Llovía a cántaros. Los cristales retumbaban arremetidos por la persistencia inaudita del agua y el viento. La tenaz gotera del salón reapareció para amenizarnos la velada...
Un barreño, sacos y algunas toallas esparcidas por el suelo como piezas de un puzzle junto a la fregona. Paredes húmedas. Frío en el cuerpo. Manos que buscan con urgencia algo de calor. Árboles que se estremecen atronadoramente tras las ventanas, como olas furiosas decididas a borrarnos del mapa. Granizo. Una tromba de agua. Noche en vela. Noche de tormenta.
La lluvia, incluso la muy intensa como la de anoche, despierta mi imaginación y mis miedos. Las noches de tormenta tienen algo especial. Todo puede suceder en una noche así. Es ese sentimiento de indefensión que nos enfrenta a nuestros miedos más irracionales. Ni siquiera a salvo bajo las calientes mantas nos libramos de padecerlo.
Y sin embargo el temor se mitiga por la emoción; esa emoción indefinible que te estruja el pecho ante lo imprevisible. Se bajan los plomos, la oscuridad se hace dueña, y durante un segundo fugaz el caos se libera, y aún así esa sensación perdura. Un instante fugaz que se eterniza.
Porque las noches de tormenta suenan a jazz.
Ilustración: Olena Shmahalo.
Muy poético, es curioso lo que puede inspirar una noche de tormenta ya que puede resultar desde romántica hasta aterradora.
ResponderEliminarA ti te suena a jazz y a mí a blues.
Me gusta esa canción de "My favorite things" pero mas en "Sonrisas y Lágrimas".
:)
:)
ResponderEliminar"My fovorite things" es la canción que más me gusta, junto a "Edelweis" de "Sonrisas y Lágrimas. Es una gran película, algún día tendré que hablar de ella en el blog, creo que se lo merece.
Las tormentas tienen esa cosita fascinadora, ¿por qué será? La verdad es que cuando llueve muy fuerte o hay truenos me acuerdo de gatitos y paquetitos atados con cordones ;)