Mucho antes de San Valentín, Cupido ocupaba un lugar destacado en las festividades griegas y romanas dedicadas al amor y a los enamorados.
Según la mitología romana Cupido era hijo de Venus, quien era la diosa del amor. En la mitología griega sólo cambian sus nombres, de esta forma para los griegos Venus era conocida como Afrodita y su hijo era llamado Eros.
Cupido es representado como un niño con alas, armado con arco y flechas. Con frecuencia se le personifica disparando sus flechas con los ojos vendados, que simboliza lo alejado del razonamiento que se encuentra el amor.
“Eros y Psyque”
Según la leyenda inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El Asno de Oro), Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Afrodita, celosa de su belleza, envía a su hijo Eros para que le lance una flecha de oro oxidado que le hará enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase. Sin embargo, Eros se enamora de ella nada más verla y lanza la flecha al mar. Cuando Psique se duerme, Eros se la lleva volando hasta su palacio. Para evitar la ira de su madre, Eros se presenta ante Psique siempre de noche, en la oscuridad, y le prohíbe cualquier indagación sobre su identidad. Una noche, Psique le cuenta a su amado que echa de menos a sus hermanas y que quiere verlas. Eros acepta pero también le advierte que sus hermanas quieren acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique visita a sus hermanas, que envidiosas de su felicidad le preguntan quién es su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicar quién o cómo es, puesto que nunca le ha visto, titubea y acaba confesando la verdad. Así, las hermanas de Psique la convencen para que en mitad de la noche encienda una lámpara y observe a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo (de la que Apuleyo hace un tópico medieval: stilla olei ardentis) cae sobre la cara de Eros dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante. “Sin confianza no hay amor”
Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho ruega a Afrodita que le devuelva el amor de Eros, pero la diosa, vengativa, le ordena realizar cuatro tareas casi imposibles para un mortal. En la cuarta misión Afrodita exige a Psique que vaya a buscar un cofre al Hades. Cuando consigue llegar allí, Perséfone, diosa del inframundo, le dice que lo que hay en el cofre es sólo para Afrodita. Psique, tentada por el poder que podría darle el cofre, olvida que la curiosidad ya había arruinado una vez su vida y lo abre, pero en vez de encontrar poder encuentra sueño eterno. Psique cae en la hierba, dormida para toda la eternidad, pero Eros, apiadado, la hace despertar de ese sueño con un beso. Al final viven juntos y felices por toda la eternidad.
Según la mitología romana Cupido era hijo de Venus, quien era la diosa del amor. En la mitología griega sólo cambian sus nombres, de esta forma para los griegos Venus era conocida como Afrodita y su hijo era llamado Eros.
Cupido es representado como un niño con alas, armado con arco y flechas. Con frecuencia se le personifica disparando sus flechas con los ojos vendados, que simboliza lo alejado del razonamiento que se encuentra el amor.
“Eros y Psyque”
Según la leyenda inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El Asno de Oro), Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Afrodita, celosa de su belleza, envía a su hijo Eros para que le lance una flecha de oro oxidado que le hará enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase. Sin embargo, Eros se enamora de ella nada más verla y lanza la flecha al mar. Cuando Psique se duerme, Eros se la lleva volando hasta su palacio. Para evitar la ira de su madre, Eros se presenta ante Psique siempre de noche, en la oscuridad, y le prohíbe cualquier indagación sobre su identidad. Una noche, Psique le cuenta a su amado que echa de menos a sus hermanas y que quiere verlas. Eros acepta pero también le advierte que sus hermanas quieren acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique visita a sus hermanas, que envidiosas de su felicidad le preguntan quién es su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicar quién o cómo es, puesto que nunca le ha visto, titubea y acaba confesando la verdad. Así, las hermanas de Psique la convencen para que en mitad de la noche encienda una lámpara y observe a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo (de la que Apuleyo hace un tópico medieval: stilla olei ardentis) cae sobre la cara de Eros dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante. “Sin confianza no hay amor”
Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho ruega a Afrodita que le devuelva el amor de Eros, pero la diosa, vengativa, le ordena realizar cuatro tareas casi imposibles para un mortal. En la cuarta misión Afrodita exige a Psique que vaya a buscar un cofre al Hades. Cuando consigue llegar allí, Perséfone, diosa del inframundo, le dice que lo que hay en el cofre es sólo para Afrodita. Psique, tentada por el poder que podría darle el cofre, olvida que la curiosidad ya había arruinado una vez su vida y lo abre, pero en vez de encontrar poder encuentra sueño eterno. Psique cae en la hierba, dormida para toda la eternidad, pero Eros, apiadado, la hace despertar de ese sueño con un beso. Al final viven juntos y felices por toda la eternidad.
Leyendo esta entrada he llegado a una conclusión (o a dos), una la envidia es muy mala, y dos Psique era un poco tontaina aparte de cotilla, pero bueno al menos tuvo un final feliz.
ResponderEliminarBesos
:)
Gran historia¡¡:D la verdad que la Psique tenía su delito sí.. vaya curiosidad mas mal empleada, ya le vale.. y vaya fe ciega cuando no debía...:S
ResponderEliminarBesote¡¡¡:D
La curiosidad femenina que ya había metido en lios a una tal Pandora, si es que de verdad que somos impacientes y curiosas las mujeres.
ResponderEliminarUn beso Ana.
Pues si, pobre Psique. Pero al final todo acabó bien.
Un besote Joseba.