Josh Baskin tiene trece años pero, cansado de que las chicas no le hagan caso y de que sus padres le traten como a un niño, desea ser mayor. Una noche encuentra en una feria una vieja máquina en la que, echando una moneda, puedes pedir un deseo. Como era de esperar, Josh pide ser mayor. A la mañana siguiente, el niño se verá inmerso en un cuerpo de adulto, aunque descubrirá los problemas que conlleva asumir todas esas responsabilidades sin ninguna experiencia previa.
Tenía buenos recuerdos de esta película, así que esperaba que al volver verla esta impresión se mantuviera. Y tengo que decir que no ha sido así… porque me ha gustado incluso más que entonces.
Big es una de esas películas que trascurren sin que sientas que pasa el tiempo. La historia, amable y sencilla, te conquista desde el inicio.
Sin duda alguna hablar de “Big” es hablar de una de sus escenas más conocidas, aquella en que Tom Hanks y Robert Loggia tocan un piano gigante con los pies en una juguetería.
De hecho, esta juguetería neoyorkina, Fao Schwarz, que se encuentra en la Quinta Avenida con la calle 59, es visitada por muchísima gente que quiere imitar la célebre escena.
¿Quién no ha deseado ser mayor cuando era niño; lo suficientemente mayor para que nadie se atreviera a decirte que eres demasiado pequeño para perseguir tus sueños? Aunque aquí toca advertir eso de que hay que tener cuidado con lo que se desea… no sea que se cumpla. Como le sucede al protagonista de la película no todos los deseos cumplidos nos traen la felicidad. Josh Baskin desea ser mayor pero sólo consigue ser lo que es: un niño grande que no acaba de comprender ese mundo de adultos en el que parece que valores como la amistad o la lealtad no existen.
Pero esta historia tiene final feliz. Josh Baskin se da cuenta de lo maravilloso que es ser niño y de que no está dispuesto a renunciar a esa experiencia. Ese mundo de adultos puede esperar.
A raíz de este papel, por el que fue candidato al Oscar al mejor actor en 1989 y ganador del Globo de Oro en el mismo año, Tom Hanks empezaría a ser tomado en cuenta para otro tipo de papeles más dramáticos. En esta actuación se vislumbra las maneras de ese magnifico Forrest Gump por el que conseguiría su segundo Oscar.
Hace un par de semanas me topé casualmente con esta película zapeando en el imagenio de mi abuela; mi hermana Ana se acordaba casi perfectamente de ella pero yo a penas pude recordarla hasta que una escena me refrescó la memoria. Y es que hará, sin exagerar, quince años que no la veía ni la emitían por televisión. No es de extrañar que no me acordara, pues Candleshoe es una de esas películas fantasma. Primero porque es del año 1977 y hay una extraña nebulosa sobre estos productos anteriores a la década de los noventa y la era digital. También ayuda que no tenga un título fijo en español. Candleshoe se tituló también “La otra Margaret” y “El secreto del castillo”. Y por último porque no es un título comercial, aunque intervengan en ella actores de la talla de Jodie Foster, David Niven o Helen Hayes.
Jodie Foster es Casey, una joven conflictiva que vaga por la calles de California cometiendo pequeños robos. Leo Mcken es Harry Bundage, un estafador de poca monta obsesionado con encontrar un tesoro escondido en el caserón de la viuda Gwendolyn St Edmund. Helen Hayes, es Gwendolyn St Edmond, una entrañable ancianita que lleva buscando a su nieta desaparecida diez largos años.
Debido a la increíble semejanza física con la nieta desaparecida, Harry Bundage encuentra en Casey a la candidata perfecta para llevar a cabo su plan y hacerse al fin con el codiciado tesoro. Con ayuda de una antigua criada de Candleshoe, Bundage prepara a Casey proporcionándole recuerdos de infancia de la joven Margaret, así como todo lo relativo a sus gustos y preferencias. Cuando la señora Gwendolyn ve a Casey la emoción la embarga; para ella no hay duda, se trata de la pequeña Margaret.
A partir de aquí Casey se dedicará a buscar el tesoro siguiendo una serie de pistas, pero también tendrá que adaptarse a vivir en Candleshoe; algo que le costará más de lo que esperaba.
Dos películas "amables" para el fin de semana.
¡Cuantos recuerdos!, ay por dios que chocha que esta ya una, ¿no? Pero lo cierto es que cuando éramos peques todas esas peliculas tenían un efecto sedante, dopante e hipnotizador sobre nosotros. Supongo que era otra época mas sana.
ResponderEliminarMe gusta mucho "De niños grandes y tesoros", y todo tu blog Raquel. De la campanilla para la ovejita negra ;)
Qué tiempos aquellos!
ResponderEliminar:)))
A mi me encantaría comprar o descargar esa peli pero no la venden en dvd y no la encuentro en ningún lado...
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