatido la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y en igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero poder vivir para verlo realizado. Pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy preparado para morir”.




El más famoso discurso del presidente fue pronunciado en la Dedicatoria del Cementerio Nacional de los Soldados en la ciudad de Gettysburg (Pensilvania) el 19 de noviembre de 1863, cuatro meses y medio después de la Batalla de Gettysburg durante la Guerra Civil Estadounidense.
Originariamente este discurso de Lincoln era secundario respecto a los otros discursos del día, pero ha sido considerado con posterioridad como uno de los más grandes discursos en la historia de la humanidad.  En el mismo se invocan los principios de igualdad de los hombres consagrado en la Declaración de Independencia, Lincoln redefinió la Guerra Civil como un nuevo nacimiento de la libertad para los Estados Unidos y sus ciudadanos.


"Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.

Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra. "

2 comentarios:

  1. ¡Qué grandes discursos! Cada uno pasará a la historia por distintos motivos, claro. Abrazos

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  2. Palabras que perduraran en el tiempo porque ya lo han traspasado. Todos tienen una carga importante contra la injusticia y la discriminación. Creo que los mejores son los de Luther King y Gandhi, inspiradores y tristemente vigentes.
    :)

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