28 de noviembre de 2012

Desde tiempos remotos las especias y las hierbas aromáticas han sido para el hombre importantísimas tanto por sus propiedades curativas como por su importancia culinaria.
Las especias están estrechamente vinculadas con Oriente y con el exotismo, ya que la mayor parte provienen originariamente de allí.
Los musulmanes y los asiáticos las utilizaban desde la antigüedad, más por sus poderes curativos o su aportación culinaria, para embalsamar, para conservar los alimentos, para teñirlos, para hacer perfumes y por sus poderes mágicos. Se cree que fueron los romanos, los que primero las utilizaron para condimentar sus platos y así mejorar su sabor.

En el siglo IV un filósofo llamado Macróbio usó por primera vez el termino species  para llamar a las hierbas aromáticas y a las especias. Luego en el siglo XII quedó fijada en Francia la denominación espice o espesse. En la Edad Media  los nobles implantaron el consumo de las siguientes especias en su cocina: la pimienta, la vainilla, el jengibre, el clavo, la nuez moscada, el clavo y el azafrán.


Gracias a los mercaderes, las especias desembarcaron primero en los países del Mediterráneo. Genoveses, catalanes y venecianos fueron los primeros que se beneficiaron de ellas. Éstos debían pagar un impuesto por atravesar los territorios musulmanes y turcos, lo cual encarecía mucho el precio de  las especias lo que les obligó a buscar rutas alternativas para su transporte, abriendo nuevas rutas con Oriente (La Ruta de las Especias).
De hecho, cuando Colón descubrió América lo que buscaba en realidad era una nueva ruta para el transporte de las preciadas especias. Durante años Portugal dominó la venta de especias orientales y España  las que traía de América. A partir del siglo XVIII los holandeses, ingleses y franceses  comenzaron a exportarlas, monopolizando su venta. Esto abarató precio y el consumo de las especias pasó a ser del dominio público; casi todo el mundo tenía acceso a ellas.
 



 La recoleccion de la pimienta, ilustracion del Libro de las Maravillas.
“La ruta de las especias” llevó a los europeos al descubrimiento de nuevos continentes en el siglo XVI. De esta manera se inició la colonización: como muestra el grabado, los indígenas se dedican a la recolección de especias bajo el ojo vigilante de un blanco armado con un sable.

Mas

Las especies suelen tener un sabor picante o perfumado, almizclado o amaderado, dulce o amargo, sirven para aderezar los platos y su sabor prevalece sobre su aroma.


La mayoría de las especias vienen de las regiones tropicales de Asia, y de las islas Molucas en Indonesia, también conocidas como islas de las Especias. Aunque algunas, como el anís, y la mostaza, se encontraban en el Mediterráneo.

Las hierbas y especias se clasifican en dos grupos, las que modifican tanto el sabor como el aspecto de los alimentos, en este grupo estarían el azafrán, la canela, el tomillo y el romero, entre otros; y las que excitan el paladar, entre las que se encuentran la pimienta, el pimentón, la nuez moscada y las diversas variedades de chiles.

Los primeros que buscaron la ruta hacia Oriente fueron los egipcios, siendo las especias más preciadas: la alcaravea, el sésamo, la mostaza o el azafrán, además del incienso y la mirra, usadas en ceremonias religiosas. Muchas especias son nombradas en la Biblia y eran consideradas objetos tan preciados que solían ser presentes que los reyes se hacían entre ellos o eran tributos impuestos por los ganadores de una guerra a los derrotados.


El sésamo fue utilizado por los antiguos chinos para hacer tinta y por los romanos para untar pan. Los árabes pensaban que esta especia tenía poderes mágicos. En Ali Baba y los 40 ladrones, Ali dice “ábrete sésamo” para abrir una puerta mágica.

La canela es la corteza de interior de un árbol de laurel originario de Sri Lanka. Llegó a ser más valioso que el oro.

En las antiguas Grecia y Roma a menudo la gente pagaba sus impuestos con granos de pimienta.

En el 200 a.C. los cortesanos chinos aspiraban clavos de olor para presentar un aliento dulce ante el Emperador.

Para los romanos, el perejil era el símbolo de la muerte y se dispersaba sobre las tumbas. El lento crecimiento de la planta se explicaba por la superstición de que la semilla debía bajar siete veces a más profundidad en la tierra hasta llegar al diablo, antes de que pudiera crecer.
Si se han comido cebollas o ajos o se ha bebido alcohol, masticar perejil puede refrescar el aliento.


Los romanos les daban eneldo a los gladiadores porque creían que les traería buena suerte. Los caballeros medievales cauterizaban con granos de eneldo las heridas abiertas para fomentar la curación. En Alemania las novias llevan un ramito de eneldo en el pelo. El eneldo refresca el aliento, es un medio para combatir el insomnio y estimula el apetito.

Antiguamente la alcaravea se apreciaba como medio contra la brujería. Se creía que algo que contenía alcaravea no podía robarse. Así, se alimentaban las palomas con ella para estar seguros de que volverían otra vez. También las mujeres ponían esta especia en el bolsillo del pantalón de su marido para evitar que otra mujer le robara el corazón.

Las hojas de laurel se asocian ya desde antiguo a la victoria y el honor. Por ejemplo, los vencedores de los Juegos Olímpicos (griegos) o los emperadores romanos eran coronados con coronas de laurel, de donde se deriva la expresión ‘laureado’. Según la leyenda, las hojas de laurel poseen poderes para proteger del rayo, la brujería y las prácticas demoníacas


Los antiguos egipcios usaban el tomillo en la momificación para mantener fresco el cuerpo para la vida de ultratumba.


El azafrán

El azafrán tiene su origen en la India, aunque tenemos datos de su existencia en Egipto y Babilonia hace más de 5.000 años.
Se dice que Zeus dormía sobre un lecho de azafrán para revigorizar su potencia sexual, ya que se le atribuían propiedades afrodisíacas. Los romanos heredaron esta idea, lo ponían en el lecho de los recién casados, y no faltaba en los banquetes de boda. Siempre que la ocasión era festiva, se añadía un poco de azafrán a la comida, de donde nos viene la costumbre de echar un toque de azafrán a los guisos.
Aunque los gustos han cambiado  hay dos especias que siguen siendo muy populares: el azafrán y el perejil. En los festines se preparaban coronas de perejil para garantizar el buen humor y prevenir del dolor de cabeza que solían provocar los vinos de la época. Luego se tomaba azafrán, que también mitigaba los efectos del vino y además aumentaba el rendimiento en la cama.
Se usaba azafrán para teñir la ropa de los monjes budistas, y para cualquier tipo de ropa en otras culturas. También actuaba como emenagogo, es decir, baja la regla de las mujeres. Es una de las medicinas más antiguas, aunque también se usó como droga en la Edad Media. Las jóvenes ricas lo usaban como perfume.

Flor de azafrán

Los médicos árabes de la Edad Media lo usaban como anestésico y antiespasmódico, siendo ellos quienes lo introdujeron en España en el siglo X. Durante el Renacimiento, Venecia destacó por su comercio de azafrán, por entonces más caro que el oro. Su gran precio llevaba a muchos a intentar falsificarlo, algo castigado por la ley, a veces incluso con la muerte.
Se necesitan ochenta y cinco mil rosas de azafrán para conseguir un kilogramo de la especia.
 

24 de noviembre de 2012

Agustina Guerrero, ilustradora

Cuando descubrí el blog, y las coloridas viñetas, de esta ilustradora argentina afincada en Barcelona no pude parar hasta que lo vi entero. Divertidas, originales, tiernas, y sobre todo muy alegres, así son las viñetas y  el trabajo de Agustina Guerrero.  
Para ver más  de esta genial artista no olvides visitar su blog: http://guerreroagustina.blogspot.com.es/











21 de noviembre de 2012

Matt Cardle


Matt Cardle se hizo conocido en el 2010, cuando ganó la séptima edición del talent show británico The X Factor, lo que incluía  un sustancioso contrato con Syco Music por un millón de libras. Su primer sencillo, “When We Collide”, arrasó en Reino Unido e Irlanda, alcanzando directamente el número uno. Llegó a vender, sólo en su primera semana, más de 439.000 copias
Matthew Sheridan "Matt" Cardle nació el 15 de abril de 1983 en Southampton, Hampshire, Inglaterra. A los cuatro años le diagnosticaron un tumor de Wilms, del que se recuperó aunque se dejó por el camino  un riñón. Antes de saltar a la fama desempeñó trabajos de lo más variado; fue albañil, cartero, lechero, pintor y decorador. Aunque siempre tuvo claro que su pasión era la música.
El 29 de octubre publicó su nuevo trabajo, The Fire.
Hace poquito descubrí a este joven cantautor y guitarrista, y tengo que reconocer que su voz suave me ha conquistado. Escúchalo sin prisa, y si puedes hazlo de noche, en la hora de las musas, cuando los sonidos se apagan y se enciende la inspiración. Seguro que su voz conseguirá dejarte profundamente relajado.


19 de noviembre de 2012

SALA
DE
LECTURA





Maldito Karma - David Safier











Sinopsis:

La presentadora de televisión Kim Lange está en el mejor momento de su carrera cuando sufre un accidente y muere aplastada por el lavabo de una estación espacial rusa. En el más allá, Kim se entera de que ha acumulado mal karma a lo largo de su vida: ha engañado a su marido, ha descuidado a su hija y ha amargado a cuantos la rodean. Pronto descubre cuál es su castigo: está en un agujero, tiene dos antenas y seis patas… ¡es una hormiga! Kim no tiene ganas de ir arrastrando migas de pastel. Además, no puede permitir que su marido se consuele con otra. Sólo le queda una salida: acumular buen karma para ascender por la escalera de la reencarnación y volver a ser humana. Pero el camino para dejar de ser un insecto y convertirse en un ser bípedo es duro y está plagado de contratiempos.

Hay lecturas que te llegan en el momento oportuno, y otras que no. En esta ocasión “Maldito Karma” no ha podido llegarme en mejor momento. Necesitaba leer algo así, algo que me hiciera sonreír, y por eso he disfrutado muchísimo el libro, tanto que apenas me ha durado nada entre las manos, y es que la historia engancha bastante porque está contada de una manera muy sencilla pero llena de humor, y también de ternura. Un libro que con sentido del humor te hace reflexionar sobre lo que tenemos, nuestra familia, y sobre que, aunque lo demos por hecho injustificada y temerariamente la mayoría de veces, no tenemos todo el tiempo del mundo para decirles a los nuestros lo mucho que los queremos y nos hacen falta. Y también que tenemos que procurar que nuestros actos sean siempre buenos, porque ¿quién sabe?, puede que en tu siguiente vida te arrepientas de no haber sido todo lo bueno que podrías haber sido con los que te rodean. Acumular buen karma para poder reencarnarte en un ser superior o simplemente para tener la conciencia tranquila.
Hay pasajes muy divertidos, como los que comparte la protagonista en el pre nirvana con Buda, o los momentos que pasa con Cassanova, un personaje genial.
Mi sensación general ha sido buena, me ha entretenido mucho, me ha parecido muy fácil de leer, ideal para esos momentos en los que pasas de complicarte la vida, y la historia me ha gustado; la única pega quizás el final, es muy bonito pero algo peliculero. Aún así un libro muy recomendable si deseas pasar un buen rato.



Imagen: Tom Lovell

17 de noviembre de 2012

Saul Bass, carteles de cine



Saul Bass fue uno de los  diseñadores gráficos más  reconocidos, tanto en su lugar de origen, Estados Unidos,  como fuera de sus fronteras. Fue  conocido por su trabajo en la industria cinematográfica y en el diseño de algunas de las identidades corporativas más importantes de Norteamérica.
En 1946 decidió mudarse a Los Ángeles, ciudad que le ofrecía mejores oportunidades de expandirse creativamente que Nueva York, ciudad en la que había trabajado hasta entonces y en la que se encontraba estancado. Esta decisión fue decisiva para su carrera.
Fue allí  cuando Otto Preminger le  dio la oportunidad  de diseñar el póster de su película “Carmen Jones”, y Otto, impresionado por su trabajo, le pidió que hiciera también los títulos de crédito. A partir de entonces Saul Bass diseñó infinidad de títulos para cientos de películas. Bass fue el diseñador habitual de Alfred Hitchcock. Su estilo sencillo, sus colores planos, sus formas geométricas y sus cuidadas tipografías crearon escuela.   



Con Hitchcock colaboró en el story board de la famosa escena de la ducha de Psicosis, aunque el director no lo reconoció. Saul Bass dirigió algunos cortometrajes, con "Why Man Creates ganó un Óscar un oscar en 1968, y en 1974 realizó una película como director, “Phase IV”.
Posteriormente volvió al diseño grafico comercial. Entre los más exitosos están los emblemas de AT&T, United Airlines, Minolta, Bell, y Warner Communications. Diseñó también el póster para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.
En lo últimos años de su vida colaboró asiduamente con Martin Scorsese. Falleció 25 de abril de 1996 a los 75 años.

















15 de noviembre de 2012

En el vaho


Cuando llega el otoño la persona que soy cambia. Como una mariposa que regresa al capullo, como un pájaro que ya no se siente cómodo en la rama en la que ha anidado todo el verano y tiene que emigrar al sur.

Entonces esa nostalgia que siempre está en mí, pegada a mis zapatos, me envuelve como niebla, y me siento desdibujada, y cuando me miro al espejo hay un gran borrón y  mucho vaho en mis retinas. El gris se mezcla con el marrón de mis ojos,  y el sol se exilia de mi armario.
Me visto de otoño, y entierro en un cajón las gafas de cristales rosas que han dejado de funcionar. La persona que soy se hace pequeña, pequeñita bajo el peso de la lana y las mantas que no palian mi frío. Y me doy cuenta que me cuesta sonreír. Estoy hosca, huraña, y mi corazón palpita demasiado rápido las noches que paso en vela.
Me da entonces por pensar en ti, que nunca me diste una oportunidad, y en ti, que no respondiste a mi ofrecimiento, o en ti, que borras huellas y rastros, o en ti, que pareces tan indiferente, o en ti, que nunca estás cuando te busco, cuando te necesito, y  en todas esas partes de ti que no comprendo, que me hacen sentir mal.
Y pienso en mí, en mis “yos”, en mis trajes de invierno, primavera y verano, y en el que llevo puesto como un uniforme de penitenciaria. En todas las “yos” que despiertan del letargo cada tres meses, y en la forma que, de un día para otro, se van sin dejar rastro.
 Me da por pensar en futuros cogidos con imperdibles, y en pasados grapados a los pulmones, a los pulmones y no al corazón. Será por eso que a veces me quedo sin aliento. Me da por pensar si algún yo misma seré capaz de unir todas esas piezas de mi para verme entera.

12 de noviembre de 2012


Durante mucho tiempo se creyó que la siguiente historia sobre Chaplin era falsa, una leyenda urbana como tantas otras sobre personajes célebres que corren por la red, pero al parecer lo que se creía un bulo ha resultado ser cierto.
En los primeros años del siglo XX Charles Chaplin alcanzó una gran popularidad gracias al entrañable personaje del bombín y el bastón.  Tenía tantos imitadores que recorrían los circos y los teatros que se creó un concurso nacional para encontrar al mejor de todos ellos.
En una ocasión, en 1915, cuando Chaplin estaba en la cima de su éxito, se celebró uno de estos concursos en la bella ciudad de San Francisco, pero para enfado del propio Chaplin éste no fue invitado a participar en el mismo aunque se encontraba en la ciudad en ese momento, así que ni corto ni perezoso decidió presentarse por su cuenta con la sana intención de divertirse un rato. Pero… ni siquiera consiguió clasificarse entre los tres mejores. De hecho su participación fue desastrosa. No pasó de la primera ronda y los jueces le dieron una de las peores calificaciones de su tanda. El jurado decidió que Chaplin no era suficientemente bueno imitando a Chaplin y el premio le fue otorgado a un hombre  llamado Milton Berle.
Esto debió ser un palo muy grande para el actor porque la anécdota no se supo hasta años después de su muerte.

9 de noviembre de 2012

Extra Cine XXXIV



El legado de Bourne

Aaron Cross es creado por el programa Outcome. Los agentes de este programa no han sido diseñados para asesinar, sino para funcionar en solitario en misiones altamente arriesgadas, sin embargo el programa Outcome se convierte en un peligro cuando la historia de Bourne pasa al dominio público.

“El legado de Bourne” aprovecha el tirón de la trilogía protagonizada por Matt Damon para contarnos una historia innecesaria y confusa, que no aporta nada a la trilogía original pero que tampoco le resta. Personalmente me aburrió bastante, a pesar de que las películas anteriores me habían gustado, sobre todo "El caso de Bourne"; una notable película de espías con la dosis justa de  intriga y acción.
Pero el problema de “El legado de Bourne” es que la trama se desarrolla paralelamente con “El ultimátum de Bourne” (la última película de la saga estrenada en 2007), y todo lo que sucede es enrevesado, principalmente porque para entender ésta hay que tener presente aquella, y el problema es que han pasado muchos años para tener fresco su argumento.
Algunas de las escenas, sobre todo las del principio, no tienen mucha conexión entre sí, lo que produce una sensación de vaguedad; hace que desconectes de lo que pasa porque no lo entiendes. Y cuando todo parece ponerse en marcha la película acaba abruptamente, dando la sensación de que ha dejado casi todos los cabos sin cerrar, como suele pasar hoy en día, para sacarse de la manga una posible continuación que los cierre.
Jeremy Renner es el sustituto de Matt Damon y aunque hace lo que puede su personaje no tiene tantos matices como el de su predecesor aunque en la parte física le supera ampliamente. El personaje de Rachel Weisz tampoco brilla por su originalidad, hace de científica con bata en apuros en un rol repetido mil veces.
Las escenas de acción son escasas y no tan espectaculares como las vistas anteriormente en la saga, pero tiene sus dosis de fantasmadas para los amantes del género que buscan  este tipo de acción increíble.
En definitiva, me ha parecido una película fallida y lenta por su pobre guión, demasiado flojo como para alargarlo las dos horas que dura la cinta. 4,2


Los mercenarios 2

Barney Ross (Sylvester Stallone) y su equipo se vuelven a unir cuando el señor Church (Bruce Willis) los recluta para encargarse de un trabajo aparentemente sencillo. Sin embargo, pese a parecer dinero fácil, las cosas se tuercen y uno de sus miembros es brutalmente asesinado, lo que impulsa al resto de sus compañeros a buscar venganza. El equipo, empeñado en desquitarse, va dejando un rastro de destrucción a su paso entre las fuerzas enemigas, sembrando el caos, para acabar encontrando una amenaza inesperada: cinco toneladas de plutonio apto para uso militar, una cantidad más que suficiente para cambiar el equilibrio de poder en el mundo. Aunque eso no es nada comparado con la justicia que van a imponer al vil adversario que asesinó despiadadamente a su camarada. Y todo ello hecho al inimitable estilo de los mercenarios…

Músculos, tiros, sangre, cameos divertidos y machadas varias. Con estas palabras podemos describir lo que es “Los mercenarios 2”, una película con la que es absolutamente imposible aburrirse. Sus poco más de 100 minutos de metraje pasan en un suspiro entre fantasmada y fantasmada, disparos a tutiplén, explosiones a mansalva y salpicaduras de sangre. Da igual que al final lo que cuenta la película sea más de lo mismo, una historia de venganza en la que al final el malo malísimo se  enfrenta al héroe de la función, interpretado (es un decir) por Stallone, recauchutado para la ocasión y con boina y perilla molona. Da igual que lo que cuente no sea nada nuevo porque cumple con su cometido de entretener sin más, siendo consciente de que su principal reclamo es volver a ver  juntos y revueltos en la pantalla a los grandes de las pelis de acción; todos ellos bastante cascados por el botox  y la edad que no pasa en balde, pero casi en plena forma.
Si creciste viendo al Stallone, al Chuache y a Van Damme repartiendo estopa sin duda la disfrutarás. Atención a la aparición de Chuck Norris, memorable. Pero si tu caso es el contrario esta película te parecerá una tomadura de pelo sin más.  5


Eternamente comprometidos

En “Eternamente comprometidos” conoceremos la historia de Tom y Violet, una pareja de prometidos a los que en principio debería quedarles poco para ser felices y comer perdices, pero a los que sin embargo, quizá por cosas del destino o porque en realidad no están hechos el uno para el otro, a cada momento les surge un nuevo problema que obliga a retrasar la fecha de la boda.

El tráiler  me había llevado a engaño. Creía que iba a ver una película muy tonta, frívola y bastante superficial, y me había preparado para ello, pero al final la película me sorprendió para bien. Fresca, muy divertida, algo chorra pero más profunda de lo que parecía al principio. Quizás la única pega que le pongo es que dura mucho, pero muy disfrutable para esos momentos en que necesitas relajarte y reír sanamente con una historia que  no es original aunque aquí está contada de una forma un tanto diferente.
Jason Segel y Emily Blunt que interpretan a los protagonistas demuestran tener  mucha química.
Como curiosidad resaltar que fue el propio Jason Segel quien escribió el guión junto con el director Nicholas Stoller.
Atención también a la versión que se marca uno de los personajes secundarios de la ranchera “Cucurrucucú paloma”, para partirse de risa. 6



Moonrise Kingdom

La historia de “Moonrise kingdom” está ambientada en una isla de la costa de Nueva Inglaterra en el verano de 1965 y cuenta la historia de una chica y un chico de doce años que se enamoran, hacen un pacto secreto y se escapan a terrenos selváticos e inexplorados. Cuando varias autoridades intentan perseguirles, se forma una violenta tormenta en la costa… y la comunidad de la pacífica isla se verá trastornada irremediablemente.

Moonrise Kingdom no se parece a nada que haya visto recientemente. Ni por asomo.  Después de tantos “hipe”, “remakes”, “súper taquillazos fiasco” algo diferente…  diferente y en cierta manera muy extraño.
Si esta película la viera una fashionista cursi y naif con blog copiaría sus estilismos, colgaría sus fotogramas con bonitas leyendas al pie de las mismas, la convertiría inmediatamente en una de esas películas imprescindibles, de culto. Sin embargo para cualquier mindundi alejado de esa tendencia ñoña le resultaría algo así como un anuncio del Ikea alargado.
Me encantó su fotografía, sus imágenes, los personajes, su estética, su aire de cuentos de hadas, pero para mi fue inevitable pensar en la tienda sueca. Tiene ese aire nórdico de chimeneas encendidas, alfombras peludas, cocinas luminosas, adornos de cuerno de arce colgados en la pared y botas de agua apoyadas en una desgastada puerta roja de madera. Un aire vintage y sesentero, surrealista, muy soñador. Moonrise Kingdom es una película cuidada, colorida, sorprendente, como aire frío en un día de calor abrasador. Pero es tan extraña…  quizás sea ese su mejor atributo, ese y que visualmente es una obra de arte. Porque cada uno de sus fotogramas son pequeñas postales. Además sus dos protagonistas bordan sus personajes. Pero no así los demás secundarios, cuyos roles son más anecdóticos que otra cosa; lástima por Bill Murray, Bruce Willis y Frances McDormand.
Preciosa banda sonora de Alexandre Desplat.

Te gustará si estás harta de las típicas propuestas que nos vienen de Hollywood. 6,5


7 de noviembre de 2012

¡La leche!



Cuando por un casual a mi conductos olfativos llega el olor de la leche muy caliente mi memoria se activa y entonces parece como si en el suelo se abriera una compuerta que me llevara directamente, como un tobogán por el que me deslizara, a una época pasada, a un momento determinado de mi infancia, cuando sentada tras la enorme mesa del comedor donde hacía los deberes del colegio mi madre unas veces, mi abuela otras, colocaban delante de mi un enorme tazón de espumosa leche para que merendara.
La leche, en concreto su olor, activa mis recuerdos. En casa, cuando yo era pequeña, la leche la preparaba mi abuela en un caldero enorme, el que usaba para los potajes. Era leche en polvo y recuerdo la marca, Lita. Venía en un paquete enorme con el dibujo de una enfermera sonriente, aunque su expresión, ahora que lo pienso, daba un poco de miedo.

Mi abuela cogía un cacito y contaba las medidas; una por papá, otra por mamá, otra por ella, otra por mi y  otra por cada uno de mis cuatro hermanos, repitiendo hasta llegar a veinte o así. Después se llenaba de agua el cazo y se dejaba al fuego, y siempre, siempre, siempre, da igual que estuviera alguien al tanto, siempre se salía. La espuma se desbordaba y se manchaban los fogones y mi abuelita se lamentaba porque la leche quemada dejaba un olor característico que a mi, personalmente, no me disgustaba tanto. Algunas veces yo y mis hermanos nos llenábamos una cuchara de la leche en polvo de aquella bolsa y nos las comíamos así, mordisqueando aquel polvillo que formaba una pasta dulce en nuestra boca. Aquella leche tenía un sabor que no he vuelto a saborear, o quizás  sabía diferente porque  esa leche llegaba a hervir.  Mi abuela nunca se acostumbró a calentar la leche en el microondas, y tengo que reconocer que la leche calentada al fuego sabe mejor, mucho mejor.  
En casa siempre había una lata de leche condensada en la nevera, con un sombrerito de papel de platina protegiendo su contenido. A mi no me gustaba tanto esa leche, era demasiado dulce y te dejaba los dientes doloridos y flojos, yo prefería la leche en polvo, y ahora que lo pienso, parece que fuera el  único alimento que saboreaba con gusto. La leche nunca faltaba en nuestra dieta diaria, no un vasito, unos tazones en lo que podías nadar, y después de más mayores unas jarras enormes de cerveza llenas hasta arriba, dos o tres veces al día. Que no fuera por leche, que eso es bueno para los huesos y en edad de crecimiento es lo mejor, debía pensar mi abuela.  Y tenía razón, gracias a aquella leche crecimos mucho.
Hay días, como hoy, que un olor me hace recordar no sólo un tiempo que ya pasó, sino a las personas que lo compartieron conmigo. En estos recuerdos está mi abuela, y  es como si volviera a tenerla a mi lado, como si pudiera escuchar su voz desde la cocina llamándome para ir a comer. Hay días que algo tan simple como un olor efectúa un milagro, el de traer de vuelta a los que ya se fueron.