Caperucita roja ¿A quién tienes miedo?
Nueva versión del cuento clásico de "Caperucita Roja". En una aldea medieval atemorizada por la aparición de un hombre lobo, vive Valerie (Amanda Seyfried), una joven que está enamorada de un joven leñador huérfano.
A Catherine Hardwicke dirigir la primera película de la famosa saga Crepúsculo le ha marcado más de lo que parecía. Esta nueva versión del clásico cuento de Caperucita es un buen ejemplo de ello. No hay nada en ella que no recuerde a Crepúsculo: lánguidos actores protagonistas, misma atmósfera oscura, mismo trío amoroso; aunque dudo mucho que consiga sus cifras en taquilla y mucho menos ser considerada un fenómeno de masas como lo fue la saga Crepúsculo. De todas formas se nota el esfuerzo que ha puesta la directora de la película en calcar la historia; seguramente con la idea de repetir el éxito.
Todo comienza con Valerie y Peter. Desde ese primer momento ya vemos que esta caperucita roja no es tan tierna e inocente como la que inmortalizó Perrault y los hermanos Grimm. Valerie está enamorada de Peter, un leñador de muy buen ver, y ambos están planeando fugarse juntos. Pero la noticia del asesinato de su hermana a manos del hombre lobo que atemoriza la aldea cambia sus planes.
En este momento entra en escena el padre Solomon, un famoso cazador de hombres lobo que mediante dudosas técnicas tratará de dar caza a la bestia. En este momento todos los habitantes de la aldea pasan a ser sospechosos, ya que durante el día adopta forma humana. Valerie no tardará en descubrir que mantiene un vínculo especial con la bestia.
Sinceramente, bonita forma de cargarse un clásico. Un verdadero desastre. Los actores no pueden estar peor, sosos, planos e inexpresivos, sin chispa ni carisma. La fotografía es demasiado oscura, aunque los escenarios sí me gustaron, sobre todo la casita de la abuela. Pero no tiene sentido del ritmo, no consigue enganchar, no hay conexión entre las escenas, es un batiburrillo de cosas y géneros, ni de amor, ni de misterio, ni de terror, aunque toca todos los palos y no termina de definirse. Una película sin gracia, sin pizca de ingenio y talante. No deja huella, ni para bien, ni para mal. Se olvida fácilmente. 3
Más allá de la vida
“Más allá de la vida” cuenta la historia de tres personas que están obsesionadas por la mortalidad de formas diferentes. Matt Damon interpreta el personaje de George, un obrero que tiene una conexión especial con la vida después de la muerte. En el otro lado del mundo, Marie, una periodista francesa, tiene una experiencia cercana a la muerte que sacude su concepto sobre la realidad. Y cuando Marcus, un escolar londinense, pierde a la persona que estaba más cercana a él, necesita desesperadamente respuestas. Mientras cada uno de ellos busca la verdad, sus vidas se cruzan, cambiando para siempre por lo que creen que podría —o debería— existir en el más allá.
Cuando una película consigue trasmitirme algo, más si ese algo es fuerte e intenso, gana puntos. Cuando terminé de ver Más allá de la vida me quedó una sensación extraña, un regusto amargo. He de reconocer que como película tiene sus fallos; el ritmo es algo lento, no es de esas películas rotundas, puede resultar aburrida en algunos tramos, pero en general me gustó. Me gustó porque hubo momentos en que me sentí parte de lo que veía, participe de lo que les ocurría a sus protagonistas. Me emocioné con algunas de sus historias, sobre todo con la de los gemelos, ya que al tener una hermana gemela sentí mucha más afinidad por ellos, y también porque es la historia que más me enganchó y yo diría que la mejor desarrollada de todas las que se muestran en la película.
Puede que no sea el mejor trabajo de Clint Eastwood como director, pero es una historia con alma, mostrada con una serenidad y sobriedad que se agradece. Aunque se venda como una película con tintes paranormales en realidad es una película de amor, y también de soledad y vacíos; de los que quedan cuando se pierde a alguien muy querido y no se encuentra consuelo. Y de otros vacíos que surgen cuando se ha estado cara a cara con la muerte y se ha salido indemne, aunque no del todo, de la lucha.
Todos nos hemos preguntado alguna vez, a veces con esperanza, a veces con amargura, si hay algo más allá de la vida; si tras ese túnel que dicen se ve al final de este viaje hay algo más que la nada; si existe un cielo en donde nos esperan las personas que hemos amado en vida, o si es posible contactar con ellos. Quizás en estos tiempos acelerados y escépticos, donde sobra todo lo que no es material y de consumo rápido, nada de esto interese realmente. En realidad Eastwood tampoco lo plantea de una manera activa. El foco se centra en las personas de carne y hueso, en como afrontan su perdida, sus miedos y sus dones; como es el caso del protagonista, que más que poseer un don lo suyo parece una maldición. Es una película de sentimientos, envuelta en una bonita fotografía que destila el aroma de los sueños, por sus sombras adormecidas, sus luces tenues, y sus escenarios en penumbras.
En definitiva, una película interesante aunque algo monótona. Me gustó el mensaje que trasmite; esa necesidad de aferrarnos a algo cuando el ritmo de la vida es tan rápido que sentimos vértigo, el descubrir que ese algo son las personas que amamos o que empezamos a amar. 6.5
Soy el número cuatro
John es un adolescente extraterrestre que intenta ocultarse de los despiadados enemigos que han sido enviados para destruirlo. Cambiando constantemente de identidad, mudándose de una ciudad a otra bajo la supervisión de su guardián, Henri, John es siempre “el chico nuevo” del lugar, sin vínculos con el pasado. Pero ahora la pequeña Ohio se ha convertido en su hogar, y John deberá enfrentarse a nuevos hechos inesperados que le cambiarán la vida: su primer amor, el descubrimiento de poderosas y nuevas habilidades, y una conexión especial con aquellos que comparten su increíble destino.
Más arriba hablaba de Caperucita y de su parecido con Crepúsculo. Ambas películas fueron dirigidas por la misma directora, ambas películas giran en torno a un triangulo amoroso y ambas películas van dirigidas al público adolescente. A esas dos películas hay que añadir esta, Soy el número cuatro; adaptación cinematográfica de otra saga juvenil firmada por Pittacus Lore (pseudónimo de James Frey y Jobie Hughes); otra de tantas sagas juveniles que han surgido a la sombra del éxito de Crepúsculo y Stephanie Meyer.
Así que naturalmente esta es una película destinada al público adolescente menos exigente.
No es que tenga nada en contra de estos productos de los que en un tiempo fui consumidora, pero naturalmente el tiempo pasa y una se vuelve más exigente. Seguramente en otro tiempo hubiera disfrutado medianamente de una historia con estos elementos, pero me temo que me he vuelto más rigurosa con los años y esta película me ha dejado fría. La historia es convencional, los personajes están poco elaborados, y el guión es regular. Si tiene algún atractivo ese es el físico de sus protagonistas, guapísimos todos ellos, y las escenas de acción, que son lo más logrado de la película. Pero hay demasiados momentos intranscendentes, en los que no pasa nada destacable, como para considerarla realmente entretenida. Se nota que se ha hecho pensando en las posibles continuaciones y se ha sacrificado la historia a favor de los efectos especiales.
Los productores de la película son Michael Bay y Steven Spielberg; del primero han tomado prestado la espectacularidad de sus escenas de acción, y del segundo, quizás le han rendido homenaje en su primera escena, en la que dos chicos se meten al mar de noche y hay algo que les acecha en el agua. Pero no te engañes, a pesar del nombre de Spielberg, esta es una película “desustanciada” y monótona más parecida a un capítulo de Smallville, del que su director DJ Caruso dirigió algunos capítulos, que a verdadero cine de acción. 4
A tres metros sobre el cielo
Un drama romántico adolescente que narra la historia de dos jóvenes que pertenecen a mundos opuestos. Es la crónica de una relación improbable, casi imposible, pero inevitable, que terminará arrastrando a la pareja a un frenético viaje iniciático en donde juntos descubrirán el primer gran amor. Ella es una chica de clase media-alta que está educada en la bondad, en la inocencia y en las normas. Él es un chico rebelde, impulsivo, inconsciente, aficionado al riesgo y al peligro, enzarzado en un sinfín de peleas y carreras ilegales de motos, al límite del sentido común.
No suelo ver cine español, no por nada, simplemente es que la mayoría de las veces no me llama la atención lo que ofrecen. Así que fue casualidad que la viera; una de mis hermanas la descargó y me la puso.
Intento hacer memoria, han pasado unas semanas desde que la vi y no la tengo muy fresca. Pero si recuerdo que me sorprendió la violencia y chulería del chico, y también la sosería de la chica protagonista. Mario Casas y María Valverde; los jóvenes de moda del cine español. Igualmente me llamó la atención el guión, adaptación de una novela de Federico Moccia. No sé si se habrán desviado mucho o poco de la novela, pero si es tal como se muestra en la película no hay duda de que es horrible; parece escrito por un adolescente. Además que la trama es bastante infantil, llena de situaciones absurdas y machistas.
En la película el chico todo lo soluciona a trompazo limpio. No se le pasa por la cabeza razonar, meditar, contar hasta diez, no, él a puñetazo limpio. Sí, vale que los malos tienen su morbo y todo lo que se quiera, pero a mi un personaje como este me repele, me es imposible sentir empatía por él y mucho menos encontrarlo atractivo. Parece que los valores que promulga esta peli son cuanto más chulito seas mejor, y que nadie te chiste, aunque seas tú el que haya empezado el jaleo y vayas por ahí destrozando coches a palos. Y me preocupa que alguien, como he leído por ahí, pueda encontrar bonita una historia como esta. Quiero pensar que será cosa de la edad, que la adolescencia es una cosa muy mala, porque sino malo, malo.
Es una película bastante penosa. La actriz principal hace un papel horrible, un verdadero suplicio escucharla con esa vocecita monótona y pava, y además es un personaje totalmente plano, insustancial y hueco. El chico sólo luce cuerpo, lo único destacable del personaje, porque realmente las motivaciones que tiene el personaje para ser un macarra son de los más absurdo que he visto en mucho tiempo. Horrible sin más, y lo peor es que un producto como este, tan sumamente pésimo, haya sido una de las películas españolas más taquilleras. 2