3 de octubre de 2015

La Visita, M. Night Shyamalan



Las últimas producciones de Night Shyamalan no rindieron como se esperaba en taquilla. Tampoco la crítica fue benévola. Tras el éxito internacional de El sexto sentido la presión a su alrededor siempre ha sido creciente e implacable.  Aquel magistral giro final fue el listón con el que se han medido sus posteriores películas. Para cualquier director de cine conseguir la excelencia en todos los proyectos es algo imposible, aún así a Shyamalan nunca se le ha perdonado un traspiés. Varios traspiés, vale, pero nadie es perfecto.
Tengo que reconocer que sin haber visto toda su filmografía (me quedan un par de ellas por visionar), siempre me han gustado las películas de este director. El tráiler de La Visita me llamó la atención así que no dejé pasar la oportunidad de verla.
La película tiene como protagonistas a dos niños, dos hermanos, Becca y Tyler, que son enviados por su madre a la casa de sus abuelos en Pensilvania para pasar unos días en su compañía. Al principio todo parece normal pero muy pronto comienzan a percatarse de que el comportamiento de los entrañables ancianos esconde algo perturbador.



No se puede desvelar más, porque por supuesto hay giro final en esta película. Una película menor si la comparamos con los grandes éxitos de Shyamalan pero aún así una película que te mantiene en vilo de principio a fin. Sin grandes alardes, la historia es sencilla y directa. Quizás el adjetivo que más se acerca a la definición perfecta sería “anécdotica”, como esas leyendas urbanas que se cuentan alrededor de una hoguera en la noche de Halloween o una versión moderna de un cuento de los hermanos Grimm con su correspondiente moraleja. Eso sí, aliñado todo con grandes dosis de humor para hacerla más digerible. La verdad es que sin ser nada del otro mundo la he disfrutado. Es verdad que esperaba más miedo y miedo no hay mucho; pero se puede asegurar que no te dejará indiferente
Uno de los aciertos más destacables son los dos niños, Olivia Dejonge, a la que el director fichó nada más verla en un vídeo de presentación augurando que sería una gran estrella, y Ed Oxenbould, que consigue meterte en el bolsillo con su personaje carismático y payasete, y sin duda alguna el más sufridor de toda la película. Tampoco están mal los otros personajes, los “abus”, en especial Deanna Dunagan; una interpretación escalofriante de la dulce abuelita que prepara pasteles a los nietos y  juega con ellos al “corre que te pillo”.  
Otro de sus aciertos es que tiene un ritmo y una duración perfecta. Cuando termina te da la sensación de que ha pasado el tiempo en un suspiro. La historia avanza sin tropiezos ni tiempos muertos. La tensión de la trama es envolvente, y aunque quizás el final es algo previsible todo encaja. No es una película grande, pues se realizó con un presupuesto ajustado; así que si lo que buscas es una superproducción con mil giros de cámara, abuso de efectos especiales, escenas de acción y monstruos digitalizados, no lo hallarás aquí. Tampoco es una “pelí de miedo”. Es una película que respira humor negro, perversidad, ironía, desconcierto, con una pizquita de drama familiar y mucho de experimento. Parece que Shyamalan se divirtió concibiendo y haciendo la película, para la que tenía tres finales alternativos; uno humorístico, uno de terror puro, y otro, por el que se decidió al final, una mezcla de los dos.




A algunos les parecerá que ha tirado por el camino fácil, una película con piloto automático; otros opinarán que se trata de una tomadura de pelo; a otros les gustará este cóctel terror/comedia… Yo te recomiendo que la veas sin expectativas, con la mente receptiva a las sorpresas.